Barcelona es casa para Louis Vuitton. Son cinco las plantas de producción de marroquinería que la marca francesa de artículos de lujo tiene en Cataluña, cuatro de ellas en la comarca barcelonesa del Vallès (tres en Barberà y una en Santa Perpètua de Mogoda). Son las únicas en España y, recientemente, la maison ha estrechado aún más su vinculación con la capital catalana.
Tanto es así que ambas han sellado su idilio en el escenario más icónico posible la noche de este jueves con un evento internacional.
Lujo y modernismo
El Park Güell, máximo exponente del patrimonio modernista de la ciudad, ha lucido sus mejores galas en Crucero 2025. La excelsa ubicación responde al deseo del director creativo Nicolas Ghesquière, quien disfrutaba del legado del celebérrimo arquitecto Antoni Gaudí cuando veraneaba en Cataluña.
Este ha sido un encuentro de altísimo nivel con invitación al alcance tan solo de los celebrities más exclusivos. El deportista Rafa Nadal, nueva imagen Louis Vuitton, o la actriz Ana de Armas, última chica Bond, son tan sólo algunos de los VIP que no han querido perderse las dos colecciones cápsula presentadas y el evento social posterior.
Codo con codo
El desfile ha sido, precisamente, una de las muchas acciones que la firma ha organizado codo con codo con Barcelona bajo el amparo del mayor evento deportivo del año que acoge la ciudad, y al que, sin ir más lejos, da nombre: la Louis Vuitton-America's Cup.
El patrocinio de la competición se rompió en 2007 tras 25 años, y la elección de Barcelona como sede tiene mucho que ver con este reencuentro. "Que la copa se celebre aquí ha sido uno de los factores decisivos para este retorno", ha reconocido a la prensa Grant Dalton, director general de America’s Cup Events Barcelona.
Más allá de Paseo de Gracia
Hitos como estos permiten ensalzar Barcelona y dar ejemplo del poder de la colaboración público-privada en favor de las arcas públicas y la promoción de "un buen turismo". Así lo resume el profesor de OBS Business School Claudio Arós, que incide en que "el mercado de lujo va en aumento" y la capital catalana está bien posicionada en "la lucha por la atracción de sus clientes".
Estos, con una gran capacidad para desplazarse en cualquier época del año y consumir los servicios y productos de la ciudad, "deben ser cuidados para que no haya un desplazamiento hacia otros puntos", como podría ser Madrid. Así las cosas, eventos como estos "son un buen escaparate para la atención internacional" y permiten extender la relación de la marca con el territorio más allá de la tienda ubicada en el Paseo de Gracia, principal corner de la urbe y "en el que el resto de principales firmas están presentes".
Relación duradera
El vínculo de la maison con Cataluña -con una importante tradición textil precisamente en el Vallès- se remonta más de tres décadas atrás en el tiempo. No sólo eso, sino que este se ha fortalecido a medida que LVMH Iberia, su filial en España, se ha expandido al desplegar las cinco plantas que operan en la actualidad, y que suponen un pilar para la industria de la comunidad.
"Louis Vuitton concentra más del 90% de la marroquinería que se produce aquí", resume Javier Rubio, secretario de negociación colectiva de CCOO, sindicato que cuenta con la mayoría absoluta en todos los centros de producción.
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"Mira si la apuesta es fuerte que, en vez de localizar la producción en otros países con menos costes, la han mantenido e incluso expandido", insiste Arós, para el que "Barcelona es una apuesta muy importante para la marca, ya que no es sólo el alquiler temporal del Park Güell, sino todo por lo que ha invertido detrás".
Trabajo de artesanía
La gran mayoría de la plantilla de las fábricas, compuesta por en torno a 1.800 empleados, la forman mujeres con un perfil altamente cualificado. Son trabajadoras con un gran nivel de especialización, requerido para la confección de los productos de la lujosa marca, que precisan de una importante habilidad y destreza en la artesanía.
Para ello, la empresa se vuelca en la formación de sus empleadas porque "este trabajo no está a la altura de cualquiera", insiste Rubio, que reconoce el buen hacer de la dirección en las negociaciones para llegar a acuerdos con el comité de empresa; recientemente, ha ascendido al 80% de los empleados de las plantas de producción.