UGT renovará sus cuadros de mando en los próximos 12 meses. La cúpula encabezada por José María Álvarez ha puesto fecha al congreso confederal, del 24 al 27 de noviembre de 2020 en Valencia, y ha desatado un seísmo, por ahora de baja intensidad, en el seno de la organización en Cataluña. Los sindicalistas se mueven para mantener o forzar relevos en los cargos territoriales, los primeros que pasarán por las urnas, en las tres macrofederaciones y, al final, en el secretariado nacional.
Este se renovará el próximo septiembre y ya se han iniciado las presiones para saber si el secretario general, Camil Ros, tiene intención de renovar el cargo. No está en su mejor momento de popularidad interna de nuevo por una decisión más política que de defensa de los trabajadores. La de unirse a la manifestación de rechazo a la condena del Tribunal Supremo en el caso 1-O que, a pesar de estar convocada por múltiples entidades, como es habitual capitalizó la ANC y Òmnium Cultural.
Candidatura alternativa
No es la primera ocasión que ocurre, ya que en los últimos años las bases se han revuelto en varias ocasiones contra lo que consideran que es un apoyo demasiado explícito de su máximo directivo al independentismo. El principal aval con el que ha contado hasta la fecha Ros es el del propio Álvarez, que aún mantienen su influencia en la organización catalana que lideró durante 26 años, pero debe tomar una decisión personal y explicitarla. Por ahora, se limita a comentar de forma pública que es demasiado pronto para abordar la cuestión.
Esta declaración no ha servido para aplacar las discrepancias internas. Hace tiempo que se reclama con mayor fuerza una candidatura alternativa si llegara a dar el paso. No ha emergido ningún nombre claro para ejercer esta función a pesar de que existen varios perfiles con posibilidades dentro del actual secretariado nacional. “Aún es pronto para postularse, se podrían quemar”, señalan fuentes internas de la organización.
¿Dirección bicéfala?
Otro de los debates que se mantiene es el de si se debe replicar el modelo de dirección bicéfala que impera hasta la fecha, con Matías Carnero en el cargo de presidente. “Es una figura institucional con la que se evita que el secretario general se tenga que preocupar por algunos problemas”, defiende el también líder sindical de Seat en conversación con Crónica Global. Asimismo, señala que este modelo ha propiciado que UGT de Cataluña “aguantase bien” la tensión interna desatada por el procés.
La intervención de Carnero fue vital para evitar la ruptura por las dos almas que conviven en el sindicato. La más próxima a los postulados del PSC, con más fuerza en las bases, y la que se mueve en la órbita de ERC, con un poder destacado en la cúpula que minoró tras la configuración del equipo de Gobierno de Quim Torra.
Se puso un punto y aparte especialmente después de la partida de Laura Pelay, exvicesecretaria general del Área Extrena y portavoz, a la consejería de Salut donde ejerce de número dos. Supuso un giro en la política comunicativa de la organización a la que ayudó la decisión de dejar de lado los debates políticos y partidistas y centrarse sólo en la defensa de los derechos de los trabajadores, tal y como exigían Carnero y sus allegados. Algo que se ha mantenido hasta la fecha con un bache, la manifestación independentista de hace tan sólo dos semanas. Ros mantuvo un perfil bajo en la protesta que le propició que se superase sin más.
Renovación de federaciones
La renovación del secretariado nacional no es la única batalla que se prepara en UGT de Cataluña. Sólo el congreso de la Federación de Industrias, Construcción y Trabajo Agroalimentrio (Fica) se plantea tranquilo. Seat apoya la reelección de Antonio Rodilla como secretario general y la fuerza sindical de esta compañía da por sentado que saldrá adelante sin complicación. Carnero destaca su “coherencia y trayectoria sindical” y deja claro que, según su punto de vista, es un “futuro candidato de cuadro sindical tanto en UGT de Cataluña como fuera”.
En la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo (FeSMC) la pugna interna parte de una mala integración de sectores tradicionalmente tan diferentes como son el comercio o la hostelería y los transportes hace cuatro años. En cuanto a Servicios Públicos (FESP), el reto es una renovación generacional a la que los actuales cuadros se resisten.
El presidente de UGT de Cataluña ya ha dado un golpe sobre la mesa ante este panorama. “Los congresos y las batallas internas nos quitan el poco tiempo que disponemos para trabajar en cosas importantes”, indica. Un aviso a navegantes que por ahora cae en saco roto en el seno del sindicato.