Barcelona ha quedado relegada en la lista de aperturas hoteleras de alto nivel en España en 2022. La Ciudad Condal prácticamente desaparece de las novedades hoteleras de cuatro y cinco estrellas en el país este año, siendo The Hoxton y Casa Sagnier las únicas grandes aportaciones a los segmentos elevados. 

Una suite del nuevo hotel Casa Sagnier en Barcelona / CEDIDA

Es lo que consignan los datos de la consultora CBRE, que revelan que el mercado hotelero ha agregado 2.585 habitaciones de hoteles de cuatro y cinco estrellas en lo que va de año. 

Madrid y Baleares

La firma recuerda que Madrid "ha liderado" las aperturas de este tipo de establecimientos, con el estreno de Ocean Drive y Thomson Hotel Madrid (cuatro estrellas) y The Madrid Edition (cinco estrellas gran lujo) y Thomson Hotel Madrid. 

Por su parte, Baleares ha incorporado TRS Ibiza Hotel y The Standard Ibiza, ambos en la máxima categoría. Con ello, destaca CBRE, las dos marcas inauguran sus enseñas en Europa y España, respectivamente. También en el archipiélago, ha abierto el Protur Biomar Sensatori Resort en Mallorca (cinco), mientras que en Marbella ha echado a andar el Hard Rock (cinco); en Sevilla, el Querencia (cinco) y en Bilbao, el Radisson Collection (cinco). 

En Barcelona, solo The Hoxton y Casa Sagnier

Por su parte, en la capital catalana la apertura más destacada es la de la marca lifestyle de la cadena británica Ennismore, así como Casa Sagnier, en el antiguo hotel Murmuri. Los dos atesoran cuatro estrellas. 

Antes, el año pasado, subieron el telón el My by Meliá y el InterContinental Barcelona. Ambos pertenecen a la categoría de cinco estrellas, aunque el segundo es, en puridad, una reforma. 

Restricciones a las aperturas

Cabe recordar que en la segunda mayor ciudad española rigen restricciones a la concesión de licencias hoteleras. Desde 2015, cuando se elevó una moratoria, el gobierno municipal ha limitado los permisos. 

Por este motivo, solo las cadenas que contaban con autorización pueden invertir en la mayor parte del tejido urbano de Barcelona, lo que ha expulsado parte del gasto hotelero a la periferia del destino.