Pasión total del barón Thyssen-Bornemisza por el expresionismo alemán
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza inaugura una muestra que recorre el expresionismo alemán a través de sus obras y también de sus protagonistas
25 octubre, 2020 00:00Impresionismo alemán, sin fisuras. La pasión por el coleccionismo la heredó Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (13 abril 1921-26 abril 2002) de su progenitor, pero sus gustos eran bien distintos. Si su padre sentía debilidad por los maestros clásicos, Hans sentía predilección por la forma de entender y plasmar el arte de los expresionistas y de los principales movimientos artísticos de la pasada centuria. “Yo sentía en este arte un espíritu distinto, un espíritu de libertad que rompía totalmente con la tradición académica”.
La joven pareja de Emil Nolde, la primera obra expresionista que adquirió por 39.000 marcos, en mayo de 1961 tras una disputada puja, supondría un cambio de paradigma en la colección de la saga. Daba inicio así a varias décadas de recopilación de los maestros modernos que acabarían configurando uno de los conjuntos artísticos privados más completos e importantes del mundo.
Parte de este valioso legado se podrá admirar desde el 27 de octubre hasta el próximo 14 de marzo en el museo, en Madrid. Expresionismo alemán, en la colección del barón Thyssen-Bornemisza marca la apertura de una serie de eventos y exposiciones que con motivo de su nacimiento tendrán lugar a lo largo de 2021, entre ellas, una selección de la colección Thyssen en el Museo Nacional de Arte de Catalunya.
Expresionismo a lo largo de la historia
Paloma Alarcó, jefa de pintura moderna del museo y comisaria de la muestra, la ha estructurado en ocho capítulos ceñidos a tres conceptos y no siguiendo un orden cronológico como suele ser lo habitual. Es importante remarcar el contexto histórico de este movimiento de vanguardia que surge en la Alemania de principios del XX y que coexistiría con algunos de los momentos más convulsos de nuestra historia reciente.
En torno a Los artistas: procesos de creación y difusión, se agrupan los lienzos de un primer ámbito expositivo en el que los cuadros de los componentes de Die Brücke (el Puente) y del posteriormente conocido como Blaue Reiter (el Jinete Azul), el grupo creado por Kandinsky y Franz Marc en Munich, trazan un recorrido por ambos núcleos expresionistas que guardan puntos en común pero también notables diferencias a la hora de plasmar lo que ellos consideraban “la esencia de una realidad nueva”.
Desnudo de rodillas ante un biombo (1911-1912) y Fränzi ante una silla tallada (1910), de Ernst Ludwig Kirchner, Puente en la marisma (1910), de Emil Nolde o Verano en Nidden (1919-1920), de Max Pechstein son algunas de las obras protagonistas de este primer espacio que incluye además un apartado que, bajo el título Referentes, exhibe pinturas de Van Gogh, Munch o Paul Gauguin, como homenaje a sus admirados maestros de la modernidad. Un entusiasmo que el propio Max Pechstein resumió en esta frase: “Con gran orgullo nos sentíamos portadores de una misión, vinculada artísticamente al holandés Van Gogh y al noruego Edvard Munch”. Completan esta primera parte los capítulos Aires populares y Difusión en los que nos encontramos con el expresionismo más simbólico en obras firmadas por Wassily Kandinsky, Paul Klee, August Macke, Ludwig Meidner o Lyonel Feininger, entre otros.
Ocaso y reparación
Si el estallido de la Primera Guerra Mundial truncó la creciente difusión pública de los expresionistas y forzó la dispersión de muchos de sus miembros, el auge del nazismo evidenció un total desprecio por el arte moderno al que el régimen nacionalsocialista consideraba degenerado. En julio de 1937, el gobierno alemán organizó en Múnich una exposición que, bajo el título Entartete Kunst (Arte degenerado), perseguía la difamación social de las vanguardias frente a lo que ellos consideraban “arte heroico”. Esa es la línea argumental de La política: persecución y estigmatización, otro de los conceptos alrededor de cuales se articula el relato expositivo.
El acoso que sufrieron los expresionistas, la rebelión contra la figura paterna y su anhelo por reparar el cuestionado nombre de la familia, debido a las simpatías de algunos de sus miembros con Hitler, afianzaron la pasión del barón hacia estos autores alemanes. “El hecho de que estos artistas hubieran sido oprimidos por el régimen nacionalsocialista, y que su arte hubiera sido etiquetado oficialmente como degenerado, fue para mí un incentivo añadido para coleccionarlos”.
Metrópolis (1916-1917) y Crepúsculo (1922), ambas de George Grosz son algunas de esas pinturas difamadas presentes en la exposición incluidas en el capítulo 6, Estigmatización. Junto a ellas Nubes de verano (1913), de Emil Nolde o Calle con buscona de rojo (1914-1925), de Ernst Ludwig Kirchner.
Un último concepto cierra la muestra: Los marchantes: rehabilitación y recuperación. Tras finalizar la guerra urge restituir la dignidad al pueblo alemán. Los museos juegan un papel fundamental y se afanan por recuperar las obras repudiadas y por organizar exposiciones de arte moderno. La más destacada tuvo lugar en 1958 en el Museum Folkwang de Essen. Siete de las obras allí expuestas acabarían formando parte de la colección Thyssen: Sol sobre pinar (1913), de Karl Schmidt-Rottluff, Fräzi ante una silla tallada y Doris con cuello alto, de Kirchner o el Retrato de Siddi Heckel , de Erich Heckel. Algunas de ellas pertenecieron anteriormente a Roman Norbert Ketterer, un astuto marchante que acabaría siendo una pieza fundamental en el devenir de la colección Thyssen.
El catálogo merecería un capítulo aparte. Sus cerca de 300 páginas nos adentran en el fascinante mundo del arte y del coleccionismo del pasado siglo y nos desvela mucho de la personalidad y de las vivencias de Heini, como se refiere Guillermo Solana, director artístico del museo, al barón. Líneas que dibujan un evocador y documentado escenario donde grandes fortunas con nombre propio (Niarchos, Rockefeller, Heinz o Rothschild), aristócratas y caprichosos multimillonarios apuestan en la fina línea que separa los negocios del amor al arte a bordo de yates de lujo, opulentos salones, jets privados y subastas legendarias.