Ángel Simón ha comunicado que deja la presidencia de Aigües de Barcelona. La renuncia del consejero delegado de Criteria se da en el marco de la batalla entre París, donde está la sede de Veolia, y Barcelona por la gestión de Agbar, la holding de la gestora hídrica de la capital catalana y su zona de influencia. Unas discrepancias que estallaron tras la decisión de la multinacional francesa de recortar el plan de inversiones en Cataluña y que afectaba a las medidas para la sequía pactadas con la Generalitat.
La renuncia ha sido aceptada por la compañía, que en los próximos días decidirá con los socios cómo abordan la sucesión de Simón. Cabe recordar que Aigües de Barcelona es una sociedad de economía mixta. El 70% está en manos de Agbar, controlada a su vez por Veolia; otro 15% es propiedad del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y el 15% restante es de Criteria, la sociedad de participadas industriales de la Fundación Bancaria la Caixa presidida por Isidro Fainé y dirigida por el propio Simón.
Plan global de Veolia
Las fricciones por la gestión estratégica del grupo Agbar empezaron cuando Veolia dio a conocer su estrategia global, el plan denominado Green up. El documento se presentó a finales de febrero e indicaba que se frenarían las inversiones en las infraestructuras de agua con el objetivo de frenar otras actividades del grupo sin tanto margen. Es decir, compensar los resultados de bioenergía y tratamiento de residuos para maximizar los beneficios consolidados de la multinacional a corto plazo.
El plan se aprobó dos semanas después de que Simón saliera de Veolia. Hasta ese momento era el responsable en España y Latinoamérica de la división hídrica, pero presentó su renuncia en París después de que asumiera el cargo de consejero delegado de Criteria. Mantuvo su vinculación histórica con el grupo a través de la presidencia no ejecutiva de la filial que ahora abandona.
900 millones de inversión hasta 2027
La cúpula de Veolia defiende que los más de 900 millones de euros que Agbar debe destinar en mejorar las infraestructuras hídricas que gestiona en Cataluña desde el ejercicio en curso hasta 2027 no caben en la estrategia global. A pesar de que esos compromisos se incluyen en la Ley 9/2023 de medidas extraordinarias para luchar contra la sequía que el Govern de la Generalitat aprobó el año pasado.
Además, aunque la situación de las reservas hídricas del territorio haya mejorado en las últimas semanas y ya no se esté en situación de emergencia, las mejoras de la red son imperativas. Tanto desde el Ejecutivo catalán como los técnicos y expertos, como los colegios de ingenieros, coinciden en determinar que los problemas de abastecimiento cíclico que sufre Cataluña -especialmente el grueso de la ciudadanía, la que habita en la provincia de Barcelona y Girona y se abastece de las cuencas internas- es el estado de la red más que por el consumo abusivo.
Mejoras comprometidas por parte de Agbar
Por este motivo todos los agentes, públicos y privados, se han conjurado para abordar proyectos pendientes. ATL ha invertido en acabar con las fugas y Agbar, y Aigües de Barcelona, en aprovechar al máximo los recursos hídricos disponibles.
Eso implica mejorar la Estación de tratamiento de Agua Potable (ETAP) de Sant Joan Despí (Barcelona), construir un nuevo campo de pozos en Santa Coloma de Cervelló, Sant Joan Despí y Sant Feliu de Llobregat o dotar de una nueva planta potabilizadora el río Besòs, entre otros. Cuestiones todas ellas que Veolia quiere aparcar para mejorar sus resultados.