Vall Companys cerró uno de los ejercicios más complicados de los últimos años con una facturación de 3.010 millones de euros, un 31% más que en 2021, por el efecto de la elevada inflación y el impacto de las compras que llevó a cabo.
El primero de los factores fue, por otro lado, un componente que contribuyó a estrechar los márgenes, junto con la guerra en Ucrania, que provocó fuertes tensiones en la parte inicial de la cadena de valor agroalimentaria.
Menores márgenes
El incremento de los costes de producción redujo el margen de Vall Companys hasta el 3,6%, desde el 4,1% que registró el año anterior, lo que hizo que el resultado neto se quedara en 110 millones de euros, algo por debajo del que logró en 2021 aunque con un descenso inferior al promedio del sector.
Además, durante 2022 el grupo prosiguió con su estrategia de crecimiento inorgánico, con la adquisición a finales de año de Grupo SADA y de Embutidos Rodríguez, aunque las cifras de esta última no están reflejadas en el balance toda vez que la transacción se cerró formalmente ya en las primeras semanas de 2023.
Creciente facturación en el exterior
Dentro de su estrategia de diversificación, la compañía cuenta ya con un 35% de la facturación procedente del exterior, esepcialmente gracias al sector porcino, con una clara vocación exportadora.
En este segmento, sus principales mercados internacionales son China, Corea, Japón y Europa Central.
Eficiencia energética
En un comunicado, Vall Companys destaca la inversión de 81,5 millones de euros destinada en 2022 a la mejora de la eficiencia en sus plantas de producción, con la renovación de maquinaria, así como en la ampliación y renovación de las instalaciones.
También ha realizado una firme apuesta por el autoconsumo energético, con inversiones de 15 millones de euros en solar fotovoltaica para el suministro de sus centros de producción.