La metrópoli canadiense de Vancouver protagoniza el noveno libro de la serie de ciudades publicada por ACS y firmada por Miguel Aguiló, director de Política Estratégica del grupo líder del sector de la construcción.
Este catedrático de Ingeniería Civil ha recorrido todos los rincones del planeta para visitar y estudiar las urbes más icónicas. Ahora, tras los interesantísimos volúmenes sobre Madrid, Nueva York, Berlín, Sidney, Londres, San Francisco, Toronto y Hamburgo, Aguiló muestra la progresión de una metrópoli que todavía hoy presume de sus orígenes españoles.
Una ciudad “necesaria”
Bajo el título La necesaria construcción de Vancouver, Miguel Aguiló explica que “su origen se debe a su posición”. “En ese sitio era necesario hacer una ciudad que garantizara la navegación por el Pacífico”, añade.
Su construcción comenzó a fraguarse “cuando los marinos españoles llegaron allí en busca de un paso para llegar al Pacífico y desde allí poder navegar hacia Europa. Entonces, era un lugar inhóspito con muchos islotes, pasos estrechos, mucha niebla y lluvias. Luego, llegaron los ingleses pero los españoles ya habían dejado su huella”, explica.
Sostenible en su origen
Emplazada en la costa Oeste de Canadá, se halla ubicada una ciudad muy joven, que apenas cuenta con dos siglos de vida y que se ha convertido en uno de los enclaves del mundo que con mayor convicción apuesta por la sostenibilidad.
Vancouver se ha atrevido a tomar medidas valientes para combatir el cambio climático y desde hace décadas sus gestores han venido trabajando para abordar los desafíos ambientales. “El procedimiento de edificación ha estado siempre dirigido a solucionar problemas a los ciudadanos”, señala.
El papel del ferrocarril
Esta concepción de ciudad sostenible es la que refleja este último libro de Miguel Aguiló. El volumen se estructura en cinco capítulos. El primero abarca la llegada de los primeros exploradores, los proyectos iniciales y las construcciones que han ido configurando una ciudad cuya fundación y progreso necesitaron del tren para poder superar las Montañas Rocosas.
“No se podría comprender la naturaleza de Canadá sin el gran papel que tuvo el ferrocarril en su construcción”, destaca el propio Aguiló para explicar el origen de Vancouver como punto estratégico en la costa oeste de Norteamérica. “La ciudad se fundó el día que llegó el tren”, añade.
Vancouver toma forma
El segundo capítulo describe las primeras exploraciones por la costa del Pacífico por mar y por tierra. En el tercero, tras una primera parte dedicada a la definición del trazado y la construcción de la red del ferrocarril, la segunda refleja los preparativos y consecuencias de esa llegada.
El cuarto capítulo estudia en detalle las ideas que fueron conformando la ciudad tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Todavía no había cumplido un siglo, pero los ciudadanos comenzaron a poner en práctica su idea de ciudad a través de unos procedimientos de consulta y participación que, durante unos años, permitieron dar solución a los problemas que iban surgiendo. También dedica un especial interés al desarrollo de su amplio frente marítimo.
Una ciudad de los ciudadanos
Los ciudadanos protagonizan el quinto y último capítulo, que se estructura en torno a los logros y dificultades de la propia ciudad respecto a valores e ideas que hoy se entienden como deseables: Vancouver se pretende y se presenta como verde, habitable y con una movilidad sostenible.
Ese respeto por el medio ambiente es el que ha llevado a Vancouver a innovar en la forma de construir. Su propósito de convertirse en una de las ciudades más sostenibles del mundo la ha convencido de potenciar al máximo el uso de energías renovables y establecer una planificación urbana que guarda el máximo respeto a un diseño limpio y eficiente elegido por sus ciudadanos.
Otra manera de construir
Este nuevo concepto de urbanismo consiste en construir verticalmente edificios energéticamente eficientes en lugar de apostar por la expansión urbana. “Comprendieron que la extensión horizontal creaba muchos problemas de comunicación y transporte y decidieron crecer en vertical”, explica el libro.
“La densidad es más manejable que la dispersión y, por ese motivo, decidieron colocar densidad en puntos estratégicos como las estaciones de tren porque favorecen la conectividad con las zonas circundantes”, señala el catedrático de Ingeniería Civil del Grupo ACS.
La aportación de ACS
Vancouver es una ciudad verde y cuidada, con un magnífico entorno, que merece disfrutarse. Y en la edificación y modernización de esta ciudad canadiense tiene mucho que ver la acción del Grupo ACS. La constructora española participa activamente en la evolución de una metrópoli que se ha convertido en el espejo de otras ciudades gracias a su capacidad para fusionar la arquitectura más vanguardista con la propia idiosincrasia de sus habitantes.
“En ACS tenemos muchas obras en Canadá, que es un país que nos interesa mucho porque le da mucha importancia a las obras publicas. ACS ha tomado parte en la construcción de Metros, de carreteras, de puentes…", indica Miguel Aguiló .
La presa Ruskin y la terminal portuaria
Entre las obras más significativas de ACS en Vancouver, destacan la construcción de los aliviaderos y la estación de generación de la presa de Ruskin y la Central hidroeléctrica Fort Saint John, en Peace River. A partir de 2023, ambas obras producirán energía limpia para toda la ciudad con el mínimo desgaste del medio ambiente. Se trata de uno de los mayores proyectos hidroeléctricos de la historia de Canadá.
La constructora también ha participado en la ampliación tanto del puerto antiguo como del nuevo y en el diseño y ampliación de una terminal de contenedores en Fraser, en British Columbia. La obra aumentará la superficie de la terminal y reconfigurará la misma para incrementar su capacidad. El proyecto, además, eliminará el tráfico portuario de las carreteras circundantes, y evitará los tres pasos a nivel para los usuarios del puerto, al tiempo que proporcionará un acceso continuo a la autopista.
La autopista que bordea la ciudad
ACS también terminó de construir la South Fraser Perimeter Road, una autopista de 40 kilómetros de longitud y cuatro carriles que bordea Vancouver por el Sur, en paralelo al cauce del río Fraser. El trazado, que incluye 19 nuevos puentes, permite el acceso a terminales ferroviarias de primer orden, al aeropuerto internacional de Vancouver o al paso fronterizo con Estados Unidos. El grupo español también se ha encargado del diseño y la construcción de la planta de tratamiento de residuos en los vertederos Hartland.
“Desde que nace, Vancouver está condenada a crecer”, afirma Aguiló, quien vuelve poner el énfasis en la apuesta de esta ciudad canadiense que es capaz de envolver su estructura arquitectónica con un ecosistema verde. “Es un archipiélago de zonas altas. La elección del rascacielos es visualmente más agradable que una concentración de edificios ocupando muchísimo espacio. Torres esbeltas, con gracia y con muchos árboles. No he visto otra ciudad así, que expresa con tanto cuidado que las calles estén muy arboladas y mantengan el contacto con la gente”.
Una ciudad que apetece
"La edificación rompe la uniformidad de las líneas y su alternancia de calles estrechas y anchas avenidas rompe la monotonía", explica el autor del libro, quien recuerda que Vancouver es una ciudad en la que “es más fácil luchar contra los extremos climáticos”.
Miguel Aguiló insiste en que Vancouver se trata de una urbe construida según los deseos de sus habitantes y, como ejemplo, recuerda que incluso “llegaron a paralizar la construcción de una autopista diseñada para cruzar la ciudad”.
El autor del libro concluye que, a pesar de sus gigantescas dimensiones, “es una ciudad en la que apetece vivir” y destaca que su población es una mezcla de géneros, razas, especialmente de origen asiático y creencias. “La igualdad que existe en Vancouver no se ve en ninguna otra ciudad”, asegura Miguel Aguiló.