Adrià Bonell, propietario de BN Grup Barcelona
Adrià Bonell (BN Grup): "Barcelona está encallada y tiene miedo a molestar"
El restaurador de moda en la capital catalana busca un socio financiero para impulsar el crecimiento de su grupo
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Adrià Bonell se ha convertido en el restaurador de moda en Barcelona. El propietario de BN Grup, que gestiona emblemáticos espacios como el Jardinet d'Aribau, el Alquimia Barcelona o el bar clandestino The Circle, concede a Crónica Global su primera entrevista.
En esta charla, el restaurador desgrana sus ideas sobre la gastronomía barcelonesa, la nueva etapa de crecimiento que afronta su grupo, sus exigencias al Ayuntamiento de Barcelona, lo que se puede aprender de Madrid y el futuro del ocio nocturno. Bonell es sincero y transmite ilusión en sus proyectos. Consigue convencer y seducir. Ahora, busca socio financiero para seguir creciendo en Barcelona.
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Su grupo acaba de llegar a los 14 locales.
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Nosotros somos restauradores reales y hace muchos años que intentamos hacer feliz a la gente. Nos alimentamos de la gasolina del agradecimiento. Hay días en los que es muy ingrato dedicarse a este oficio y otros en que sientes mucho cariño. Siempre me levanto con WhatsApps de agradecimiento. Por eso queremos seguir creciendo, dando de comer a la gente y haciendo que se lo pasen bien.
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¿BN Grup es un grupo de restauración o de ocio?
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Somos un grupo de restauración que nos sentimos un grupo de ocio, porque lo nuestro no es dar servicio, es hacértelo pasar bien. Comes y bebes, pero aprendes. Se han acabado los restaurantes con cartas interminables y textos. Nosotros huimos de estas cosas. Queremos hacer pocas cosas, pero muy bien hechas y que tú vengas porque te gustan. Siempre me ha gustado romper los moldes de lo que la gente cree que es un restaurante. No buscamos que solo se pueda comer, sino ir mucho más allá. Mis locales siempre proponen planes y experiencias.
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¿Por ejemplo?
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En nuestra pizzería Trafalgar hay un taller de pizzas para niños. Así tu hijo está entretenido y tú puedes estar dos horas relajado con tu mujer. O nuestras coctelerías son esotéricas, y puedes hacer de todo, además de beber.
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¿Van a seguir abriendo locales?
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Tenemos 14 locales en Barcelona y L'Hospitalet y si todo va bien, antes de acabar el año abriremos tres más. Pero estamos en negociación y proyecto de ampliar el grupo, de crecer, de hecho estamos buscando socio financiero para que este crecimiento sea más amable.
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¿Tienen muchos pretendientes?
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Tenemos muchas novias, eso es que lo hacemos bien. Lo estamos pensando bien, porque queremos crecer con seny.
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¿Y cómo harán para salvaguardar el alma de su empresa? Hay otros grupos donde han entrado los fondos y han borrado su identidad.
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Fíjate que he dicho que buscaba un socio financiero y no un fondo de inversión. Los segundos te dejan un dinero y te exigen una rentabilidad asegurada. Y o bien recortas en materia prima o en personal. La comida o el servicio se desequilibra. Nosotros no queremos eso, sino un socio financiero que nos de herramientas para crecer.
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¿Se expandirán fuera de Barcelona?
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En la vida no se puede descartar nada, pero yo soy un restaurador de Barcelona. Yo quiero luchar por mi ciudad. Y no me quejo, sino que propongo. Y si la propuesta no gusta, vuelvo a reformularla. Yo soy de Barcelona, nací aquí y quiero para mi ciudad lo mejor.
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¿Qué le pide a la administración?
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Simplemente, que facilite las cosas y detecte a los buenos empresarios. Que haya currículums en las concesiones y no concursos. Nadie se siente orgulloso de lo que pasó en Vila Olímpica o del Balcó Gastronòmic, que está medio vacío porque es muy caro. Por eso digo que hay que dar facilidades.
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¿Qué puede aprender Collboni de Ayuso?
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De nuevo, las facilidades. Ayuso tiene un discurso que la gente escucha y se cree. Aunque me duela un poco, yo la escucho. Dice cosas y las hace. No se esconde en palabras bonitas. El problema de Barcelona es que está encallada y tiene miedo a molestar. Tengo amigos con discotecas que hacen felices a miles de personas cada día, pero que les viene la policía porque a una persona de enfrente le molesta. Solucionémosle a esta persona la molestia, pero no hagamos infelices a los 3.000 que bailan, ¿no?
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Es la victoria del català rondinaire.
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Sí, de los amargados. Escuchamos demasiado a la queja, la sociedad está un poquito avinagrada. Nos enfadamos demasiado. Muchos hablan de convivencia, ¿pero qué es convivir? ¿Que pase lo que yo quiero o que haya puentes para que todos estemos contentos? La convivencia no es que pase lo que tú quieres. Si te gusta dormir con la ventana abierta y escuchar a los pajaritos, repuebla la España vacía.
Adrià Bonell, propietario de BN Grup Barcelona
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¿En Barcelona se come bien?
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Se come bien siempre que se sepa dónde ir. Pero en los sitios donde se debería comer muy bien se come muy mal, como en Sagrada Familia, Las Ramblas o el Maremágnum. El Ayuntamiento no da facilidades, así que quien ocupa esas zonas son empresas de dudosa procedencia, de dudoso pago de impuesto y de aún más dudoso origen del producto servido. Tú no le puedes pedir a un empresario catalán que pague 42.000 euros de alquiler por un local en la Rambla, porque no puede hacerlo. Dar comida de un cierto nivel implica unos costes que con ese alquiler no se pueden asumir.
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Y es así como vamos perdiendo el centro de la ciudad.
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Si has ido a comer a Las Ramblas, no volverás. En la calle principal de Barcelona, de la que tendríamos que sentir orgullo, no se puede comer. Si vienes a hacer turismo y quieres comer la gastronomía local, no puedes encontrarte en tu primer paseo una sangría azul. El turista no va a ir a S'Agaró a comer pescado, quiere ir a Las Ramblas. Y tiene que poder comer bien.
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También La Boquería está perdida.
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Totalmente perdida. Entré hace poco y vi más frutas tropicales que catalanas.
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La gente que viene de fuera siempre dice que un miércoles cualquiera por la noche en Barcelona no se puede hacer nada.
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Es sorprendente. Recuerda a cuando ibas a tu pueblo y quedabas con tu grupo de amigos de siempre, para hacer lo mismo y con la misma gente. Erais pocos y al final te cansas de ellos. Pues Barcelona está así, no hay nadie que proponga nada. No dan licencias y encima se quejan de que la gente no consume. ¿Pero qué va a consumir? Lo que yo sé es que el que tiene una discoteca o un bar musical los llena. Debe haber competencia, porque te mantiene vivo y te hace ser mejor cada día.
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¿El sector del ocio se ha rendido?
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Un poco. Hemos perdido muchas licencias y muchas zonas de la ciudad, que se han ghettificado, con restaurantes y discotecas sólo para sectores y nacionalidades concretas. Eso hace que la oferta sea precaria y escasa.
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Lo que sí proliferan son los tardeos. Y en muchos casos, incumplen las normativas de seguridad.
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Sí, pero la ley no la hace Dios, la hacen las personas. Si los ciudadanos demandan tardeos, tiene que cambiar y poder hacerse. Lo que está claro es que los barceloneses quieren un modelo de ocio más amable, que empiece antes, donde se pueda comer y bailar. Pero como la legislación es tan ardua, se incumplen muchas normativas. Por eso hay que hacer las cosas bien, dar licencias y regularizar.
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La pandemia cambió el modo de salir.
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Nos enseñó que quizás no teníamos que ir a cenar y esperarnos 3 horas para salir e ir a un club que hasta las 2 de la mañana no abre. Es posible salir a comer, pasarlo bien y al día siguiente levantarte temprano. A los que ya tenemos una edad eso nos gusta.
- También se han puesto de moda las coctelerías.
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Pasa una cosa surrealista. Barcelona es la capital mundial de las coctelerías, tenemos a las mejores. Pues bien, no hay licencias de coctelerías. Tienes que coger una cafetería y como puedes vender alcohol, pues la llamas coctelería. O un restaurante mixto, con una cocina que no usarás para nada.
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Eso influye en el horario de cierre, por ejemplo.
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Claro, si las coctelerías tuvieran una licencia propia, no nos tendríamos que ir a las 2:30 de la mañana. Te dicen que cierran a las 3 y que o te vas a casa o a la discoteca. ¿Pero y si te lo estás pasando bien? A mí me pasa mucho, estoy con amigos charlando, tomándome un negroni, y me dicen que me tengo que ir. Yo no quiero ir a una discoteca, yo estoy bien aquí.
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¿Qué mensaje le mandaría a la nueva alcaldesa de la noche, Carme Zapata?
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Que no se desilusione. Yo sé que tiene buena intención. Que no se ahogue dentro de un mar administrativo tan dificultoso y que piense que si ella no lo consigue, lo tendrá más cerca el siguiente.
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¿Hay demasiado turismo? ¿Un exceso de turismo puede empeorar la oferta de restauración y de ocio de Barcelona?
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Un exceso de buen turismo, no. Un exceso de mal turismo, sí. Colau decía que no quería turismo y cerraba los hoteles, pero podías hacer hostales o pisos turísticos. Entonces, yo no entendía muy bien si había un exceso de turismo o simplemente a ella no le convenía el modelo. Creo que el turismo es una de las mejores cosas que hay en el mundo, porque te mueve el dinero. Y el dinero quieto es un papel. El dinero, como la energía, es transmisión. Si hay exceso de turismo es porque todos viajamos, nos movemos. Claro que hay que regular, porque la capacidad es la que es. Pero debemos tener el aeropuerto correcto, los negocios correctos, los impuestos correctos.
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¿Qué han entendido y qué no han entendido los hoteleros de Barcelona?
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Empiezan a entender que también hay un negocio mirando a la propia ciudad, no solo al turista. El hotelero solía fijarse solo en el aeropuerto, y no sabía que hay una ciudad con ganas de tener experiencias. La ocupación media de un hotel son dos tercios, hay espacio para el local. Muchos han aprendido a cuidar a esta ciudad y que el barcelonés entienda que el hotel también es suyo. Eso sí, aún no han entendido que cada punto de venta de un hotel puede ser negocio por sí mismo.
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Para terminar, cuéntenos cómo será su nuevo proyecto Ribelino´s.
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Es el proyecto de nuestra vida, en el que llevamos mucho tiempo trabajando. Como grupo de restauración de ocio nunca hemos tenido un club y lo que queremos es un ocio más amable. Abrir antes, trabajar con los aforos correctos, cuidar el producto y no ser abusivos. Obviamente, es un reto, porque todo el mundo lo pide y nadie lo ha hecho. Queremos abrir un club a las 5 de la tarde, al que un catalán pueda ir a cualquier hora, donde haya ambiente, se pueda tomar un whisky, charlar, bailar, que el vaso esté acorde a lo que pides y el aire acondicionado funcione bien.