Tecnologías disruptivas (foto de referencia)

Tecnologías disruptivas (foto de referencia) CEDIDA

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Cuando las patentes se enfrentan al mercado en España

Solo el 5% de las invenciones protegidas se explotan de forma comercial, pese a los incentivos públicos y el alto potencial económico de las patentes

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La historia ha mitificado a las patentes, asociándolas a grandes corporaciones, alta tecnología y costes, e incluso a intereses políticos. A pesar de que esa imagen todavía persiste, hoy se han convertido en un arma estratégica para la competitividad. A nivel nacional, Cataluña concentra la mayor parte de las solicitudes con un tercio del total nacional.

Según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), las startups que protegen sus innovaciones tienen diez veces más probabilidades de atraer inversiones con éxito. España progresa, pero  --pese a su liderazgo en investigación científica-- se sitúa muy por detrás de países como Alemania o Francia, donde las patentes se valoran como activos y no como trámites, coinciden los expertos.

El año pasado, Alemania superó las 25.000 solicitudes de patentes y Francia alcanzó las 11.000, sin contar a potencias como China y Estados Unidos, donde sobrepasan los 700.000. España registró apenas 2.192 peticiones en 2024, lo que representa el 1% del total recibido por la Oficina Europea de Patentes (OEP) ese mismo año.

Comercializar la ciencia 

La semana pasada España celebró convertirse en el quinto país de Europa con más solicitudes de patentes públicas, tras un aumento del 365% en las últimas dos décadas, según un reciente informe de la OEP. El presidente, António Campinos, señaló que, aunque abunda la investigación pública, Europa necesita transformar ese conocimiento en productos y servicios innovadores.

Esta declaración, con tono institucional, reabría la puerta a la brecha entre la ciencia y la aplicación comercial. Según el Centro de Estrategia y Prospectiva Industrial (CEPI), la falta de financiación, la escasa inversión pública y el limitado interés empresarial dificultan que muchas patentes se desarrollen, especialmente fuera de sectores como automoción, farmacia y tecnología.

Laboratorio de un instituto catalán

Laboratorio de un instituto catalán EUROPA PRESS

Visión internacional

"En España se avanza, pero todavía no se le da la importancia estratégica que merece a la protección de innovaciones", sostiene el agente de patentes europeas Juan Arias, cofundador y socio director de ABG Intellectual Property.

Las causas son múltiples, pero en gran parte se debe a una falta de visión internacional en el país que ha llevado a percibir las patentes más como un trámite costoso que como un activo estratégico, añade. Arias explica que proteger una invención ofrece ventajas decisivas: permite a las empresas explotar o comercializar en exclusiva su activo durante un periodo determinado.

Sin esa protección, los competidores pueden copiar o vender la innovación sin costes, lo que supone perder ingresos y reducir el atractivo del proyecto ante potenciales inversores. 

Una invención

Una patente es un derecho exclusivo sobre una invención, entendida como un producto o proceso que ofrece una manera nueva de hacer algo o una solución técnica innovadora. La Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) es la encargada de otorgarlas y su coste inicial suele rondar los 1.500 euros, además de los gastos asociados a la documentación.

Las patentes tienen una duración de 20 años, pero para mantenerlas vigentes es necesario pagar una cuantía anual. El proceso de concesión de una patente dura entre 26 y 36 meses, un plazo similar al de otros países comunitarios.

No obstante, el coste real depende de la naturaleza de la invención y del alcance de la protección deseada, ya sea a nivel nacional, europeo o internacional. Según ACCIÓ, la agencia para la competitividad empresarial del Gobierno de Cataluña, el principal gasto a la hora de registrar una patente no es el trámite en sí, sino "la inversión previa" en el proyecto de innovación.

Costes

Estos proyectos suelen ser de larga duración, con desarrollos que pueden abarcar de media entre 2 y 3 años, y requieren un trabajo minucioso para alcanzar una conclusión técnica que permita presentar la solicitud de patente con garantías.

Aún así, la institución estima que  "una innovación importante, con protección en los países más desarrollados del mundo, incluyendo Estados Unidos, China, Corea del Sur, Japón y algunos países de Europa, puede llegar a tener un costo de entre 20.000 y 50.000 euros".

Cultura de PI

Entre los factores que limitan el acceso a las patentes en el país, se encuentran también la escasa cultura de propiedad intelectual (PI) y la baja inversión en I+D, sobre todo en el sector de las pequeñas y medianas empresas.

Sobre el primer punto, nuestro país cuenta con poca oferta formativa. Por ejemplo, la Universidad Carlos III de Madrid es una de las pocas que ofrece un máster universitario especializado en PI. En contraste, estados miembro como Francia, Países Bajos o Alemania ofrecen varios programas con décadas de trayectoria.

Según el Intellectual Property Education Report 2023 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés), países como Corea del Sur o Finlandia incluso incluyen módulos de PI en sus programas tecnológicos desde la educación secundaria. 

El experto de ABG Intellectual Property sostiene que hay un "desconocimiento" por parte de las empresas emergentes y pymes sobre el procedimiento, lo cual consideran caro y costoso. "Hay diversas ayudas y programas europeos, el problema radica en que las empresas más pequeñas no tienen una estructura ni información que priorice esta cuestión", explica. 

Desconocimiento

La tesis la comparte José María del Valle, consultor sénior de Propiedad Intelectual de la consultora ClarkeModet. "El reto principal no suele ser el acceso", declara en conversación con este medio, "sino el desconocimiento de las herramientas y de los incentivos fiscales disponibles, junto con la falta de una estrategia de propiedad industrial alineada con el negocio". 

Las ayudas pueden cubrir parte de las tasas para proteger las patentes, marcas y otros derechos, detalla, pero para ello se necesita un "asesoramiento adecuado, planificación presupuestaria y una visión de monetización", gracias a lo cual el sistema "funciona y genera valor". 

Nuestro país cuenta con el programa Neotec, impulsado por el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), que tiene como objetivo apoyar startups tecnológicas a través de subvenciones para el desarrollo de innovaciones con alto potencial de crecimiento. Para acceder a las ayudas, se debe cumplir ciertos umbrales, entre ellos, el de tecnología y grado de innovación, que incluye la gestión de la propiedad intelectual. 

En cuanto a los incentivos fiscales, Hacienda ofrece ventajas por I+D+i, que permiten deducir gastos concretos en investigación y desarrollo, como salarios del equipo técnico, adquisición de equipos, un software especializado o materiales de laboratorio.

Cambio de mentalidad

En todo caso, la "gran asignatura pendiente", subraya el experto de ClarkeModet, sigue siendo "la capacidad de transformar las patentes en negocio". A pesar de ser el tercer país en donde más ha crecido la inversión en activos, relativos a software, datos y marcas, solo el 5% de las invenciones españolas protegidas mediante patente se explotan comercialmente en la actualidad, indica. 

Para cerrar esta brecha, indica que hay cuatro elementos indispensables: la transferencia de conocimiento, la valoración económica de los activos intangibles de las organizaciones, y el acceso a financiación e incentivos fiscales a la I+D+i. Lo resume en un cambio de mentalidad: "Hay que entender que la innovación no sirve de nada sin una estrategia alineada con el negocio".

Pasos eficientes

Con tal de evitar el castigo de Sísifo, Luis Ignacio Vicente del Olmo, consejero estratégico de la consultora especializada Pons IP, recomienda tener una estrategia "clara" de explotación, donde se incluya licencias, acuerdos de desarrollo o comercialización directa, para lo que hay un "seguimiento continuo" que ayudará a ajustar la protección y maximizar el retorno de la inversión en I+D.

Para llegar a ese punto, hay varios pasos claves. El primero es "evaluar la viabilidad técnica y comercial de la innovación", a raíz de las necesidades reales que se detecten en el mercado. En paralelo, el especialista señala que un análisis que aborde la protección y libertad de explotación logrará identificar fielmente las oportunidades y riesgos del negocio, recurriendo, por ejemplo, a los análisis de vigilancia tecnológica. 

Por último, pero no menos importante, resalta como fundamental alinear la estrategia de protección con los objetivos empresariales: "Decidir en qué territorios proteger, qué elementos mantener como secreto industrial y qué mecanismos utilizar para atraer socios o inversión". Es más, desde Pons IP recomiendan una estrategia de protección "combinada y escalonada", que sea adaptable a cada paso.

Proteger la innovación

Las startups se ven en esos momentos en una de las partes más delicadas del proceso puesto que, al mismo tiempo que quieren dar salida a su producto, también celan de la competencia y de los posibles usos fraudulentos de su proyecto. Por tanto, el experto de Pons IP afirma que dentro de la estrategia legal tanto las patentes y los modelos de utilidad son "esenciales" para proteger los aspectos técnicos. 

Al mismo tiempo, parece clave el secreto empresarial, sobre todo con el fin de proteger el know-how no patentable y la información estratégica, sostiene. En este sentido, durante las negociaciones con terceros, "resulta indispensable suscribir acuerdos de confidencialidad (NDA) y pactar cláusulas claras sobre titularidad y derechos de explotación en contratos de codesarrollo o licencia". 

Con esta actitud, que describe como proactiva, se logra una seguridad jurídica que fortalece a la empresa de cara a posibles competidores, además de ofrecer una posición más ventajosa a la hora de negociar cualquier proceso.  

Un sistema ideado por una startup barcelonesa Keiken (recurso)

Un sistema ideado por una startup barcelonesa Keiken (recurso) Cedida

Los errores más comunes

España solo llega al 1% de las solicitudes en la Oficina Europea de Patentes (OEP). Ante la escasa masa productiva, habría que aprovechar el filón para que alcanzara el éxito. Sin embargo, a la hora de la verdad, en muchos casos las aspiraciones se ven truncadas y la comercialización fracasa después de tan largo camino.

¿Qué falla? El consejero estratégico de Pons IP considera que uno de los errores más frecuentes es la ausencia de una adecuada estrategia de propiedad industrial: "Considerar la protección de la innovación como un fin en sí mismo y no como parte de una estrategia integral de negocio". 

Es decir, proteger esta tecnología, advierte el experto, no garantiza su éxito comercial si no se acompaña de un plan sólido de validación, desarrollo y explotación. "También, es habitual que las empresas no analicen correctamente la libertad de operación —freedom to operate— antes de invertir en su lanzamiento, o que no integren la propiedad industrial en la toma de decisiones estratégicas desde el inicio del proyecto", matiza. 

Impacto comercial

Las patentes representan el primer paso en el camino para consolidar la innovación, junto con la estrategia comercial de la empresa. Además, su impacto económico está ampliamente demostrado: según datos de la EUIPO de 2021, las empresas que poseen una o más patentes generan de media un 36% más de ingresos por empleado que aquellas que no cuentan con ellas.

En ese sentido, las empresas que cuentan con derechos de propiedad intelectual suelen ofrecer salarios un 53 % más altos que aquellas que no los poseen. En el caso de las pymes, el efecto es aún más marcado, ya que aquellas con patentes, marcas o diseños registrados generan hasta un 68% más de ingresos por empleado en comparación con las pequeñas empresas sin ningún derecho de propiedad intelectual, de acuerdo con los mismos datos.

Caso de éxito en Cataluña

Volviendo a Cataluña, donde se concentra un tercio de las solicitudes de las patentes del país, un ejemplo de éxito empresarial ha sido la emergente The Smart Lollipop. Con base en Girona, la compañía pretende sacar al mercado en 2026 el dispositivo TSL One, un caramelo inteligente, cuya función es diagnosticar una serie de enfermedades a través del análisis de la saliva. 

El objetivo es facilitar la labor clínica tanto de hospitales como de laboratorios, ya que se sustituiría las analíticas de sangre por una prueba mucho menos invasiva, sobre todo cuando se trata del ámbito de la pediatría. El pseudocaramelo está enfocado para detectar una serie de valores relacionados con la celiaquía, los niveles de estrés o las infecciones víricas y bacterianas.

Diana Ballart. CEO de The Lollipop

Diana Ballart. CEO de The Lollipop Captura de video

"Activo intangible"

Para ello, abrió en verano de este año una ronda de financiación de 2,5 millones de euros enfocada en la salida al mercado de un primer dispositivo y el desarrollo de un segundo. A lo largo de este proceso, ha contado con el apoyo de la Agencia para la Competividad de la Empresa (ACCIÓ), dependiente de la Conselleria de Empresa y Trabajo, entre otros, a partir de una ayuda a proyectos de innovación abierta y disruptiva por un montante de 24.500 euros. 

En fase de consolidación, el equipo lo forman en la actualidad ocho personas, con base en el Parc de Recerca i Innovació de la Universidad de Girona, y ha colaborado con centros sanitarios de renombre, como el Hospital Trueta, el Hospital Sant Joan de Reus y el Hospital Sant Joan de Déu, donde realizaron la prueba piloto, además de la empresa Sanitas. 

En conversación con este medio, Diana Ballart, CEO y cofundadora de The Smart Lollipop, manifiesta que, desde el inicio, siempre han tenido claro que proteger la propiedad intelectual era esencial. "No solo se trata de un paso práctico para preservar la tecnología que desarrollamos, sino también de un activo intangible clave para la empresa y sus posibilidades crecimiento", concede. 

Dos patentes registradas

En la actualidad, cuentan con dos patentes registradas para "proteger al máximo la innovación" que hay detrás de The Smart Lollipop y, a lo largo de esta aventura, se asesoró con el Servicio de protección de la propiedad intelectual e industrial catalán. También, asegura Ballart, registraron el nombre comercial del producto y de la empresa, cuestiones ineludibles para posicionar el negocio. 

Parten de una visión estratégica a largo plazo, asegura. "La tecnología de The Smart Lollipop ha evolucionado significativamente desde sus primeras etapas: lo que comenzó como un concepto inicial es hoy una solución médica funcional, fruto de años de investigación y desarrollo", asevera. Gracias a ello, se han dado neuvos productos y aplicaciones que ponen de manifiesto el potencial de su idea.

"En Happy Innova seguimos comprometidos con innovar, proteger y hacer crecer una tecnología única que puede transformar la manera en que se realiza el diagnóstico médico", resume.

El futuro

¿Qué posibilidades de crecimiento tiene el campo de las patentes? 

Luis Ignacio Vicente del Olmo, de Pons IP, determina que la tendencia es "una mayor profesionalización y dinamismo en el mercado de patentes, impulsada por la entrada en vigor de la Patente Unitaria y del Tribunal Unificado de Patentes (UPC)". Con este mecanismo, se está simplificando la gestión y, al mismo tiempo, aumentando la seguridad jurídica en Europa. 

España todavía tiene el reto de "incrementar la tasa de explotación de las patentes y consolidar modelos de colaboración público-privada más eficientes", atribuye.

En todo caso, aquellas empresas que integren propiedad industrial en la estrategia de innovación serán "las que lideren el futuro". En un horizonte donde la inteligencia artificial crea nuevas vías de financiación, confía en que la propiedad intelectual será "el eje de la confianza, la cooperación y la competitividad global".