Dos años. Esto es lo que ha tardado el Ayuntamiento de Barcelona en precintar un restaurante que incumplía su licencia y hacía las veces de discoteca. El Ejecutivo local ha vendido hoy a los medios de comunicación el cierre de El Rey de Istanbul, un local del Puerto Olímpico que excedía los límites del permiso municipal para operar. Lo cierto es que la resolución en firme es de 2017, y solo se ha comunicado hoy.
Así lo han indicado fuentes del sector, que han admitido que si bien el establecimiento contaba con diversos expedientes abiertos, la única sanción firme se remonta a 2017. "El resto están recurridas", han señalado las mismas voces. En el mismo sentido, directivos cercanos al conflicto han subrayado que el procedimiento que ordenaba la interrupción de actividad del local no contenía urgencia, esto es, que se podía haber efectuado en cualquier momento, pero que ha sido ahora, en plenas vacaciones de Navidad y repunte del negocio, cuando el Ejecutivo local lo ha acometido y lo ha comunicado a los medios informativos.
Cambio de gestor
El cierre temporal del restaurante El Rey de Istanbul es la primera gran muestra de fuerza del Ayuntamiento de Barcelona en pleno proceso de cambio de gestor del Puerto Olímpico de Barcelona. El tránsito se debería haber recorrido este mes de diciembre tras un prolongado estudio de la cesión de competencias por parte de la Generalitat de Cataluña. El concejal de Sant Martí, David Escudé, ha avanzado que los técnicos municipales han verificado que otro establecimiento se ha excedido en otras ocasiones, por lo que el gobierno municipal "está trabajando en la misma dirección" que el cierre anunciado este lunes.
"El de hoy no es el único local que no consta que haya incumplido la norma, por lo que en breve espero dar más buenas noticias en este sentido", ha señalado Escudé, quien ha defendido que "hasta que no haga el cambio de gestión al 100%, seguirermos persiguiendo a aquellos establecimientos que no cumplan con los requisitos y con la legalidad".
Discotecas fuera
Tras el anuncio de hoy subyace la voluntad municipal de echar la treintena de discotecas del Puerto Olímpico y transformar la dársena en un espacio ciudadano sin ocio nocturno. El gran lavado de cara debía completarse en 2020, tal y como anunció en 2018 el anterior gobierno municipal que pilotaba, como ahora, Barcelona en Comú. No obstante, la delegación de competencias por parte del Govern se retrasó porque el plan económico que lo acompañaba amenazaba con hundir la viabilidad de la marina.
No fue hasta noviembre que el Ejecutivo catalán dio luz verde al traspaso como parte de la negociación de los presupuestos autonómicos entre Junts per Catalunya y ERC, en el Govern, y los comunes, al mando del Ayuntamiento de Barcelona junto al PSC. Las resistencias planteadas por el equipo de Torra y Aragonès han dado al traste con el calendario planteado por el Ayuntamiento, que había prometido iniciar las obras este año. Ello tiene efectos. Un ejemplo: la intervención más urgente, el refiuerzo del dique de abrigo, no se podrá acometer esta campaña invernal por el riesgo de temporales.