La crisis del coronavirus ha forzado a algunas empresas españolas a reconvertir su producción hacia la fabricación de material sanitario para aliviar el desabastecimiento y la especulación de los mercados productores internacionales. Durante estas semanas se han observado hospitales sin equipos de protección suficiente para el personal médico o farmacias sin mascarillas, mientras que muchas de las que tienen se quejan de los elevados precios de los proveedores. Ante esta situación cabe preguntarse si será conveniente repensar su fabricación sin depender de las importaciones para estar preparados ante una próxima pandemia. Los expertos prevén una tendencia a la “desglobalización”, aunque consideran que serán necesarios mantener esos vínculos.
La empresa Francodolfini Automatismos, con sede en en Valdemoro (Madrid), ha desarrollado una máquina capaz de producir cuatro millones de mascarillas al mes, a razón de 160.000 diarias. La maquinaria es idéntica a las que utilizan las empresas chinas pero “con mejoras para el producto que sea compatible con la normativa europea”, explica el propietario de la compañía, quien precisa que en este momento son pocas las que se dedican a la fabricación de estos aparatos en Europa.
Incremento de los precios
“Antes, las mascarillas se compraban muy baratas, 10 veces más baratas que ahora, por lo que no era rentable ponerse a fabricar mascarillas en Europa”, detalla Dolfini, que critica la subida de precios, sobre todo de los productores chinos. “Tenemos que librarnos de este monopolio. Esto que ha ocurrido es probable que se vuelva a repetir y habrá que ser autosuficientes”, continua.
Otra de las encargadas de la producción de estas máquinas en España es la cooperativa Mondragon Assembly, que el pasado lunes exportó desde su fábrica de China tres aparatos a su planta de Vizcaya por encargo del Gobierno. A pleno rendimiento, los tres aparatos producirán 10 millones de mascarillas a partir de la primera semana de mayo. Además, la empresa ha anunciado que prepara más máquinas por la alta demanda.
Mascarillas a 0,16 euros
“El coste de la mascarilla depende de la amortización de la máquina, pero considerando el consumo de energía y con tres turnos —con seis personas, dos en cada turno— el precio de coste es alrededor de 0,16 euros”, explica Dolfini. En su primera semana, la empresa cuenta ya con un cliente en Marruecos, dos en Italia y otro en Bélgica, interesados en hacerse con el aparato. “En España todavía no tenemos clientes porque están muy pendientes de qué precios máximos fijará el Gobierno para las mascarillas”. El Ejecutivo decretó el martes un máximo de 0,96 euros.
El Gobierno fija el precio máximo de las mascarillas quirúrgicas en 0,96 euros / EP
Una vez que acabe la alerta sanitaria por el coronavirus y la demanda de mascarillas se relaje, “la máquina servirá para abastecer a los hospitales o a toda la gente que tiene patologías”, explica Dolfini. “Antes no era conveniente porque se importaban por 0,02 euros pero ahora mismo la empresa que se meta tendrá el mismo coste porque esto tiene muy poca mano de obra”.
Creación de 'stocks'
“Se puede decir que habrá una cierta desglobalización, pero será pequeña, inferior al 5% de la producción industrial”, apunta Ferran Brunet, profesor de Economía Aplicada de la UAB, sobre las empresas que podrían dejar de deslocalizar su producción para retornar a los países de origen. Al mismo tiempo, explica que será necesario también el papel de los gobiernos: “Se irán tomando algunas decisiones para crear stock de estos productos. Habrá que ver cómo: si se centralizará para toda Europa, para cada Estado miembro o para cada comunidad autónoma”.
Por su parte, el profesor del departamento de Estrategia de Eada Business School, Joan Miquel Piqué, subraya la necesidad de decidir entre trasladar toda la fabricación a España o tener un flujo constante garantizado con los mercados internacionales: “Si quieres producir mascarillas para toda la población española, por muchas máquinas que tengas tampoco lo vas a conseguir. Podemos garantizar una cierta producción estratégica, pero no serviría ahora para cubrir la demanda que estamos teniendo. Y ocurre igual con los test o con los respiradores”.
“En una situación normal, lo mejor es diversificar las fuentes: no tener un solo proveedor ni una sola localización. Tener un cierto stock es caro porque supone invertir en metros cuadrados para unos suministros que guardas para una emergencia. Depende de para qué escenario queramos estar preparados, si para el peor posible, con lo que habrá que gastar mucho dinero, o uno intermedio, que necesita menos coste pero se asume un riesgo mayor”, recalca Piqué.