“Reivindicar el arte como patria universal frente a las patrias identitarias”. Con estas palabras, Ramon Fontserè, director y actor de Els Joglars, nos explicaba el reto al que se enfrenta desde los escenarios la prestigiosa compañía catalana, con una obra, Señor Ruiseñor, que ellos mismos definen como catárquica y que se vale del procés como elemento catalizador.
Señor Ruiseñor es una crítica mordaz que combate y desarma los fanatismos, con armas tan peligrosas como la pasión por la cultura, la inteligencia, el sarcasmo y, sobre todo, mucho humor. “Es un espectáculo que tiene la sátira de un Ubú y la belleza de un Dalí”, constata Fontserè durante la presentación en los Teatros del Canal de la capital.
Rusiñol, “un destructor de fanáticos” para Pla
Josep Pla definía a Santiago Rusiñol como “un destructor de fanáticos, que representó una sociedad de ciudadanos holgados y juiciosos a orillas del Mediterráneo”. Els Joglars se sirve de la fascinante figura de este artista para clamar contra la intolerancia generada por esa falsa realidad que, convenientemente diseñada, sustenta el relato nacionalista.
Nacido en Barcelona en 1861, y destinado a ser el heredero de la empresa textil familiar, Rusiñol desafió lo establecido y eligió su propio camino. Pintor, poeta, escultor, dramaturgo, coleccionista, actor… en definitiva, un hombre de espíritu renacentista, ingenioso y cosmopolita que encarna a la perfección esa Cataluña afable, abierta y culta, tan añorada. Porque, en palabras de los portavoces de la compañía teatral, “Los nacionalismos nunca, nunca, nunca han traído nada bueno a la humanidad”.
Montaña rusa emocional
La trama nos muestra a Tomás, un jardinero a punto de jubilarse que, a causa del reuma, es reubicado en el museo Rusiñol para hacer de guía teatralizado durante las visitas. Es así como se encariña profundamente del universo del pintor y se vuelve “más Rusiñol que Rusiñol”. La situación cambia radicalmente cuando deciden transformar la pinacoteca en un museo de la Identidad, generándose así un conflicto entre dos mundos totalmente opuestos.
“La gente sale con ganas de comerse el mundo y otras veces de pegar un puñetazo en la mesa”, nos cuenta su director, Alberto Castrillo-Ferrer. Una frase que bien podría definir la montaña rusa emocional a la que, sin previo aviso, nos hemos visto abocados desde hace unos meses y que amenaza con quedarse una larga temporada.
Una sátira para reflexionar
Señor Ruiseñor ya se representó en los escenarios madrileños en 2019. Ahora regresa en un momento excepcional, marcado por una crisis sanitaria, económica y profundamente social. Lo hace para seguir formulando preguntas, que es lo que debe hacer el teatro, asegura el director. Sin huir del efecto purificador de la risa, quizás sea el momento de una profunda reflexión en busca de respuestas y soluciones.
Inconformistas y mordaces, Els Joglars, fieles a su origen, despliegan todo su ingenio amparado por una escenografía funcional y limpia. Una sátira que invita a recapacitar, a poner en duda todo lo establecido, con la figura del creador barcelonés como “antídoto contra la intransigencia”, mientras nos divertimos y disfrutamos de la belleza plástica de la obra del propio Rusiñol.
‘Señor Ruiseñor’, hasta el 20 de septiembre
Junto a Fontserè, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xevi Vilà, Juan Pablo Mazorra y Rubén Romero forman el elenco que da vida a los personajes de la irreverente función que se podrá disfrutar hasta el próximo 20 de septiembre.
A pesar del reto y de las dificultades que supone la reapertura de las salas, todo el equipo les invita a seguir consumiendo cultura, aunque, lamentablemente, ellos mismos reconocen que “no es un bien muy preciado”.
¿Dónde está el ministro de Cultura?
Echan en falta el apoyo institucional y se refieren al ministro de Cultura como “un ente abstracto” que les ha defraudado muchísimo. Ante esta incomprensible ausencia, ellos mismos hacen un llamamiento y afirman que los teatros son lugares seguros que cumplen un exhaustivo protocolo y nos animan a disfrutar del espectáculo con total tranquilidad.
Dice Fontserè que hace poco el primer ministro francés decía a los ciudadanos: “Vayan al cine, vayan al teatro”, allí parece que “no todo es fútbol”. Una realidad bien distinta la que vive hace ya demasiado tiempo la cultura en España. Menos mal que aún nos quedan estos valientes y maravillosos feriantes para sacudir nuestras conciencias.