“La verdad es que nos hemos convertido en un banco bastante aburrido”. Son palabras del consejero delegado de Banco Sabadell, César González-Bueno, en la presentación ante los medios de comunicación de los resultados de la entidad en 2021. Lo que pudiera parecer una autocrítica es, en realidad, no sólo un elogio sino una de las grandes claves que explica por qué el banco se ha convertido en el mejor valor del Ibex 35 en el último año con mucha diferencia. Algo en lo que, precisamente, tiene mucho que ver el ejecutivo que se atrevía a hacer tal reivindicación del hastío.
A finales de 2020, tras un ejercicio marcado por la irrupción del Covid-19, el Sabadell anunciaba el relevo de Jaume Guardiola como consejero delegado, después de 13 años en la entidad. Pocas semanas antes, el banco había finalizado sin éxito las conversaciones con BBVA para una eventual fusión y se aprestaba a afrontar un futuro incierto, con las consecuencias y los riesgos de la crisis aun por definir y con un escenario de tipos de interés negativos que amenazaba con extenderse prácticamente durante toda la década.
Rentabilidad próxima a cero
Además, Banco Sabadell, presidido por Josep Oliu, había tomado la firme decisión de que ese camino lo recorrería en solitario, con la vista puesta exclusivamente en el mercado interno y que buscaría compradores para sus negocios en el exterior. En especial para el británico TSB, que no había dejado de ser un pesado lastre prácticamente desde el primer momento de su adquisición, en 2015.
Por entonces, la capitalización bursátil del banco no alcanzaba la cota de 2.000 millones de euros, su rentabilidad sobre activos tangibles (ROTE) se aproximaba dramáticamente a cero y sus cuentas reflejaban un simbólico beneficio de dos millones de euros. Y todo, en mitad de un contexto marcado por un profundo ajuste de plantilla que afectaba a unos 1.800 trabajadores que saldrían del grupo financiero en los meses siguientes.
Avance imparable
Trece meses después, el valor bursátil de Banco Sabadell roza los 4.800 millones de euros, tras un avance de nada menos que el 142%, en un periodo en el que el Ibex 35 ha retrocedido un 8%. En el último año, la revalorización de la entidad (+116%) no encuentra parangón en el índice selectivo, hasta el punto de que el título que más se aproxima, Laboratorios Rovi, sube un 50,5% en esos 12 meses.
Con González-Bueno ha llegado la ansiada estabilidad, aquello que él denominó hace dos semanas “aburrimiento”, un factor muy bien recibido por los inversores, por cuanto tiene de predecible, de confianza, de seguridad a la hora de apostar por un valor.
Tres áreas independientes
En paralelo con el plan estratégico a tres años que el banco presentó a finales del pasado mayo, el consejero delegado confeccionó con rapidez un equipo cercano, en el que destacó el fichaje de Leopoldo Alvear, procedente de Bankia, como director financiero, y cambió la estructura de la entidad, con la división en tres áreas --particulares, empresas y corporativo-- que actuarían con mucha independencia pero con un eje común: el foco en el producto.
El equipo de González-Bueno también frenó la salida de los negocios internacionales, hasta el punto de que la única desinversión en este punto ha sido la participación mayoritaria que mantenía en Banc Sabadell d’Andorra por un importe de 67 millones de euros.
Elevar la moral
“Aun bajo la dirección de Guardiola, el Sabadell había articulado un plan para devolver a la rentabilidad a TSB, que estaba a punto de empezar a dar sus frutos; era el peor momento para deshacerse de él, tanto por el bajo precio que se obtendría como por perder la oportunidad de recoger los frutos de la reestructuración”, apuntan desde una firma de análisis internacional.
Junto a esto, González-Bueno también debía afrontar un desafío que no tenía que ver con los números pero que era igualmente importante. “Elevar la moral de la tropa, hacer piña, que los equipos vayan todos a una… son intangibles que terminan por dar resultados. Lo aplicó de inmediato”, señalan fuentes del sector.
Segundo ajuste
En sus diferentes comparecencias públicas (presentación de resultados y del plan estratégico y la junta de accionistas), el ex de ING en España siempre ha puesto en valor el entusiasmo de la plantilla que se encontró al aterrizar en la entidad. A las preguntas referidas a lo más positivo que había visto al llegar, la respuesta fue siempre la misma: “La gente, su disposición a trabajar para salir adelante”. En este caso, no son mensajes protocolarios. Bien lo ha podido comprobar en las numerosas oportunidades que se ha dado de tener contacto con los trabajadores del banco.
Algo no siempre sencillo, en especial cuando, a la hora de radiografiar a la entidad para confeccionar el plan estratégico, el equipo González-Bueno determinó que era necesario un segundo ajuste laboral para hacer posible ahorros anuales por encima de los 100 millones de euros.
La presión del BCE
“Fueron momentos complicados, de pasarlo realmente mal; sin duda, lo más difícil de asumir. Pero había que hacerlo y lo mejor posible”, narran fuentes del entorno de la entidad.
Un tercer desafío fue el refuerzo de unas siempre complicadas relaciones con el Banco Central Europeo (BCE), que no pasaban por su mejor momento. “Desde Francfort insistían mucho al Sabadell para que articulase una fusión que le permitiera sobrevivir en el espinoso escenario en el que debería actuar. En el regulador había temores de que no pudiera aguantar y que protagonizara un episodio similar al del Banco Popular”, aseguran en el sector.
Rebaja de requisitos
En este punto, la labor de González-Bueno junto a Oliu también ha sido valiosa. Su etapa en ING, donde llegó a ocupar puestos de elevada responsabilidad en la matriz tras comandar la división española, le llevó a conocer a la perfección las entrañas del regulador, sus planteamientos y sensibilidades lo que, junto a la evolución de la cuenta de resultados del grupo y la marcha de su plan estratégico, ha llevado la tranquilidad al BCE.
Tanto ha sido así que la pasada semana el banco emisor revisó a la baja los requisitos mínimos de capital de la entidad en diez puntos básicos a partir del próximo mes de marzo.
El favor de la banca de inversión
El beneficio del Sabadell en 2021 fue de 530 millones y la entidad anunció que alcanzaría su objetivo de rentabilidad del 6% en 2022, un año antes de finalizar el plan estratégico. En las apenas cinco semanas que van de 2022, sus títulos se han apuntado una subida del 43,5%, frente a los descensos próximos al 2% registrados por el Ibex.
Se trata de uno de los más beneficiados por una posible subida de los tipos en la eurozona en 2022, un elemento que se empieza a descontar en los mercados. Pero al margen de esta circunstancia, la gestión de González-Bueno le ha devuelto el favor de los mercados. Así lo prueban los informes favorables de entidades como Citi, Morgan Stanley, UBS y Mediobanca. Un año que ha bastado para convencerlos a todos, a los propios y a los extraños.