Paula Cabral, violinista / LENA PRIETO

Paula Cabral, violinista / LENA PRIETO

Creación

La violinista profesional que lleva las notas de Bach al Metro de Barcelona

La argentina Paula Cabral subsiste gracias a la recaudación de sus actuaciones en los vagones del subsuelo, a la vez que realiza sus estudios de música en el Liceu

24 agosto, 2019 00:00

Paula Cabral nació en Rosario (Argentina) casi con un violín bajo el brazo. Empezó en la música por "amor" a los seis años, gracias a "la suerte de tener a una buena profesora" en la escuela. Decidió cuál iba ser su instrumento "por una casualidad", tras acompañar a su madre a un concierto de una amiga de la familia: "Lo vi con tanta seguridad, eso es lo que quiero". Estudió el terciario [título superior] en el Instituto Superior de Artes del Teatro Colón (ISA) de Buenos Aires, donde consiguió su reconocimiento como "músico orquestral", y además cursó estudios en la Universidad Nacional de Artes de Buenos Aires (UNA).

Vino a Barcelona movida "por la cultura y por el viento a favor", así que aprovechó la presentación de un libro sobre esoterismo en la capital catalana para ir a tocar al acto. Eso sí, asumió ella los costes del viaje. Ahora, la joven se dedica a bajar al subsuelo para llevar las notas de Johann Sebastian Bach a los vagones del Metro de Barcelonaa la vez estudia interpretación en el Conservatorio del Liceu. Ella espera que no sea para toda la vida, puesto que en un futuro le gustaría tocar en un conservatorio y enseñar música

Paula Cabral explica su experiencia como violinista del Metro de Barcelona / LENA PRIETO

- ¿Antes de entrar en el metro intentaste otras opciones?

- Sí, intenté tocar con músicos, en bares o cosas así, pero no era lo mismo. Yo quería tocar en teatros y en salas, aunque tal vez no lo intenté lo suficiente. Estaba sola y no sabía dónde vivir, no conocía a nadie. Tenía una situación complicada, así que me metí en el metro. 

- ¿Recuerdas cómo fue tu primera experiencia?

Fue por necesidad absoluta. Había traído pesos argentinos, que se convierten en muy pocos euros, así que casi no tenía plata. Yo no quería ir al metro a tocar, tampoco sabía si la gente lo iba a aceptar o no. También me preocupaban los otros músicos. Era todo incómodo y fue muy difícil para mi, pero empecé: "Hola, soy Paula, en catalán un poquito el saludo...". Fue duro, pero lo superé porque lo tenía que superar. A partir de ahí vi que eso podía sustentarme. 

- ¿Pensabas que volverías a bajar?

- Aposté a que lo volvería a hacer, y efectivamente lo volví a hacer muchas veces. No voy siempre, lo que mejor me iría para ir tranquila con los gastos que tengo que cubrir es ir a tocar todos los días, pero lo suelo hacer entre cuatro y cinco veces a la semana

Paula, mientras afina su violín antes de tocar / LENA PRIETO

Paula, mientras afina su violín antes de tocar / LENA PRIETO

- Pero tu ya estabas en el Liceu...

- Sí, en los dos primeros meses que llegué a Barcelona me presenté a las pruebas del Liceu y me aceptaron. Llevo dos años, en realidad uno, porque tuve una crisis y lo dejé, pero me vuelvo a reincorporar en septiembre. 

- ¿Te costó mucho adaptarte?

- Tuve que superar que mis compañeros me vieran tocar en el metro. Me costaba pasar la gorra. Era una vergüenza que tuve que sacarme de encima. Cuando tocaba insegura y con miedo no lo hacía bien, hasta que admití la vida con la que iba a vivir, al menos por el tiempo en que estuviera en Barcelona. Empecé a disfrutarlo, y ahora es mucho mejor. La música transmite lo que siente uno, es una profesión en la que no se puede mentir porque te escuchan.

- ¿Qué actitud tiene la gente del metro?

En general, les agrada ver a alguien con un violín, por más que despúes escuchen o no. Tal vez, que yo sea una chica llama la atención. Una vez, una fotógrafa me tomó una imagen porque nunca había visto a ninguna músico en Barcelona hacer lo que yo hago. Una mujer, suelen ser hombres. Las que conozco salen acompañadas de ellos, pero nunca solas. Eso creo que también dice mucho a favor, produce una especie de sonrisa

Paula, mientras toca en el metro una de sus sinfonías de Bach / LENA PRIETO

Paula, mientras toca en el metro una de sus sinfonías de Bach / LENA PRIETO

- ¿Cómo funciona el mundo de los músicos del metro?

- Nos organizamos, si hay alguien que toca en un tren no tocamos y nos respestamos. Como dice Mafalda, nunca falta alguien que sobra. Cuando yo fui al metro las primeras veces me crucé con un grupo de músicos que vieron que era nueva: "Tienes que ir de esta estación a esta porque hay algunas que son mejores que otras". La gente está viajando y si viene un músico y luego otro les molesta. Alguna vez tienes a algún "desubicado" que se sube con el altavoz y eso hace que no se me escuche, aunque solo me pasó una vez. 

- ¿Y cuando tocas Bach cómo reacciona tu público?

- Me dicen que se emocionan. A mi me encanta Bach. Intenté tocar Game of Thrones, pero a mí no me gusta y no vibro, así que a la gente tampoco. Lo hice porque a veces me han dicho: "¿Por qué no tocas algo más conocido?". Al final, lo mejor es que toque lo que yo quiero tocar.

- Más allá de haberte acostumbrado, ¿te gusta tocar en el metro?

- Aprendí a alinear afectos para que me gustara, porque es lo que me convenía. Es un sí y un no, hay veces que no, aunque disfruto cuando estoy tocando.

- ¿Cuánto puedes sacar en un día?

Lo que puedo sacar en un día es muy irregular. Hay veces que sé que estoy tocando muy bien y hay vagones enteros que no me dan ni un céntimo, y tengo que hacer un esfuerzo mental, pero me da para vivir. Nunca podré agradecerle a la gente de Barcelona lo que ha hecho por mí. Quizás algún día con algún concierto gratis, en el futuro. 

La gorra de Paula mientras toca en el metro / LENA PRIETO

La gorra de Paula mientras toca en el metro / LENA PRIETO

- ¿Por qué crees que los músicos clásicos tienen tanto pudor a bajar al metro?

Porque no se les ocurre que un músico clásico haga eso: "No, tocar en la calle o en el metro es para rock o músicos alternativos". El músico clásico es un bicho de teatro, de conservatorio, muy perfeccionista. Es un mundo frío, yo no detecto el mismo miedo escénico en otras disciplinas. 

- ¿Recomendarías la experiencia?

Sí, es más, una amiga mía lo hizo y me dijo: "Guau, toco mejor desde que estoy en el metro". Aunque actuar ahí no es lo mejor, porque hay que apretar para tocar más fuerte y es algo que tendría que corregir. La experiencia te permite interpretar para la gente que no sabe nada de música y que de repente escuchan a Bach, y eso es algo maravilloso.