Golpe en la línea de flotación de Renfe. La súbita dimisión de Isaías Táboas como presidente, como consecuencia de la polémica de los trenes de cercanías para Asturias y Cantabria, llega en un momento especialmente comprometido para la expansión internacional de la compañía, que constituye el pilar de su plan estratégico a diez años (hasta 2028).
Actualmente, la operadora pública está inmersa en una feroz batalla por hacerse un hueco en mercados tan relevantes como Francia y Alemania, al calor del proceso de liberalización del mercado de transporte de pasajeros en toda la Unión Europea.
De esta forma, el relevo en la cúpula de la compañía y su carácter repentino se antoja como notablemente inoportuno. Con carácter de urgencia, el Gobierno nombrará al que fuera número 2 del Ministerio de Industria Raül Blanco como sustituto de Táboas, con el fin de que la compañía no quede descabezada y no pierda el paso.
“Vamos a presentarnos a todas las licitaciones que podamos”, aseguró Táboas la pasada semana, durante su intervención en un desayuno informativo organizado por CEDE, en lo que iba a ser una de sus últimas comparecencias públicas como primer responsable de Renfe.
Fronteras naturales
Una declaración de intenciones que resume bien la actual estrategia de una empresa que sigue manteniendo una situación de monopolio en España en lo que el transporte de viajeros se refiere, con la excepción de la alta velocidad, donde ya compite con la francesa Ouigo (filia de bajo coste de la empresa pública gala SNCF) y con Iryo, cuyo principal accionista es la italiana Trenitalia, también de capital público.
A la espera de que se abra al mercado el servicio de Cercanías, el margen de Renfe para crecer se encuentra más allá de las fronteras españolas. Y sobre todo, como también admitió el ya expresidente, “en las fronteras naturales. Nuestra estrategia es de mancha de aceite. Portugal y Francia son los primeros objetivos”.
Trabas en Francia
En especial, el segundo, en el que hace tiempo que Renfe se está encontrando con numerosas trabas por parte de las autoridades locales, que se resisten a aceptar el nuevo escenario planteado desde Bruselas.
La intención de Renfe es poder empezar a operar la línea hasta Lyon antes del verano y hasta París, uno de los objetivos clave, antes de final del presente año. Objetivos que ahora se complican por la situación sobrevenida de la marcha de Táboas, a quien la descoordinación que ha llevado a la compañía a encargar trenes cuyas medidas les impiden atravesar los estrechos túneles de los recorridos por Asturias y Cantabria ha terminado por superar.
A por los OSP
Apenas una semana antes de su dimisión, el Consejo de Ministros aprobó precisamente la constitución de la filial Renfe Desarrollos Internacionales, que permitirá a la empresa articular su actividad en el exterior, a modo de como lo hace el gestor aeroportuario Aena, controlado de forma mayoritaria por el Estado y del que Táboas no tuvo problema en admitir que había copiado el modelo.
“Ya estamos precalificados en varias licitaciones en Francia y Alemania para la prestación de OSP” (obligaciones de servicio público), explicó Táboas, que además recordó la reciente adquisición de una participación en un operador de República Checa para tener una “base de operaciones” en Europa Central y del Este y aprovechar las máximas posibilidades de negocio.
El relevo
Todo un desafío que ahora deberá asumir Raül Blanco, a quien la designación de la todavía ministra de Industria, Reyes Maroto, como candidata del PSOE a la alcaldía de Madrid contra su voluntad, le costó el puesto en el departamento.
De Blanco se valora su capacidad de trabajo y, sobre todo, de diálogo, no sólo por parte de otras Administraciones Públicas sino también de las empresas que, sin ir más lejos, trataron de aprovechar al máximo el Perte del vehículo eléctrico conectado (VEC), cuyo fiasco terminó por ser la coartada perfecta de Maroto para su defenestración.
Aun con estos elementos, la llegada de Blanco a Renfe requerirá de un periodo de adaptación que puede impactar de forma negativa en el desarrollo de los negocios internacionales de Renfe, especialmente en el Viejo Continente, convertido ahora en un hervidero de oportunidades.