María Ripoll (Barcelona, 1964) lleva más de dos décadas dedicada al cine y se ha convertido en una de las cineastas más taquilleras del cine español. Películas como Ahora o nunca o No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, entre otras, lo avalan.
Este 17 de junio, la cineasta ha regresado a las salas de cine, lugar que ama, con No nos mataremos con pistolas, su segunda adaptación de una obra teatral tras Mi vida en 65'. Un relato sobre la amistad, un retrato generacional y un film que tiene varias capas en las que adentrarse y que reflejan el vacío y los miedos de una sociedad.
Emociones y cuestiones
La directora vuelve a ofrecer un envoltorio cargado de emociones que llegan facilmente al espectador y que, a la vez, le hacen pensar incluso en temas tan duros como el suicidio y la pérdida. Todo con la sensación de que está disfrutando de la experiencia del cine.
Crónica Global habla con la realizadora un día antes del estreno de la cinta y repasa cada punto de su nueva película y aprovecha para repasar ciertos aspectos de la industria del cine que, cuanto menos, son revisables.
--Pregunta: ¿Cómo nació este proyecto?
--Respuesta: Me lo trajo Lina Badenes, la productora, y Víctor Sánchez. Lo que más me gustó del guion de él fue el subtexto, todo lo que no se dicen los personajes, esas expectativas de la gente cuando vuelve al pueblo. Empezamos a hacer versiones con él y Antonio [Escámez] para pasarlo del teatro a la pantalla. Lo más difícil es cortar los monólogos del teatro y la gestualidad de los actores para hacerlo más interno, porque la cámara ve si estás con la verdad o no.
--¿Por qué decidió plantearla en tono de western?
--Esto está basado en una historia real de Víctor, que es del puerto de Sagunto. Yo había ido y me fascinaron esas dunas, ese escenario postindustrial, desolado, medio abandonado y precioso a la vez. Y entre que los personajes se tratan como si fuese un duelo de pistoleros y este marco, con el director de foto, Joan Bordera, nos inspiramos en que la narrativa se acercara al western. Y ya con Simon Smith, el compositor en mis últimas películas igual.
--¿Hay una voluntad de retrato generacional también más allá de que se base en una historia real?
--Es verdad que es un retrato de los 30 y pico, que es una generación que tenía muchas expectativas y luego hubo un abismo en el que "ahora qué". Pero también hablamos de amigos de la infancia-adolescencia, de verano, de verbena, del regreso al pueblo, yo creo que todos hemos pasado por ello. Esas cosas que no nos decimos entre los amigos y que retrata la amistad. Finalmente, la película habla de la amistad y su importancia. Incluso más ahora que las parejas y la familia no lo son tanto.
--Una amistad muy sincera e hiriente. Los personajes se dicen de todo.
--Se desafían y se retan y van donde más duele, pero la catarsis la tienen que pasar juntos. Como hay un duelo de la pérdida que estuvo mal hecho les hace decir las verdades, pasar por donde pasan y poder cambiar. Esta película es agridulce, como la vida misma, pero con una luz al final del túnel. Todos han ido hacia atrás para poder avanzar. A mi me gustaría saber qué le pasa a Miguel, a Elena... y hacer una secuela.
--Ya sabemos que a usted le gusta trabajar en guiones de otros, ¿pero no se atrevería a hacerla?
--¡Bueno, yo meto mucha mano en los guiones!
--¡Claro! Pero no al 100%. ¿Se atrevería a hacerlo para una secuela?
--Es que esta historia es de Víctor y sólo la puede escribir él. Yo soy de la escuela americana donde el director es el director y guionista es el guionista. Yo sé que muchos directores de aquí firman el guion con el trabajo que yo hago con los guionistas. Yo respeto mucho el trabajo de los guionistas y siempre digo que los directores, si no tenemos una historia, unos actores y un músico no somos nada. Yo sugiero cosas en la música, en los guiones e incluso meto cosas de mi vida, pero no los firmo.
--Dice que es una historia de Víctor pero Manuel de Oliveira se atrevió con 'Belle du jour' e hizo 'Belle toujour'
--Mira, pues es que surgió esa idea de hacer el "que fue de" no tanto de los personajes sino de los actores. Como un metacine (ríe). Me gustó la idea. Nos hemos entendido muy bien con los actores, los cinco tienen una perspectiva muy igual de lo que es la actuación, se han entendido muy bien y son muy talentosos. Se han currado mucho la amistad de toda la vida, los gestos, las palabras. El vídeo que sale de cuando eran jóvenes lo hicimos al final.
--Volviendo a la temática del film. Se habla de ese vacío casi existencial de los personajes, sin ilusiones. ¿Cree que es una situación de los jóvenes o va más allá?
--Es una historia escrita entre dos crisis, la de 2008 y la de la pandemia. Y sí, hay un vacío generacional y humano. Pero yo creo que con ese mojón así de grande, con lo que hay, con los sueños que no hemos cumplido, con todo lo perdido, hemos de hacer algo.
--De hecho habla de aquellos que se fueron.
--En 2008 mucha gente tuvo que irse a vivir fuera. No hay ni puestos de trabajo ni estudios y se van y para muchos volver es un fracaso y tras la pandemia mucha gente vuelve a los pueblos, a casa de los padres... Y no sé si es malo eh. Volver a las raíces, a recargarnos no está mal.
--Y no sólo se habla de todo esto sino que todo en gira alrededor de otro asunto que está sobre la mesa, el suicidio.
--Un problema muy gordo hoy en día. Hay un montón de llamadas al número de atención al suicidio que ha puesto el Gobierno. Es un tema del que no se habla. No se habla de las pérdidas porque duele, no se habla del suicidio porque no lo entendemos o duele mucho a la gente que se queda. Por eso, me gusta que la película genere pensamiento, diálogo entre amigos. Es vibrante. Creo que en su segundo visionado ves más capas de la película. Yo siempre digo que mis películas son mejores en el segundo visionado, lo que creo que no habla muy bien de mi (ríe). Pero mola que películas que he hecho en el 2000 aún aguanten, porque puedes ver más cosas. Creo que es bueno.
--Es algo propio de su cine eso. ¿Podríamos decir que en su cine pasa más de lo aparentemente se ve en pantalla? ¿En que no pasa nada y muchas cosas a la vez?
--Exacto. No es una película contemplativa como, por ejemplo Alcarràs, que me encanta y estoy orgullosa de las mujeres que están saliendo y parte del camino que hemos abierto unas cuantas. Pero no es contemplativa, porque pasan cosas, pero las cosas que suceden no son muy obvias. La película tiene muchas historias que van a más y hay un clímax, pero va de las cosas que no se dicen. ¡Y no es una película lenta! Entretiene. Mi obsesión siempre ha sido llenar las 400 butacas de un cine, como decía Hitchcock. Quiero tocar a la gente y emocionar, que pases un buen rato, ríes, llores, bailes o que toque. Muchas veces me dicen, igual no te gusta que te lo digan pero eres una de las directoras más taquilleras del cine español. ¡¿Cómo que no me gusta?¡ ¡Me encanta! Yo quiero ser taquillera y ser comercial, que la gente vaya al cine. No es malo ser comercial, parece que tienes que ser hermético y no dar y a mi me gusta dar y que pasen cosas. Quiero que la gente vaya al cine. Como somos animales de costumbres, por la pandemia nos hemos desacostumbrado a ir al cine, y hemos de volver porque los números de taquilla son bajísimos. Y el otro día vi un programa y hablaban del 40 aniversario de E.T. ¿Por qué no se habla de las películas que se estrenan este fin de semana? ¿Por qué nos hacemos tanto daño la cultura española? La industria de Francia funciona porque tiene cuota de pantalla y una educación en las aulas, los programas de televisión hablan de cine francés y no estadounidense. Y da rabia. Nos lo hemos currado mucho los cineastas hacer una peli para que esté en las pantallas. La pantalla grande es otra experiencia. Y me encantan las plataformas. Vivir dos veces se estrenó en plataformas en 2020 y aún me escriben cosas.
--Ha hablado de la educación. Sí se habla de cuotas, de ayudas, aunque la ley del audiovisual se ha vuelto más polémica y el mundo de la cultura lleva años reivindicando que entre en las aulas y no sucede. ¿Cree que es una batalla perdida?
--Espero que no, porque la ficción tiene mucho poder, puede cambiar una vida. De la ficción, si está bien construida, puedes aprender. Salvó muchas vidas en la pandemia. Ver tantas series y películas nos ayudó a pasar días muy duros. Llegué a pensar que por fin se nos iba a escuchar y en vez de eso sale una ley en contra de todo esto (ríe lamentándose). Es muy duro, yo no animo a nadie que lo haga (ríe). ¡Que no! Pero cada vez empiezas de cero y es más complicado conseguir levantarla. Me preguntaban si aún era difícil con las taquillas que hago, y si. Igual si fuera un hombre debería lucharlo menos, yo desde luego no.
--Ha abierto dos frentes. Empecemos por las mujeres en el cine. Usted lleva años en la lucha de visibilizar el papel de las mujeres en el cine. Es cierto que cada vez se reconoce más su trabajo, aunque parece que los méritos se lo lleven otras. ¿Da un poco de rabia?
--Al revés. Estoy feliz. Yo siempre digo que el cine es mujer, porque de toda la vida hemos sido contadoras de historias, de grupo, de equipo, de familia. Y el cine es muy del equipo, de la colaboración, que es algo muy innato de la mujer. Que ahora se recojan frutos, para mi está bien. Yo antes me negaba a hablar de esto de ser mujer y hacer cine porque a un hombre no se le pregunta, pero ahora que pasa esto lo hablo de nuevo. CIMA (Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales) ha estado muy encima y se ven los resultados de esa lucha y mola mucho. Es perfecto, vamos por el buen camino.
--¿Cómo ha sido esa lucha?
--Luchamos por puntos, por tener voz en puestos directivos, por ser más en los equipos y empieza a suceder. Hay hombres que se quejan porque piensan que si eres mujer tienes más puntos, pero es que se tiene que compensar un poco. Ha sido una lucha constante. Y ahora se atreven a decir que desde que hay más directoras las taquillas son más bajas. ¡Cómo te atreves! ¡Es por la pandemia! Alcarràs fue la más taquillera de los últimos tiempos.
--¿Duele por eso que la peli tenga que recibir premios para ser taquillera?
--Los festivales van muy bien. porque si hubieran programas de cine en la tele como antes donde podías promocionar tu película. Como no los hay los festivales ayudan, porque van medios, tienen más visibilidad y cobertura. Hay poco interés por parte de los medios para hablar de nuestras películas.
--Otro de los frentes que ha abierto es el de la lucha calidad-cantidad. Parece que comercialidad y calidad no van de la mano y que están reñidos. ¿Por qué?
--Llevo casi 30 años intentando demostrar que no (ríe). Es verdad que ahora parece que para ganar un festival tengas que matar a una monja y violar a tu madre. Cosas muy heavies y yo no voy a hacerlo. Me gustan las historias que te hagan pensar un poco, te hagan vibrar, te emocionen, que una película sea una experiencia que te llevas a casa para hacer lo que creas con ella. Yo no haré cosas para ganar un festival. Por eso me gusta Cinco lobitos ganara Málaga, y mira que yo fui y quería ganar yo. Pero está muy bien, porque son historias que están muy bien y nos interesan a nosotras que somos el 80% de la audiencia que va al cine. Lo comercial y la calidad no está reñido, puedes hacer una película de cualquier tema, que entretenga y que llegue y seguiremos haciéndolo. Porque cuando acabo una peli pienso: esto podría haberlo hecho mejor.
--¿Es muy autocrítica consigo misma?
--Sí. Yo estoy bastante contenta con las reacciones que está teniendo esta peli, aunque le veo defectos, porque no puedes acertarla en todo porque hacer una película es muy complicado. Estoy muy contenta con el resultado, pero el día que yo acabe 100% de una peli dejó el cine, porque es muy duro. Siempre hay algo que quiero mejorar y seguir adelante. ¡Y contar historias, que es lo bonito!
--Como tiene esta voluntad, ¿ya tiene algo pendiente?
--En septiembre estreno una serie en Amazon con Jean Reno, Un asunto privado. Luego tengo varias cosas.
--¿Le llama el mundo series? ¿Le gusta más?
--Me gusta porque puedes profundizar más en los personajes. Las series de hoy en día son películas, de 40 minutos con un inicio, desarrollo y final.
--Por cierto, usted ha trabajado en diversos países, entre ellos Estados Unidos. ¿Dónde le gusta más rodar?
--Me gusta rodar y conocer diferentes culturas rodando. Mi asignatura pendiente por ejemplo es Argentina o Uruguay. Me gusta rodar aquí y allá, las dos cosas. Está bien compaginar. Ahora, acabo de hacer una pelí que está en Amazon, Guerra de likes, una comedia que es una locura mexicana. Puede que haga un proyecto en inglés si sale.