Imagen de archivo del Real Club de Polo de Barcelona

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El histórico Real Club de Polo de Barcelona hunde sus beneficios un 85% en 2024

En medio de una rebelión interna, en la que algunos socios han pedido la cabeza del presidente Pablo Sánchez, el Polo publica el balance del último año: aumentan los ingresos, pero se desploman las ganancias por las faraónicas obras de renovación

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En el último mes, las polémicas han acechado al Real Club de Polo, una de las instituciones burguesas por antonomasia de Barcelona en las que nunca pasa (casi) nada. Un vídeo del youtuber Ibai burlándose del recinto y un presunto caso de acoso por parte del director de la escuela de tenis han agitado como nunca a la masa social. Ahora, el club ha presentado los estados contables de 2024. Y resulta que los beneficios se han desmoronado un atronador 85%.

El Polo apenas amasó, en el último curso, un escuálido superávit de 112.000 euros, que contrasta con los 740.000 de 2023. Atrás quedan las pérdidas contabilizadas durante la pandemia, cifradas en 366.000 euros en 2021 y 600.000 euros en 2020.

La facturación del Polo en 2024 experimentó un incremento del 5% y se situó en 29,2 millones. De dicha suma, 20,1 millones proceden de las actividades ordinarias, a saber, las cuotas abonadas por los socios y la recaudación de los concurridos restaurantes.

Los restantes 9,1 millones corresponden a la categoría “otros ingresos de explotación”; un cajón de sastre que acoge las matrículas de los nuevos inscritos, el mantenimiento de los caballos, las clases de equitación y la publicidad, entre otros.

La histórica inversión derrumba los beneficios

El derrumbe del beneficio ocurrido el pasado ejercicio se debe a que el club se encuentra inmerso en la renovación más ambiciosa de su centenaria historia. Ha invertido 15 millones en una obra faraónica para rehabilitar por entero las instalaciones.

Las actuaciones se financian con recursos propios y con un préstamo de 5 millones de euros otorgado por Caixabank, a un tipo fijo del 2,5% y un plazo de amortización de 10 años. La hipoteca rompió las costuras de la entidad, pues algunos socios consideraron la operación “desmedida”.

Rocosos fondos propios

Pese al rumbo más o menos errático de los últimos años, los fondos propios de la entidad suman 21 millones, gracias a haber retenido los beneficios generados durante décadas. Los activos se cifran en 33 millones, de los cuales 28 conciernen al inmovilizado material.

El Polo cuenta con un censo de 11.500 socios, representantes de la más opulenta burguesía de Barcelona. Todos ellos fueron llamados a las urnas a finales de 2023, en las primeras elecciones celebradas desde 2010.

Elecciones por el poder del Polo

Pablo Sánchez Marquiegui, socio de la agencia de publicidad Dinamarka, salió ganador y ha sido el encargado de pilotar la nueva etapa del Polo tras el adiós del anterior titular del cargo Curro Espinós. Sánchez está secundado por cinco vicepresidentes: Eduardo Pedrosa, Beth Jover, Tomás Ragué, José María Cardellach y Santiago Font. El secretario es José María Batista.

Con casi 400 trabajadores, el Polo destina su mayor partida de gasto a los sueldos del personal, con un coste de 14 millones.

Pablo Sánchez Marquiegui, presidente del Polo

Pablo Sánchez Marquiegui, presidente del Polo SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Pons Casademunt, el desconocido 'dueño' del Polo

Los extensos terrenos del Real Club de Polo de Barcelona, ubicados en avenida Diagonal, no son propiedad del club, sino que pertenecen desde 1929 a la firma Torre Melina SA. El club abona cada año un canon arrendaticio, que el año pasado significó un desembolso de 1,7 millones. El contrato suscrito con dicha mercantil se renueva cada 25 años. El próximo vencimiento ocurrirá en 2031.

El dueño de dicha mercantil es el barcelonés Luis Ignacio Pons Casademunt, cuyo perfil periodístico es nulo. Se trata de un veterano terrateniente de altos vuelos, tan rico como desconocido.

Además del predio del Polo, su sociedad Torre Melina también es titular del solar contiguo donde se levanta el Palacio de Congresos de Cataluña, situado junto al hotel Torre Melina Gran Meliá, de cinco estrellas, antes llamado Rey Juan Carlos I. Luis Ignacio Pons es, asimismo, propietario de uno de los inmuebles más valiosos de Barcelona: la esquina que ocupa el establecimiento de El Corte Inglés, en plaza de Cataluña. La tiene arrendada al grupo madrileño, a cambio de una jugosa renta mensual.

El Real Club de Polo es una de las instituciones privadas y más señeras de la Ciudad Condal. La fundó en 1897 un prominente grupo de acaudalados burgueses de la época, amantes de los deportes de equitación. Cuando el rey Alfonso XIII, bisabuelo de Felipe VI, visitó en 1904 las instalaciones, exclamó con admiración: "El polo es un deporte de los reyes y el rey de los deportes".