Un combinado en Dollhouse Barcelona, el mayor 'strip club' de la Ciudad Condal, ayer

Un combinado en Dollhouse Barcelona, el mayor 'strip club' de la Ciudad Condal, ayer CG

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Fui al mayor 'strip club' de Barcelona el día grande del MWC: esto es lo que vi

Las bacanales nocturnas con champán en el Mobile World Congress se han terminado

La primacía asiática trae contención: "La feria ya no es nada de lo que fue"

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Son las 21:58, y el Dollhouse Barcelona, el mayor club de striptease de la Ciudad Condal, se despereza. En la primera noche del Mobile World Congress (MWC) de la Ciudad Condal, este templo del destape situada en plenas Ramblas aguarda a su noche grande. Eso sí, Amir, uno de los captadores a pie de bulevar, echa agua al vino. "Ya no es como antes, la gente viene en coches directamente a la puerta". 

Dentro del Doll, Sofía (nombre falso, como todos), originaria de Medellín (Colombia) organiza el espacio y prepara los últimos retoques. Pero la sala está vacía. Unas 40 mujeres apenas cubiertas con vestidos insinuantes atienden sus instrucciones. Otras van llegando forradas en polares. 

Atilio, un fornido controlador de acceso, sorbe un café despreocupado en la puerta. "Veremos cómo es la noche", prescribe sin demasiado entusiasmo. "Ya no es como antes", zanja soplando a su vaso de porexpán. Google comunica 12 grados a pie de avenida. Un gélido viento sugiere que la sensación térmica es algo menor. 

La trifecta tecnológica de noche

Hablar del Mobile World Congress de noche es hacerlo de bares, restaurantes y discotecas. Fecasarm, una de las patronales de ocio nocturno, sitúa la facturación de la hostelería en 105 millones de euros en cuatro días

En el terreno del algo más, el alterne estricto o lo que gravita en un campo intermedio entre el ocio y el sexo, no hay cifras oficiales. Tres polos se reparten el mercado del MWC canalla: el Dollhouse, el Blue Night de Turó Parc y la icónica Sala Bagdad, que peina canas a pie de avenida Paral·lel. 

En este último club de porno en vivo, Juani de Lucía, propietaria, veta el acceso a los medios durante los cuatro días de congreso. Son los únicos privados del Bagdad en todo el año. 

El Dollhouse, ayer en la primera noche de MWC en Barcelona

El Dollhouse, ayer en la primera noche de MWC en Barcelona CG

"Fotos, no"

En el Dollhouse tampoco se permite la prensa, pero con Crónica Global han hecho una excepción. Dejan pasar y preguntar con la condición de no hacer fotografías ni vídeos. 

Sofía, atenta anfitriona, rechaza con elegancia que preguntemos a los primeros clientes asiáticos del local. 

"El Mobile ya no es nada"

Le damos una hora y dos cañas en la plaza Real de margen para que "se llene un poco más" la sala, que se reparte en dos pisos, con la tarima de lap dance entre alturas. La Ada Colau alcaldesa puso todas las trabas posibles a la apertura del Dollhouse, primero, y lo precintó después. Ahora opera con milimétrico arreglo a las ordenanzas. 

 

Son la 23:05 y el Dollhouse ya ruge. Fernando obra de cicerone y parece más entusiasmado --o menos congelado-- que antes. "No está mal", sentencia, refiriéndose al ambiente. 

En el interior, Sofía nos acomoda a una distancia prudente de chicas y clientes. Unas 60 ellas, unos 30 ellos. Nos presenta a Karla. ¿Qué es el Mobile? "El Mobile no es nada", corta riéndose. 

"Malos clientes"

Esta esteticien colombiana de 36 años no tiene reparos en renegar de la mayor feria del móvil de la historia de Barcelona, que durante el día ha sorprendido por su explosión de visitantes, novedades y superficie expositiva. 

"Yo me voy con quien quiero --en el Dollhouse no hay prostitución, sino alterne con licencia--, y los clientes del Mobile que vienen ahora son malos", detalla. Apenas gastan. "No compran botellas, y como máximo te pedirán un baile privado o media hora", protesta. 

La tarima del Dollhouse Barcelona

La tarima del Dollhouse Barcelona Cedida

"Me 'sacaba' 7.000 euros la noche"

Esos nuevos clientes son, en su mayoría, "chinos, japoneses o coreanos". Los nuevos protagonistas del Mobile, de los que John Hoffman --CEO de la GSMA, organizadora del evento-- alardeará al cierre de la cita, "son pésimos clientes" de noche. 

"Antes, se llenaba el club de estadounidenses, británicos o noruegos. Dejaban dinero. Yo me llegaba a sacar 6.000 o 7.000 euros en una noche. En una ocasión con un cliente y otras chicas, hasta 40.000", rememora Karla. 

"Esto no es un burdel"

Esas épocas pasaron. Los más viejos del lugar aún aseguran haber visto "autocares de prostitutas" llegando a Barcelona para el Mobile. ¿Existen? "No. Las chicas se organizan ellas mismas y saben que puede haber trabajo. Ellas deciden. Aquí procuramos que los shows no paren", informa Sofía. 

Esos espectáculos son los bailes en pole dance que duran, milimétricos, dos canciones. Se repiten con una bailarina distinta "cada 20 o 30 minutos". Las coordinan Sofía y su equipo de ayudantes, todas mujeres. 

"Esto no es un burdel, es un club de striptease, ofrecemos la experiencia de venir con un grupo de amigos y tomarte algo", razona la directora de orquesta. 

Mesura

Han y sus compañeros, que han venido al Mobile, están viviendo la experiencia. Chinos de origen, prefieren no revelar la empresa para la que trabajan. Sintetizan su velada del primer día fuerte del Mobile, el que más keynote speakers tenía, con "have fun" o "pasarlo bien".

Son las 01:13 y ahora el champán ya circula. Salen las primeras botellas de espumoso con bengalas, aunque electrónicas. "Ahora sí está animado", describe una de las chicas. 

Han y su tropa no quitan ojo de la tarima de baile en barra, donde se contornea una artista. Aparecen dos escandinavos de la nada y se sitúan también cerca del escenario. Tras un pase, dan unos cuantos dólares a la bailarina con un punto de timidez. "Son moneda nuestra, para sentirse como en Las Vegas", detalla Sofia. 

Imagen de la mesa de póker del Dollhouse Barcelona

Imagen de la mesa de póker del Dollhouse Barcelona Cedida

Si Cataluña es la tierra del hub, por los incontables polos que presenta la clase política a los medios, el Dollhouse sería el hub de fornicio de la Barcelona congresual. "El Mobile, mal. El ISE, bien. Construmat y Alimentaria, ya nada, como el móvil. Lo que es bueno es el Seafood --Seafood Expo Global, del 6 al 8 de mayo--", ordena concienzudamente Karla. 

Los indios se van

A las 1:38, Kabir y sus acompañantes recogen sus bártulos y hacen ademán de marcharse al hotel, antes de otra jornada en Fira de Barcelona. "Nos levantamos pronto", justifican cuando topamos con ellos en la puerta.

Les acompaña --sorpresa-- una chica, algo inusual, "aunque no descabellado, a veces vienen", dice Sofía. 

Los congresistas hindúes desfilan hacia su alojamiento mientras la noche se torna gamberra. Salen más botellas con bengalas, y entran turistas en solitario, que son cortejados sin insistencia. Y también más delegados del MWC, aunque ataviados con el arreglado pero informal de haber salido a cenar tras las ponencias y el networking

"Aquí no se explota a nadie"

¿Explotación sexual a la sombra de la feria de telefonía? "No. A menudo [los clientes] solo quieren un rato de compañía, beber unas copas, bailar o desahogarse hablando y llorando con nosotras", describe Karla. "Y en esos casos, para mí mucho mejor. Como lo es que les guste la sodomía, que ocurre con muchos más de los que pueda parecer. Ya tengo hasta vibradores de todos los tamaños", admite con una media sonrisa. La joven se acicala y se levanta. Ha llegado un cliente "rubio" --así identifica a los caucásicos-- que puede ser "prometedor". 

No regresa, pero en su lugar se sienta Sofía, que ahora apenas se toma un respiro por el trabajo que hay. "Desde fuera, nuestra casa se verá de otra forma, algo turbio o maligno, pero no dista mucho del lobi de un hotel con música íntima. Procuramos que todo el mundo esté seguro y cómodo". Eso sí, fallan los clientes, que ya no son como los de antaño. 

Pasan las 02:00 de la madrugada y el Doll llega al apogeo. Han y su gente se han desplazado a la zona inferior, que cuenta con barriles para bailar sobre ellos. Apuran sus tragos ante un revoloteo de mujeres, pero no beben demasiado. Los hacen durar.

Se contienen, ríen, y no parece que usen los servicios extra. Y es que no son clientes como los del Mobile de antes, como ha descrito Karla, a quien ya no vemos. Ha desaparecido junto a otras compañeras.