Una nueva alianza de empresas prevé invertir 1.500 millones de euros en la protección ambiental, la regeneración natural y la reactivación económica del mar Mediterráneo hasta 2030. La iniciativa ha sido bautizada como Nactiva, una plataforma de inversiones sostenibles que ha sido constituida como sociedad de beneficio e interés común (SBIC), el nuevo régimen jurídico español para las benefit corporations u organizaciones con recursos privados pero sin ánimo de lucro.
Los primeros proyectos tendrán impacto en el litoral catalán y otras zonas de España, pero el objetivo es alcanzar otros países europeos en el futuro. Los directivos Joan Cabezas (The Palladium Group) y Silvia Alsina (Roman) impulsan la iniciativa, que cuenta con siete empresas como miembros fundadores: Agbar, Naturgy, Celsa Group, Cementos Molins, Catalana Occidente, Grant Thornton y Flax & Kale. Con la incorporación de Caixabank, Global Impact Assets y Ametller son diez las corporaciones que participan.
Plan de internacionalización
"La ambición es llegar, de aquí a unos años, a Italia, Francia y otros países del Mediterráneo", señala a Crónica Global Cabezas, consejero delegado de Nactiva. A través de este nuevo vehículo, el ejecutivo pretende impulsar 200 proyectos sostenibles, ampliar el número de compañías participantes a 50. La meta es alcanzar una inversión de 1.500 millones de euros en 2030 y regenerar un total de 250.000 hectáreas de terreno en los diversos territorios seleccionados.
Este plan ambicioso se empezó a gestar tras la experiencia de Palladium con proyectos sostenibles y de impacto positivo en el Amazonas brasileño, Indonesia, Uganda, Kenia o Tanzania. Más recientemente el foco dejó de estar solo en países en desarrollo y se configuró una colaboración público-privada en Reino Unido con grandes corporaciones. En España, una reunión con 25 empresas llevó a activar un equipo técnico internacional y, el pasado mes de noviembre, se puso en marcha la fase operativa, de modo que los primeros proyectos ya se han empezado a ejecutar. Las cuatro áreas de actuación identificadas son el litoral, la agricultura, los bosques y el agua.
Una segunda vida para el Llobregat industrial
En el apartado de bosques, los primeros proyectos se ubican en zonas como la sierra de Collserola, los montes del Llobregat (Barcelona) o el municipio de Aiguamurcia (Tarragona). Con estos trabajos, se buscará impulsar la generación de energía con biomasa, la explotación de madera sostenible, secuestrar emisiones de carbono o fomentar el empleo en regiones rurales.
En cuanto al agua, una de las misiones es "recuperar ejes de actividad económica como el río Llobregat". Cabezas destaca que hay 27 antiguas colonias industriales y minas abandonadas que se pueden "reformar" para darles "un nuevo propósito", como puede ser la agricultura, la producción de energía hidroeléctrica, solar y de biomasa, el turismo, el bienestar, la educación o la instalación de centros de investigación y desarrollo de empresas.
Puertos con vida
En el tercer frente, el del litoral, la prioridad será "regenerar la flora, la fauna y los ecosistemas de vida marina en los puertos y espigones". El directivo subraya la importancia de los bosques de posidonia o las colonias de pólipos y moluscos en estos entornos, de modo que la organización tratará de "escalar" los modelos sostenibles que ya se han empezado a desplegar en siete puertos de la costa catalana.
Comida 'veggie' de proximidad
Finalmente, en lo que atañe a la agricultura, se fomentará el cultivo de proteínas vegetales --cada vez más utilizadas en la elaboración de sucedáneos de carne-- en el Mediterráneo. "La mayoría de proteínas vegetales vienen de países como Brasil o Argentina con cultivos de soja nocivos para la biodiversidad que implican desforestación", alerta Cabezas.
Por ello, el consejero delegado de Nactiva propone recuperar las cosechas de legumbres con alto contenido proteico como el guisante o el garbanzo. Ya se habían cultivado tradicionalmente, pero fueron desapareciendo del campo español. Con este programa, que aspira a atraer una inversión de 400 millones de euros, se podrían recuperar estas variedades en invierno, cuando no se suele sembrar fruta, y así exportarlos al mercado europeo, donde hay una elevada demanda de nuevos productos vegetarianos.