En agosto de 2019, la compañía francesa Puy du Fou desembarcó en España con una extraordinaria propuesta de ocio arriesgada e innovadora. Su primer gran espectáculo nocturno, El Sueño de Toledo, superó con creces todas las expectativas alcanzando un éxito inmediato. Aquellos primeros visitantes fueron testigos del nacimiento de un ambicioso proyecto, en el que hasta la fecha se han invertido 183 millones de un total de los 242 previstos hasta su culminación en 2028.
Durante los últimos meses, pese a la situación provocada por la pandemia, el plan de ampliación no se ha desviado de su hoja de ruta. “Poder abrir un sitio, un parque donde se celebran emociones, de donde la gente sale ilusionada, pues eso sí que es una emoción”, señalaba Erwan de la Villéon, su consejero delegado, el pasado 27 de marzo durante la jornada inaugural.
Tradición e Historia
Treinta hectáreas de naturaleza a escasos 10 minutos de la ciudad de Toledo y a una hora de Madrid, abarca el plano de este espectacular parque histórico inspirado en el modelo francés, distinguido en dos ocasiones como “Mejor Parque del Mundo”. Aquí el público viene a “pasear a través de los siglos, a ilusionarse con varias aventuras”, apunta Villéon.
Cuatro nuevos espectáculos diurnos, cada uno con su propio teatro; cuatro poblados históricos: El Arrabal, La Venta de Isidro, El Askar Andalusí y La Puebla Real; un considerable aumento de la oferta gastronómica con más de 20 mesones, casonas y tabernas, aunque como novedad se permite el acceso con comida y bebida que se puede consumir en las zonas habilitadas para ello; además de tiendas de productos tradicionales y mucho merchandising, auténticos artesanos que desde sus talleres muestran a los curiosos el arte de su oficio: Jaboneros, ceramistas, encuadernadores, reposteros, herreros, amanuenses, espaderos, damasquinadores… una bella y didáctica manera de recuperar antiguas tradiciones. Pero los buenos propósitos no se quedan ahí ya que tienen un programa de recuperación y reintegración de especies de fauna autóctona.
Un viaje en el tiempo
Adentrarse en Puy de Fou es viajar en el tiempo. Un tiempo de caballeros y guerreros, de navegantes y reinas, de poetas batalladores y nobles califas, de héroes y también de villanos. Los nuevos espectáculos se inspiran en figuras legendarias y grandes acontecimientos históricos que marcaron nuestro destino. “Aquí se entrelazan la leyenda, el imaginario y la historia”, se trata de “un viaje a través del tiempo no como historiadores sino como apasionados de la cultura”, explica el directivo francés emocionado.
La nueva temporada rinde homenaje a las grandes gestas de nuestro pasado y nos descubre a un Lope de Vega, hábil espadachín y afilada pluma, luchando contra el infame Don Fernán Gómez en un corral de comedias que, exigencias del guion, se convierte en barco o en la mismísima Imperial Toledo, según convenga en A pluma y espada.
En el interior del magnífico castillo de Vivar, construido en piedra, se representa El Último Cantar. Una impresionante grada giratoria desplaza a los espectadores entre las diferentes escenas que muestran la excepcional vida del legendario Cid Campeador en la Castilla del siglo XI.
El espectáculo inmersivo Allende la mar océana embarca, literalmente, al público en la nao Santa María para vivir junto a Cristóbal Colón y su tripulación las angustias y vicisitudes de la heroica expedición, en busca de una nueva ruta hacia las Indias, que acabó con el descubrimiento de un Nuevo mundo.
Cetrería de Reyes, la única función diurna que se celebra al aire libre, nos traslada hasta la gloriosa época del Califato de Córdoba. Tras la Batalla de Simancas, Abderramán III ofrece una tregua a los cristianos. El conde Fernán González de Castilla responde a este gesto con un preciado regalo: un águila real. A partir de ahí cientos de aves sobrevuelan nuestras cabezas en una asombrosa exhibición aérea de cetrería: Lechuzas, cigüeñas, halcones, buitres, águilas… incluso veremos al serpentario, una rara avis experta en cazar serpientes y reptiles con sus largas patas de cortos dedos y fuertes garras.
Todas estas espectaculares hazañas son representadas por un elenco de más de 300 actores, bailarines, acróbatas y especialistas, arropados por asombrosos efectos especiales dignos de cualquier superproducción de Hollywood, por algo entre los escenógrafos se encuentra Pilar Revuelta que se alzó con el Oscar a la Mejor Dirección Artística en 2007 por El laberinto del fauno.
El colofón a una jornada inolvidable llega al caer la noche. Rodeados por un mundo evocador y extraordinario, tan lejano que hace tiempo que dejamos de contar los siglos, es cuando a orillas del Tajo un viejo azacán comienza a narrar el emocionante sueño de Toledo. Un sueño “que no tiene sentido si no lo compartimos”, nos recuerda Erwan de la Villéon
Mesoneros, campesinas, artesanos y hectólitros de gel
Todo está cuidado al detalle, desde los materiales empleados para las construcciones, la decoración de todos los recintos o los 1.200 trajes de época que visten los empleados.
La recreación de los ambientes resulta tan real que si no fuera por los 800 puntos de hidrogel repartidos por todo el parque y las omnipresentes mascarillas, parecería que nos encontramos en aquellas tierras de antiguos reinos.
La irrupción del COVID-19 les obligó a adaptarse a la complicada situación sanitaria. Hasta cuatro millones de euros han invertido en sistemas de ventilación integrales que garantizan la salubridad del aire en todos los espacios cerrados. Distancias de seguridad, aforo limitado al 30%, desinfección de las gradas entre espectáculos, litros y litros de hidrogel, “más que agua bendita”, precisa el consejero francés, o test semanales al staff son algunas de las medidas implantadas para garantizar al máximo la seguridad. “El objetivo es que se experimente a la par la magia y la seguridad”, concluye.