Mucho tiempo ha pasado desde que un jovencísimo Jack Ma, vestido con retales baratos, hiciera de guía por apenas unas monedas a una familia australiana por el Lago del Oeste de Hangzhou. El hombre más rico de China, con una fortuna estimada superior a la de Wang Jianlin, fundador de Wanda Group, empezó como profesor de idiomas y guía turístico por la capital china que enamoró a Marco Polo. Tras ello, fundó su empresa en 1999 y la agigantó hasta colocarla como la 11ª tecnológica más poderosa del mundo. Ma premió a la familia australiana que había confiado en su conocimiento de la ciudad invirtiendo millones en la Universidad de Newscastle, en Australia. Tocada la cumbre, ¿qué busca pues Alibaba tanteando a Glovo para comprarla?
Alibaba pierde mercado en casa...
La cotizada en el Nasdaq, con una facturación de 65.000 millones de euros en 2019, languidece. Pierde comba. Ello es así no por deméritos propios, sino por aciertos ajenos. Creadora de dos de las plataformas de compra online que todo chino tiene en su móvil, Taobao y T-Mall, Alibaba Group ha crecido hasta casi atragantarse. Según datos de eMarketer, la penetración del comercio electrónico acaricia del 60% del total de ventas en China, por menos del 20% en Estados Unidos. Alibaba estaba allí cuando el ecommmerce estalló en China. Tiene 18 portales distintos y opera Alipay, un sistema de pagos que rivaliza con WePay, de su rival Tencent, como método para abonar las compras al momento.
Con todos los ingredientes para triunfar, Alibaba está muriendo de éxito. Antaño un portal de reunión de todo chino de la nueva clase media que deseaba algo, Taobao y T-Mall ven el peligro en la distancia. El riesgo tiene dos nombres: JinDong (JD) y Pinduoduo. La primera ya copa el 18% de cuota de comercio electrónico en China. La segunda, también cotizada, aterrizó en el Nasdaq en 2018. Ha ganado más de un punto y medio de cuota en apenas dos años. Fue la tecnológica que más creció en 2018. Alibaba Group ha avanzado unas discretas 0,8 décimas. Además, la archienemiga de Taobao, que fuera de China ha adoptado el nombre de Aliexpress, se dopó en marzo con la entrada de dos private equity chinos. La operación la guió Tencent, rival de Alibaba.
... Y lo busca fuera
Ante este escenario, Alibaba ha reaccionado. Lo ha hecho con un programa de aceleración, incubación y entrada en startups. Hasta 66 en diez años, contó Technode. Solo en India, el grupo de Jack Ma y su filial financiera Ant Financial, han levantado cinco empresas sobre los 1.000 millones de dólares. Las han convertido, como Glovo, en unicornios. No es algo nuevo: de hecho, algunos consideran a la propia Alibaba, la tecnológica del chaval que hacía de guía en el Lago Oeste de Hangzhou, como una spin-off de Yahoo Japón. En el campo de la cuota de mercado, el conglomerado se ha movido en dos ejes. En mercados poco maduros ha tratado de colocar su marketplace T-Mall. En naciones con el comercio electrónico desarrollado, como España, Alibaba ha buscado alianzas con empresas que ya operaban en la plaza.
Es en este campo donde fuentes del mercado ven "coherente" el interés del grupo con sede en Hangzhou por Glovo, una startup catalana que fundaron Oscar Pierre y Sacha Michaud y que, también, ha llegado a convertirse en unicornio. "Las empresas lo negarán, porque un chino jamás informa de algo si no está cerrado", explican fuentes del mercado. Consultores de inversión preguntados por este medio han recordado que un acuerdo sería positivo para ambas partes, porque es para trabajar segmentos distintos. "Glovo crece, pero no sale de pérdidas, y Alibaba opera en España con el mejorable sistema de Aliexpress", recuerdan. "Si fructifica la compra, la china meterá un pie en el reparto en la última milla y, al mismo tiempo, ganará oxígeno para competir con Amazon". ¿Por qué no lo ha hecho, hasta ahora? "Porque Aliexpress no es como Taobao o T-Mall. Sugiere productos baratos, cuando no es así. La interfaz es mejorable", enumeran.
España es apetecible
Con estos mimbres se presenta Alibaba en las oficinas de Glovo en la calle Pallars de Barcelona. Un coloso en Asia, con presencia en 150 países y un músculo financiero innegable --"los 1.000 millones que vale Glovo no son nada para Alibaba; trabaja con otras proporciones", insisten desde el mercado--, su desembarco en España dista de ser perfecto. "Entrar en el capital de la empresa catalana encajaría con lo que busca la asiática. No en vano, su fracaso en España es aún más doloroso cuando otras tech chinas, como Xiaomi, están arrasando", subrayan las voces consultadas. En efecto, el fabricante de móviles se convirtió en 2019 en la marca más vendida en nuestro país. Le siguió Huawei, por delante de Samsung.
Con las dos empresas tildando las negociaciones de "rumores", ¿cómo será una eventual negociación? "Alibaba tenderá a quedarse con participación mayoritaria. Es una regla de oro cuando se negocia con empresas chinas. Entrar de forma parcial, si la operación convence, no está sobre la mesa", explican voces del mercado. "Glovo admite internamente que no es rentable, y que lo será aún menos si prospera la ley rider que prepara el Gobierno para hallar encaje legal a los repartidores. Pero se respiran ganas de seguir en España y acorazar su cuota. Si tenemos en cuenta que Uber y Deliveroo ya se acercaron a Glovo y la operación cayó, se vienen conversaciones duras", avisan fuentes del sector. Los contactos pueden llegar a buen puerto, o no, y seguir Glovo con su actual estructura de propiedad. La derivada curiosa de la oferta es que si Alibaba compra Glovo, la firma habrá vuelto a ganar a Uber. Ya la batió en China con la intermediaria de transporte DiDi --ahora una joint venture con Tencent-- y, si ahora adquiere la española, se habrá anotado otra victoria sobre su rival.