Bon Preu-Esclat ha dado otro paso a finales de 2019 para diversificar sus actividades más allá de la gran distribución. La compañía se prepara para que las gasolineras EsclatOil (medio centenar en toda Cataluña) funcionen como puntos de recarga de vehículos eléctricos, las llamadas electrolineras, e inicia los trabajos para expandirse hacia otros sectores como la intermediación de viajes turísticos y la comercialización de servicios energéticos.
La cadena de supermercados independentista da inicio a esta estrategia con un cambio en la sociedad. El presidente ejecutivo, Joan Font, ha adaptado el objeto mercantil de la holding para que pueda realizar todos los trabajos necesarios en la expansión deseada. Con todo, los portavoces del grupo señalan que aún no hay “nada en firme” en los proyectos en desarrollo.
De supermercados a proveedor de servicios
Todo ello se enmarca en la estrategia de Bon Preu-Esclat de pasar de ser una cadena de supermercados a un “proveedor de servicios cotidianos”, manifiestan los mismos interlocutores. El gran reto es poder llegar a que un mismo cliente compre en el supermercado, llene el depósito del coche (sea con combustibles fósiles o electricidad), contrate la calefacción de su casa e incluso planifique un viaje desde la misma compañía.
Todas estas cuestiones se abordarán mediante colaboraciones con empresas de los distintos campos de actividad, señalan otras fuentes cercanas al grupo familiar. Se hará de forma parecida al desarrollo de la oferta de comida preparada que se vende en los supermercados, el servicio que ha sido más sencillo de desarrollar por la proximidad con el sector. Ya se tenía contacto con operadores con los que se ha mejorado la relación.
Fin de la pugna empresarial
Los planes del presidente ejecutivo de Bon Preu-Esclat se abordan tras poner punto final a la batalla en el accionariado del grupo. Joan Font pactó en verano con su hermano Josep la compra de su 50% del capital por unos 300 millones de euros que abonará en los próximos años.
Además de acabar con la pugna, hace tan sólo unas semanas que se ha despejado la incógnita sobre el relevo generacional en la compañía. Anna Font Tanya, hija del ya único propietario de la compañía, comparte desde principios de noviembre de forma efectiva el liderazgo de Bon Preu junto a su padre, tal y como avanzó Crónica Global. Ambos son los principales ejecutivos de una compañía que cerró 2018 con una facturación de 1.347 millones de euros, una cifra récord que les mantiene como la principal cadena catalana de distribución.