Chino Moya ha estrenado su primera película, Undergods, en Filmin. Antes, por eso, ha tenido su estreno en la gran pantalla en el Reino Unido y en varios festivales de Europa. Pese a todo, su país no se ha interesado por él, ni antes ni después. Y eso que para su debut ha contado con actores reputados como Géza Röhrig (El hijo de Saúl), Ned Dennehy (Peaky Blinders), Jan Bijvoet (Borgman) y Johann Myers (El robo del siglo).

El cineasta admite que "duele un poco" pero no quiere darle importancia. El film ha tenido un gran reconocimiento y ya le llueven ofertas tanto de Estados Unidos como desde el país británico, donde vive desde hace más de una década.

Autodidacta

Director autodidacta pero consumidor de mucho cine, hace imposible no ver referencias al Stalker de Tarkovsky cuando uno ve Undergods. Él mismo reconoce que lo tuvo presente. La ambientación, la recreación de una distopía en la que la sociedad y el ser humano mismo es el propio monstruo de sí mismo impregna la cinta de una gran fealdad.

"Encuentro mucho placer estético en el mal gusto y la fealdad, siempre me ha fascinado", admite a Crónica Global. Esa fealdad, esta distopía, esa negatividad a la hora de ver el mundo es lo que impregna su ópera prima.

Retrato social

Undergods es una concatenación de historias, a cuál más grotesca, que refleja los grandes vicios de esta sociedad en la que vivimos. La obsesión por el trabajo, el egoísmo, la avaricia, la codicia, la explotación laboral... Nada se escapa de este reflejo macabra y perverso.

¿Exageración o realidad? El madrileño (y el espectador tras ver la película) lo tiene claro: lo que parece ciencia ficción es real y ese mundo tan postapocalíptico sino es el nuestro se le parece mucho. Sobre todo ello reflexiona Moya en esta entrevista con Crónica Global.

--Pregunta: ¿Cómo surgió esa idea y qué le impulsó a dar el paso al cine?

--Respuesta: Llevaba tantos años tratando de hacer una película y conseguir dinero para varios proyectos del pasado que me entró mucha ansiedad porque no lograba conseguir hacer una película, que me puse a escribir un guión y me propuse que al acabarlo lo llevaría a cabo. No había tenido tiempo ni para pensar sobre qué. Empecé, sin saber dónde iba, con unos que iban en un camión en una ciudad apocalíptica, paraban a recoger unos cadáveres. Todo venía sobre la marcha y salió Undergods.

--Lo cuenta, pero supongo que tampoco fue fácil. ¿Intentó encontrar producción en España? ¿Pensó desde el primer momento rodarla fuera?

--Yo vivo fuera desde hace 16 años. Me pasé casi una década pidiendo subvenciones en España sin ningún éxito y sabía que de España me tenía que olvidar porque no me daban nada. Lo intenté por primera vez aquí en Londres, donde vivo, y para mi sorpresa me dieron el sí. Igual que en Bélgica y en Estonia. Nos dieron dinero en un montón de países, para mi sorpresa, de verdad.

--¿Duele por eso que otros países apuesten por uno y el propio no?

--Algo sí, pero también me ayuda a reafirmarme en la decisión de haberme ido a vivir al extranjero y pensar: menos mal que me fui. No sé si suena mal, pero creo que España es un país que se mira demasiado el ombligo y la industria del cine no está hecha para exportar. Tenemos a Almodóvar y últimamente algunos pocos más. Países como Rumanía, por ejemplo, exporta cine y piensa en una audiencia más global, no es el caso de España. Se habla de las subvenciones a los productores, pero les interesa sacar el 15% obtener algo del beneficio y poco más. No me gusta caer en tópicos, pero mi experiencia no fue buena. ¡Ni mala! No fue.

Escena de 'Undergods'

--Y además de no contar con ayudas patrias, usted se ha puesto a dirigir sin formación previa. ¿Es así?

--Digamos que no tengo una formación académica. Acabé el colegio a duras penas, después de repetir varias veces. Me apunté a Historia y creo que fui cuatro veces a la universidad en dos años. De repente, alguien me llama para trabajar en una película conduciendo una furgoneta en un corto. A mí me encantaba el cine, pero jamás pensé en dedicarme al cine como profesional. Desde ese día, al entrar en ese rodaje me di cuenta de que era lo único que quería hacer. Empecé a trabajar de runner, que es lo último de la jerarquía de un rodaje. Estaba en los cortos, luego hice publicidad y, de repente, la idea de volver a una escuela, cuando para mí el colegio era muy cárcel, se me hacía demasiado… (resopla). Me hubiera gustado, ahora que lo miro desde la distancia. Tampoco podía por dinero. Intenté entrar a la ECAM hace un montón de años y no me admitieron. Pero sí, me hubiera gustado, pero aprendí sobre la marcha.

--Pese a esa falta de formación académica cinematográfica, Undergods está llena de referencias cinematográficas, como Stalker de Tarkovski, sin ir más lejos. ¿Tuvo algunos referentes?

--Muchísimos. Creo que al ser mi primera peli y llevar tantos años queriendo hacer una, tenía tanta información metida en la cabeza... Desde mi infancia incluso, por los videoclips, las películas que veía en los videoclubs, films de serie B como Extro, cómics de ciencia ficción y superhéroes. Todo mezclado con el cine de autor que descubrí al final de mi adolescencia y que me abrió la puerta a otro tipo de cine. Undergods creo que mezcla todos esos cómics y películas de género de mi infancia con todo ese cine de autor, desde Stalker, que siempre ha sido un gran referente a Milagro en Milán de Vittoria de Sica, Teorema de Pasolini, Cristina F, Videodrome, Safe de Todd Haynes, Antonioni y su Desierto Rojo. Mucha película de los 70 y 80, Fassbinder... De este blend salió la película y de un artista de cómic de la época dorada de la ciencia ficción, Enki Bilal, que además me di cuenta que nació en Belgrado donde rodamos.

--Y más allá de la estética, está el tema. La historia podría ser distópica pero tiene muchos ecos en la realidad. ¿Es la voluntad hacer un cine de género crítico con la sociedad y que sirve como alerta de lo que puede pasar?

--Nací un mes y medio después de la muerte de Franco, con la sombra de 40 años de dictadura, y crecí con la democracia, la libertad y el capitalismo de los 80 en lo que todo iba a ser increíble. Ahora, cada vez hay más precariedad y menos libertad. Y los que recortan la libertad ya no son sólo de un sitio sino que vienen de los dos lados. Vivimos en un mundo cada vez menos libre y más precario y eso que nos vendieron tampoco ha funcionado. Son ideas utópicas y el capitalismo y el neoliberalismo no son más una utopía como lo fueron el fascismo y el comunismo. Hasta ahora no ha funcionado ninguno. Nos venden que las democracias neoliberales son el sistema perfecto y claramente esto no va, no funciona. En el siglo XX, aunque fuera, había opciones. Ahora nos hemos quedado sin opciones, nadie tiene una, pero que iría entre menos jerarquías y utopías.

Escena de 'Undergods'

--De hecho, su película refleja casi cierto pesimismo en esta sociedad, al final. ¿Qué nos queda? ¿La resignación?

--O girar la cara y cruzar los dedos. Tenemos un sistema en el que la única manera de que funcione es consumir más o la economía y todo se hunde y nos llaman a consumir, contaminar y explotar más. Nos hemos metido en una especie de bucle del que no sabemos salir sin que nadie tenga soluciones. Pintar muy bien, no pinta. Lo que me parece muy frustrante es que con toda esta tecnología y conocimiento que tenemos no seamos capaces de darle vuelta a eso. Undergods tiene mucho de eso: de lo que son capaces de hacer los seres humanos a los otros humanos y a sí mismos. Hay algo un poco suicida en el ser humano, ya habla Freud de la pulsión de muerte.

--¿Cree que lanzar estos mensajes calan más desde la ciencia ficción o el cine de género que desde el drama o el llamado cine social?

--Yo creo que al final cala más. Las películas de género son menos explícitas que los dramas, suelen ser más entretenidas, normalmente y acostumbran a llegar a más público teniendo los mismos mensajes. Los mensajes son un poco más abiertos, además. Creo también que desde 1984 de Orwell, las novelas e historias distópicas  ayudaron a que Europa no volviese a caer en los errores del totalitarismo, porque todo el mundo tenía muy presente en lo que se podía convertir. Creo que la ciencia ficción ayuda mucho a advertir a la gente y hacerla consciente de lo que puede pasar si se toman una serie de decisiones. Es muy necesario y creo que en el siglo XX ha sido un contrabalance importante para los gobiernos y algunas políticas para darnos cuenta de dónde podemos acabar, como la guerra nuclear, por ejemplo. La ciencia ficción tiene una función social superimportante e incluso las novelas más pesimistas tienen una función muy optimista que es la de intentar cambiar las cosas, porque al leerlas ves que no has de caer allí. Cuanto más pesimista es el tono, a veces, más positivo es el mensaje o la acción que invita a tomar.

Escena de 'Undergods'

--Y en esta época que como dice cada vez hay menos libertad, pero también más películas de género, ¿estaría funcionando o hacen falta más films de este tipo para advertirnos?

--Ojalá hubieran muchas más. No sólo por la función social sino por el divertimento de uno (ríe).

--Entonces, ¿va a seguir haciendo películas de género?

--Por ahora sí, los proyectos que tengo son todos de ciencia ficción, alguno de terror, otros un híbrido. Estoy supermetido en el género. Todos mis trabajos previos a Undergods eran más tipo drama de director festivalero y finalmente ésta, con el cine de género es la que ha tenido más... Además, por primera vez el género es cine de autor gracias a Titane o Parasite, todos los festivales admiten el género como animal de compañía (bromea). 

Escena de 'Undergods'

--Y teniendo en cuenta que Undergods ha tenido repercusión internacional y que tiene más proyectos, ¿le han llamado ya desde España para rodar aquí?

--No. Me han llamado de Estados Unidos y del Reino Unido, de España no me ha llamado nadie (sonríe). Me encantaría hacer una película en España, pero el mercado anglosajón sí me ha abierto las puertas.

--¿Se ve rodando en Hollywood? ¿Le atrae?

--Lo que me gusta del cine estadounidense es la ejecución y los actores, porque al final tienen los mejores actores del mundo y a nivel de ejecución son impecables. También Inglaterra es como una extensión del mercado de norteamericano, muchas pelis se ruedan aquí. Me gustaría encontrar un híbrido. El miedo de Hollywood es que es fácil hacer una mala peli y perder el control del proyecto. Además hay tantas películas malas de Hollywood como pelis de autor malas. Pero eso, perder el control es lo que más miedo me daría.