Calcular el Valor Social Integrado (VSI) en la gestión empresarial -que permite evaluar el valor económico de las acciones de responsabilidad social de las compañías- es una tendencia cada vez más al alza en el ámbito organizativo. Una labor en la cual destacan algunas como por ejemplo Aigües de Barcelona o entidades como la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Así lo revela un análisis del Instituto Catalán de Evolución Económica y Transformación Social (ICEETS), apuntando que esta práctica permite introducir nuevos patrones para la gestión de proyectos y de personas, además de estimular el progreso continuo y mejorar el diálogo con los stakeholders.
Según dicho estudio, la medición de la contribución social de las organizaciones se ha convertido en una práctica cada vez más extendida, pues permite calcular el valor que aporta una organización a sus diferentes grupos de interés.
El caso de Cataluña
En Cataluña sobresalen sectores económicos como el de la auditoría, cuya organización colegial recientemente ha presentado la cuantificación de su huella social. El Col·legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya (CCJCC) ha sido la primera entidad gremial de toda España que ha calculado su impacto global en la sociedad, y en su informe recoge que por cada euro que generó, casi llegó a triplicar en 2022 el valor social integrado hasta los cerca de los siete millones de euros.
En términos globales, la entidad presidida por Joan Vall aportó, fruto de su actividad económica en términos de creación y distribución de riqueza a sus grupos de interés, un valor social de mercado (VSM) de cerca de 1,6 millones euros.
De Aigües de Barcelona a las universidades
En el ámbito empresarial, Aigües de Barcelona lleva años realizando su informe VSI, un estudio como elemento para medir su contribución social aunque, como ha pasado entre las grandes compañías, estas mediciones se han acabado integrando en las memorias de sostenibilidad.
Según el análisis del Instituto, hay otros ámbitos como el universitario donde el valor social integrado juega un papel relevante para determinar el retorno a la sociedad a partir de los recursos obtenidos. En este sentido, destaca el primer estudio realizado por el conjunto de universidades públicas catalanas que mediante el método del VSI contabilizaron toda la actividad generada en el marco de su compromiso con la sociedad. Así, por cada 100 euros de gasto público en el sistema universitario, se plasmaban en 449 euros de retorno para el curso 2017-18, siendo los alumnos, empleados, empresas y entidades los colectivos más beneficiados. En total se alcanzaban los 3.583 millones de euros de impacto social.
Entre las universidades que han realizado estudios individualizados de estas características destacan los estudios de la Universidad de Lleida, con 140 millones de euros de Valor Social Integrado en el curso 2019-20; o 40 millones en el mismo periodo en el caso de la UPF Barcelona School of Management; o bien los 110 millones de euros por parte de la Universidad de Vic entre 2017-2018.
Cooperativas
Otro sector relevante que ha medido el Valor Social Integrado es el cooperativo, donde sobresalen las empresas de economía social, que apuestan por medir la contribución a la sociedad más allá de determinar el volumen de facturación que mueven. Este es el caso del Grupo Clade, que agrupa a 11 empresas como la láctea La Fageda o la cooperativa Abacus.
El indicador del valor social integrado focaliza la creación de valor en el largo plazo para empresa, empleados, accionistas y el conjunto de la sociedad, y también contribuye a tener en cuenta el impacto social y medioambiental derivado de la actividad de la propia empresa. Esto, en su conjunto, permite mejorar tanto la reputación corporativa y fomentar la confianza del consumidor, además de actuar como elemento tractor para atraer talento profesional, según concluye el Instituto Catalán de Evolución Económica y Transformación Social.