El segundo semestre aterra a los inversores por una economía ‘anestesiada’
La situación financiera real es más alarmante de la que reflejan unas cifras macro condicionadas por mecanismos e intervenciones públicas insostenibles durante mucho más tiempo
4 julio, 2022 00:00El comportamiento de las bolsas durante las últimas semanas, en las que se cerró el peor mes desde aquel fatídico marzo de 2020 del inicio de la pandemia, ha disipado las pocas dudas que podían quedar respecto al complicado segundo semestre que se avecina, con un frenazo ya más que evidente y el fantasma de la recesión sobrevolando las cabezas de las principales economías. La inquietud de los inversores radica precisamente en que los mercados están adelantando una realidad que algunos indicadores aún no terminan de reflejar.
La inesperada invasión rusa de Ucrania ha cambiado las perspectivas de un 2022 que se presentaba como un ejercicio importante para apuntalar la recuperación económica iniciada el año anterior y dejar el escenario preparado para 2023 en que habrían de llegar los ajustes para evitar el sobrecalentamiento de las economías y que estas tomaran velocidad de crucero como antes de la irrupción del virus.
Subidas de tipos
El conflicto bélico, pero, sobre todo, su duración ha cambiado por completo el panorama y ha hecho que el paso intermedio haya quedado prácticamente en nada. Las autoridades monetarias han tenido que adelantar de forma drástica la subida de tipos de interés para evitar que la inflación se desbocara aún más, lo que ha provocado un inesperado frenazo en las inversiones.
Sin embargo, la decidida actuación de organismos como el Banco de Inglaterra (que ya elevó el precio oficial del dinero en Reino Unido a finales de 2021) y de la Reserva Federal (con una última subida de tipos de 75 puntos básicos por primera vez en 28 años) no han podido evitar que el mayor repunte de la inflación de las últimas cuatro décadas comience a tener consecuencias negativas en el consumo.
Un fenómeno que se registra particularmente en Europa y en algunas de sus economías, en especial las más dañadas por el Covid-19 y las que ya arrastraban de antes problemas estructurales, como son la española y la italiana.
En este caso, la autoridad monetaria de la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE), ha recibido numerosas críticas por su elevada contemplación a la hora de retirar los estímulos diseñados y ejecutados para paliar los efectos de la crisis del coronavirus y, al mismo tiempo, comenzar a subir los tipos de interés.
Alzas de las primas
Pero además, llegado el momento de actuar, ha tenido que dar un paso atrás rápidamente habida cuenta de la reacción de los mercados. El mero anuncio del fin de las compras de deuda soberana (a lo que destinó nada menos de 1,85 billones de euros en menos de dos años desde 2020) y la próxima revisión al alza del precio oficial del dinero, disparó las primas de riesgo hasta el punto de obligar al emisor a reunirse de urgencia para tomar cartas en el asunto.
El BCE no dejará de subir los tipos, pero lo hará a un ritmo moderado y, además, introducirá mecanismos para evitar la llamada fragmentación, esto es, que los diferenciales de la deuda de los diferentes miembros de la Unión Europea Monetaria (UEM) se eleven en exceso hasta el punto de generar un riesgo de crisis crediticia en aquellos estados más apalancados y que, por esta circunstancia, encuentren problemas para colocar sus bonos ahora que ya no cuentan con el apoyo del emisor.
“Esto deriva en que, en la actualidad, los bonos no están reflejando un precio ni un rendimiento real, sino artificial, condicionado por las medidas protectoras del BCE, que se ha dado cuenta de que no puede soltar de la mano definitivamente a determinadas economías”, señalan desde una gran consultora.
Aun así las primas de riesgo de países como Portugal y España superan ampliamente los 100 puntos básicos, mientras que la italiana hace equilibrios sobre la barrera de los 200. Eso sí, el rendimiento del bono español, que llegó a superar el 3% por vez primera en los últimos ocho años, ha vuelto al entorno del 2,6%.
El papel del Gobierno
“No es una situación real, no refleja el riesgo de una economía con una deuda próxima al 120% del PIB y un déficit superior al 7% que, además, amenazan con hacerse crónicos porque no se atisban reformas estructurales para comenzar la consolidación fiscal”, tan solicitada desde organismos independientes como el Banco de España o la Autoridad de Responsabilidad Fiscal (Airef).
En el caso de España, los expertos advierten de que sucede algo parecido con otros parámetros en los que también se ha producido una intervención pública para evitar males mayores.
Precios desbocados
El más evidente es el de la inflación. Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la primera estimación correspondiente al mes de junio, que refleja un alza del IPC del 10,2%, la primera vez que alcanza los dos dígitos en más de 37 años.
Con ser elevada, la cifra está condicionada por elementos como el descuento aplicado por el Gobierno en los carburantes, el tope del precio del gas para generación de electricidad y el límite a la subida de los alquileres, entre otras medidas.
Indicador adelantado
El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, aseguró esta semana en los medios que sin estos mecanismos la inflación podría superar el 15%. “Quizá sea algo exagerado, pero, desde luego, no se quedaría en el 10%; el consumidor está padeciendo subidas del doble o el triple en algunos alimentos de lo más cotidianos; la economía real no está suficientemente reflejada en las estadísticas porque hay muchos elementos que están intervenidos. Pero esto no puede durar eternamente”.
Es este el escenario que están descontando los mercados de renta variable, que tienden a anticiparse al momento en que los datos y la economía real convergen. Las decisiones de inversión no esperan debido al riesgo de llegar demasiado tarde.