Cuenta atrás para el cierre del restaurante de la Mola, cuya clausura no evitarán ni las 14.400 firmas que sus gestores, los hermanos Gimferrer, han entregado este jueves en la Diputación de Barcelona. Todo ello, mientras la corporación ha contraprogramado este simbólico acto con la presentación de su plan para el futuro de la cima de la montaña, que incluye un monasterio del siglo XI.
Esta entrega de firmas es la segunda en la Diputación de Barcelona, tras la realizada en diciembre, y sigue a otra que los Gimferrer, arropados por medio centenar de personas, presentaron el miércoles en el Ayuntamiento de Matadepera (Barcelona), municipio al que pertenece la Mola.
Diez meses por delante
No van a servir de nada. El próximo domingo, La Mola (así se llama el restaurante) bajará la persiana, aunque los gestores tendrán 10 meses por delante para completar el traslado y decidir qué hacen con el burro y las mulas con los que suben los víveres cada mañana, y que hoy por hoy son la única manera de transportar los alimentos y bajar la basura.
"Ahora nos toca buscar trabajo", declara Gemma Gimferrer, que lleva toda la vida al frente del restaurante y que se acaba de apuntar a las listas del paro a pocos años de cumplir la edad de jubilación. De hecho, ella se puso al frente del negocio en 1966, aunque desde 1941 ya existía un establecimiento, comprado por su padre, en el que se servían comidas y bebidas.
Un modelo sostenible
En esta ocasión, los Gimferrer han estado acompañados por Gabriel Pirla, concejal de Junts en el Ayuntamiento de Matadepera.
Sea como sea, este fin de semana expira el contrato "improrrogable" de la gestión del espacio, que pertenece a la Diputación de Barcelona, y la corporación no tiene intención de renovarlo, al menos por ahora. Y el motivo que aduce es que hay que apostar por un modelo sostenible que, a su entender, no cumple el actual restaurante, al que responsabiliza de la elevada afluencia al parque natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac.