La incertidumbre que se ha instalado en los mercados como consecuencia de la crisis política en Francia ha dado como resultado un escenario que pocos imaginaban no hace mucho tiempo: al país galo, una de las economías más poderosas del planeta, fundador de la hoy llamada Unión Europea y referente de Occidente, le cuesta tanto como al español colocar su deuda pública entre los inversores.
La distancia entre la prima de riesgo de ambos países, que habitualmente se situaba entre los 40 y los 50 puntos básicos, es en estos días prácticamente inexistente. El bono francés a 10 años, referencia de los mercados en la renta fija soberana, ofrece una rentabilidad en torno al 3,15% en el secundario, mientras que el rendimiento del español apenas supera el 3,2%.
El punto de inflexión fue la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo, entre el 6 y el 9 de junio. Los pobres resultados obtenidos por la formación del presidente de la República, Emmanuel Macron, y el avance de los partidos situados más a la derecha, especialmente el RN liderado por Marine Le Pen, derivaron en un adelanto electoral que acabó con las fuerzas de la izquierda unidas en el Nuevo Frente Popular para hacerse con la victoria final.
Un resultado que ha puesto en guardia a los mercados dada la estrategia que los vencedores de los comicios tienen en materia económica, basada en el incremento del gasto público, lo que agravará los problemas de endeudamiento público que, ya de por sí, arrastra el país vecino.
Con un volumen total que supera los tres billones de euros, Francia lleva tiempo en el grupo de países que comparten el euro cuya deuda se sitúa por encima del 100% de su PIB, precisamente junto a Italia y España.
Una situación especialmente inoportuna dado que uno de los mandatos de la nueva Comisión Europea que salga de las citadas elecciones es regresar a la disciplina fiscal, que establece como límite de deuda pública el 60% y déficit público, el 3%, cota que el Estado francés también supera ampliamente.
Escenario inédito en 20 años
Dado que el Gobierno español también apuesta por volver a elevar el gasto público y acaba de aprobar en el Congreso una nueva alza del límite, con vistas a la confección de los Presupuestos Generales del Estado de 2025, tanto España como Francia deberán acudir de manera activa al mercado para financiar esta estrategia.
En este punto, España ha tenido tradicionalmente desventaja frente a vecinos más poderosos como franceses e italianos. Sin embargo, ahora se va a encontrar en una tesitura inédita en las últimas dos décadas, con una deuda más atractiva que la italiana y en condiciones muy similares a la francesa.
La dura competencia de Portugal
No obstante, la misión no será sencilla ni barata. La competencia más directa llega desde la vecina Portugal, con un diferencial de su bono a 10 años respecto del alemán inferior al de las economías citadas anteriormente, que le superan por mucho en tamaño.
La disciplina a la que ha sometido el Estado luso sus cuentas públicas, incluso con gobiernos de izquierdas, ha sido premiada por los inversores, lo que ha elevado el apetito por la deuda portuguesa en el mercado y permite financiarse incluso por debajo del 3%.