Las mujeres que se dedican profesionalmente al primer sector claman por que la sociedad dé a su trabajo “la importancia que se merece” y también por su representatividad en los órganos de decisión. Y lo hacen con el respaldo de saber que su trabajo no es solo importante y necesario, sino también histórico. “Las mujeres siempre han estado presentes en el campo”, comentan.
Mireia Vidal, gestora de una explotación de vacas lecheras y de turismo rural en la Cerdanya, defiende que “la mujer ha sido la piedra angular” de la vida en el campo y no solo desde el punto de vista familiar: “Históricamente, y sin pedirlo, ha tenido que llevar adelante la casa, cuidar a los mayores, a los niños pero también el huerto, los animales…”. También lo explica así --casi con las mismas palabras-- Isabel Vidal, del gremio Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC), quien añade que “la visibilidad de la mujer en aquel momento era nula, era invisible”.
Falta “pedagogía” sobre el primer sector
La baja consideración del trabajo de los profesionales del campo y del mar es otro de los puntos en los que están de acuerdo. “En el primer sector falta un poco de pedagogía sobre su importancia. Hace años que no se le da la importancia que tiene”, dice Mireia. “La sociedad debería tener más empatía con lo que significa el sector agrario, somos los productores de alimentos”, detalla Isabel.
Pero no únicamente son críticas con la población, también lo son con la propia actividad y su estructura. Admiten que es un trabajo “duro”, al que hay que dedicar “muchas horas” --“aunque en muchos otros trabajos de otros sectores también pasa”, recuerda la miembro de la JARC-- y todo ello lo hace “poco atractivo” a la hora de pensar en dedicarse toda la vida a él. La “vocación” es un rasgo esencial para los que deciden apostar por él ya que, más que un trabajo, es un “estilo de vida”.
Mujeres en explotaciones con animales
Isabel reconoce que hay una mayor presencia de mujeres en la ganadería y demás productos de origen animal y lo ve como una evolución del pasado --“la mujer siempre ha cuidado a los animales”, relata--. Ella procede del sector vitivinícola, donde asevera que hay menor presencia de féminas, “y en la actividad de los cereales y grandes extensiones aún menos”.
También es una de las empresarias que se encuentra en un puesto de responsabilidad dentro de las organizaciones del sector primario, ya que es la responsable de viñedos dentro de la JARC. En este sentido, tanto ella como Mireia defienden la incorporación de un mayor número de mujeres en los grupos de decisión que afectan a esta actividad económica. “Ya que estamos en él, tenemos que poder alzar la voz y decidir sobre lo que nos afecta”, reclama la ganadera. Mireia es miembro de la asociación Dones del Món Rural, fundada en 2019 con el objetivo de visibilizar y crear vínculos entre las mujeres que trabajan en la ganadería, la agricultura y la pesca en Cataluña.
Subvenciones
Las “pocas” incorporaciones en el sector cuentan, además con la dificultad de sobrevivir en un escenario en las que las subvenciones son vitales. Isabel explica que “hay ayudas para los que se inician, pero son muy puntuales” y, como en todos los ámbitos de la economía, hay que implicarse concienzudamente para sacar el negocio adelante.
Tanto ella como Mireia son defensoras de que el campo “no debería necesitar las subvenciones para sobrevivir”. “Lo que reivindico como trabajadora del campo y desde la asociación es que podamos vivir de nuestra propia producción”, como ocurre en cualquier sector económico.
Apuesta por el producto autóctono
Las dos mujeres estiman conveniente que tanto consumidores como administraciones potencien y protejan el producto “de nuestra tierra”, ya sea a través de la compra o de las políticas en agroalimentación. Piden a la sociedad que sea “proactiva” en el consumo de “productos de proximidad” y que ello venga acompañado de una “apuesta de país”. “No tiene sentido comprar productos de fuera porque tiene un precio menor, porque no sabemos qué garantías tiene y lo que tenemos aquí sí que sabemos que cumple con toda la normativa”, especifica Mireia.
Respecto al terreno político, Isabel apunta a la especulación de los mercados como uno de los problemas del sector y a la “protección de los costes de producción” como una necesidad de este. “Nos obligan a competir con precios muy bajos” y ello repercute en toda la cadena de la alimentación, señala.