Grifols se ha convertido en los últimos años en un referente mundial de la industria farmacéutica en el entorno de los hemoderivados, una evolución esculpida a golpe de crecimiento inorgánico y de talonario que ha terminado por poner contra las cuerdas tanto a la empresa como a la familia fundadora, hasta el punto de obligarle a dejar la gestión en otras manos.

El golpe de efecto ya se dio en una época complicada, durante la pasada crisis financiera, con la compra de la estadounidense Talecris, que abría de par en par las puertas de este mercado. 

EEUU, Asia...

No dejó de ser una declaración de intenciones que se vio prolongada en el tiempo, especialmente con la ampliación del negocio en el país, que incluso le llevó a cotizar en Wall Street, circunstancia que aún mantiene. 

Más tarde llegó la oportunidad del mercado asiático, con la adquisición de una participación en la china Shangai Raas Blood. Para entonces, el apalancamiento de Grifols habría crecido peligrosamente hasta superar una ratio deuda/Ebitda de cuatro veces.

En busca de aire financiero

De ahí que esta operación se financiera incluyendo como parte del pago una participación en uno de sus negocios en EEUU. También recurrió a sus activos norteamericanos poco después para obtener algo de liquidez, al dar entrada a GIC, el fondo soberano de Singapur, en una de sus filiales. 

Una maniobra que le permitía elevar su patrimonio neto en cerca de 900 millones de euros, lo que fue aprovechado para abordar la adquisición de la alemana Biotest y lanzarse así también a la conquista de los mercados europeos, con el fin de diversificar una cartera internacional que dependía en exceso de los siempre complicados mercados estadounidense y asiático.

El aviso de KPMG

Sin embargo, el contratiempo llegó en forma de una reformulación de resultados auspiciada por la auditora KPMG. La firma encargada de tutelar las cuentas de Grifols consideró que, con la base de las normas internacionales de contabilidad, la cantidad procedente de la operación con GIC no debería incluirse en el patrimonio neto, como había hecho la farmacéutica, sino que debía formar parte del pasivo financiero no ordinario.

Una circunstancia que, como se apresuró a aclarar Grifols en una comunicación remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), no afectaba como tal a los resultados de la compañía. Pero sí a su balance. 

Centros de donación

Con la operación alemana, la deuda financiera se había disparado por encima de los 6.500 millones de euros y su financiación empezaba a tornarse muy complicada, así como el cumplimiento de los compromisos con la banca de inversión.

También ha pasado factura su agresiva estrategia de apertura de centros donación, que ha incluido destinos como Canadá, Egipto o Irlanda

Proyecto 'Velázquez 21' de la familia Grifols en Madrid / GOOGLE MAPS

En el plano de las finanzas individuales de la familia, durante el último año, el clan Grifols ha soltado lastre en sus negocios extramuros de la multinacional para cumplir con sus acreedores. Recientemente, la familia se ha desprendido de su mejor activo inmobiliario: el edificio Velázquez 21 ubicado en una de las millas de oro de Madrid.

Siete meses después de recibir autorización municipal para convertir el inmueble en un complejo residencial de lujo, los Grifols han vendido el activo a Inbest GPF. Esta sociedad de inversión remodelará el espacio para albergar 10 viviendas de alto estanding y una zona comercial de más de 2.000 metros cuadrados.

Socimi

Los negocios inmobiliarios de los Grifols se vehiculan a través de la socimi Centurion Real Estate. Esta compañía, a su vez, está controlada por Scranton Enterprises, un holding domiciliado en Países Bajos y participado por la propia familia que posee aproximadamente el 8% de la farmacéutica.

Según avanzó El Economista, Scranton traspasó el año pasado una cartera de 1.500 pisos que había adquirido al fondo alemán Patrizia y, además, vendió el 5,7% que tenía en la app de segunda mano Wallapop. Pero la patrimonial retiene el control del club de baloncesto Joventut de Badalona y la bodega Juvé y Camps.

Apuesta por el turismo

Además, la promotora inmobiliaria BeCorp, una joint venture para construir pisos de alquiler con mayoría de la sociedad patrimonial, se vio a salvo de las desinversiones para cubrir los vencimientos de deuda. Precisamente, BeCorp quiere levantar 40 pisos de lujo en Sarrià pese a que la operación está envuelta en la polémica, como ha explicado Crónica Global.

En julio de 2021, Scranton también entró en el sector turístico con la adquisición del hotel Hesperia Presidente de Barcelona, ubicado en la avenida Diagonal, por 125 millones de euros.