“De Madrid al cielo” es una de las frases poulares que definen a la capital de España, a la que algunos añaden “con un agujerito para verlo”, para verlo desde las alturas, se entiende. Pues eso es lo que está ocurriendo en Madrid, que se ha puesto de moda ascender a las alturas para contemplar la ciudad y hacer unas fotos o bien para tomar algo a muchos metros de altura. Madrid rentabiliza su cielo, aunque también hay muchos lugares que sirven de mirador donde no hace falta realizar desembolso alguno.
La reapertura este verano del hotel del Edificio España, en la plaza del mismo nombre, ahora en plena remodelación, ha recordado a turistas y locales que en esta ciudad se puede llegar muy alto en busca de ocio. La terraza del Hotel RIU, que es como se llama ahora, es sin duda la que está más de moda en la capital, por lo novedoso y porque realmente vale la pena, ya que ofrece vistas impresionantes de 360 grados.
Acceder a ella cuesta 5 euros y da derecho a una consumición. No es caro, pero es un negocio más que rentable para RIU, porque de cinco en cinco euros, teniendo en cuenta que está siempre abarrotada, se hace mucha caja. Ese el problema de esta instalación, que la demanda es muy alta. La terraza forma parte de paquetes turísticos que llevan a hordas de curiosos hasta el lugar y acceder a ella llega a convertirse en una aventura para un particular.
26 pisos en 25 segundos
Las colas son enormes pese a que la terraza abre de 11.00 de la mañana a 2.00 de la madrugada. Un empleado del hotel conduce a los grupos hasta el ascensor que da acceso a la terraza y 25 segundos después ya están en ella, el tiempo que tarda el ascensor en llevarles hasta la planta 26. La terraza cuenta con una zona al aire libre y otra cubierta, así que se puede acceder durante todo el año, aunque haga frío.
Esta novedosa terraza ha puesto de moda otras, la mayoría también ubicadas en el centro de la ciudad, algunas llevaban ahí toda la vida y otras son nuevas o casi. Eso para los que gustan de observar con una bebida en las manos, pero hay miradores que igualmente ofrecen vistas envidiables y solo eso, algunos cuestan unos pocos euros, pero la oferta de miradores gratuitos también es amplia.
Del Círculo de Bellas Artes a Callao
Es un clásico de siempre la azotea del Circulo de Bellas Artes, al comienzo de la calle Alcalá, entre las estaciones de Metro de Banco de España y Sevilla. Acceder a ella cuesta 4 euros y permite contemplar la ciudad con vistas de casi 360 grados, además de desayunar, comer, cenar o presenciar algún acto concreto cuando se programan allí. Lo que no es posible es asomarse mucho, ya que hay un área de seguridad amplia que lo impide. En todo caso, vale la pena ir y tener la posibilidad igualmente de acceder a la amplia oferta cultural del Circulo de Bellas Artes, cuyo interior también es digno de ser visitado. Las fiestas de Carnaval en este lugar, por ejemplo, son memorables y nunca pasan desapercibidas.
Si uno va del Circulo de Bellas Artes al Hotel RIU, de Alcalá a la plaza de España, justo en mitad del camino encontrará otro lugar muy concurrido siempre al que el público sube para contemplar el centro, Se trata de la terraza de El Corte Inglés de Callao, junto a la FNAC. Alli, en la novena planta está la zona de productos gourmet y la cafetería, que dispone de una enorme terraza. El acceso es gratuito y no obliga a consumir ni comprar nada, pero suele estar hasta arriba, nunca mejor dicho; hay demasiados edificios próximos que no permiten las vistas de otros lugares y, sobre todo, la terraza está rodeada de mamparas de cristal y es a través de ellas desde donde se mira, algo en demasiadas ocasiones muy difícil porque todo el mundo las toca y suelen estar sucias debido a la afluencia constante de público.
Ayuntamiento y Faro de Moncloa
A unos 200 metros del Circulo de Bellas Artes pero en la otra dirección, encontramos el Palacio de Telecomunicaciones, justo frente a La Cibeles, instalación que antes era el edificio de Correos y fue reconvertida en el Ayuntamiento de Madrid en 2007. Desde allí es posible contemplar la ciudad por el módico precio de dos euros, accediendo a su mirador de la sexta planta.
Algo más retirado del centro se encuentra el Faro de Moncloa, instalación gestionada por Turismo del Ayuntamiento de Madrid que se construyó en 1992 exclusivamente como mirador. El acceso sale por tres euros y sus 92 metros de altura ofrecen vistas espectaculares del suroeste de Madrid. Desde allí puede observarse, aunque no por completo, el Palacio Real y la catedral de La Almudena, que a su vez también aporta buenas vista. Entrar a La Almudena es gratis, pero subir a la cúpula cuesta seis euros que permiten también el acceso al museo. La subida a la cúpula permite contemplar vistas preciosas con una visión de 360 grados.
Siete Tetas, vistas gratis
Pero si lo tuyo no es tomar algo desde las alturas y prefieres contemplar Madrid desde un entorno natural, el mejor mirador sin ninguna duda es el parque vallecano de las Siete Tetas. Sus siete dunas verdes, que por eso llaman así al parque, se llenan cuando amanece y sobre todo cuando anochece y cada una de ellas permite una visión diferente de la ciudad.
Es un clásico ver cómo se pone el sol desde este lugar, que aunque se llama Cerro del Tío Pío todo el mundo conoce como el parque de las Siete Tetas, al igual que la mayoría llama plaza de la Luna a la plaza de Soledad Torres Acosta, porque allí estuvieron los cines Luna. En este mirador natural se está muy a gusto y permite ver casi toda la ciudad y buena parte del extrarradio. Eso sí, el olor a marihuana que dejan algunos de sus visitantes en obasiones se hace demasiado intenso. A los pies de la primera teta se encuentra el bar terraza El Mirador, que también tiene buenas vistas y los precios lo delatan.
Templo de Debob, teleférico y Reina Sofía
Otro mirador natural de Madrid, gratuito, es el Templo de Debob, situado en el lugar en el que estuvo el Cuartel de la Montaña. La pega es que siempre hay mucha gente, pero su pequeño mirador, aunque no está muy alto, ofrece unas vistas magníficas del Madrid de los Austrias, pudiéndose observar el Palacio Real, La Almudena, el parque del Oeste e incluso la Casa de Campo.
Existe además en Madrid un mirador de miradores del que cada vez nos acordamos menos, el teleférico, que permite viajar desde el paseo de Rosales a la Casa de Campo y viceversa por las alturas. Cuesta 5.90 euros y tiene un recorrido de dos kilómetros y medio, pero llega a elevarse hasta 40 metros sobre la ciudad y la experiencia resulta muy interesante que concluye en un restaurante.
En el centro de Madrid, en Atocha, también podemos subir a la terraza del Museo Reina Sofía, que dispone de un bar, en Atocha, cuyo acceso es gratuito los domingos. Igualmente desde las Cuatro Torres, también con restauración en las alturas, se puede tener unas vistas estupendas de Madrid o desde la terraza del Casino, en pleno centro.
Ocio por las nubes
En cuanto a lugares de ocio con vistas exclusivas, abundan en la Gran Vía e inmediaciones, pues hay docenas de hoteles, bares y restaurantes que permiten contemplar el skyline de la villa, como ocurre con NH Collection Madrid Suecia, Melia Princesa, The Principal, Picos Pardos Sky Lounge, Mercure Madrid Santo Domingo, Dear Hotel Madrid, Hotel Iberostar Las Letras Gran Vía, El Cielo del Urban, Picalagartos Sky Bar, Restaurante Nice to meet you, Vincci Capitol, Hotel Europa, Hotel Emperador, Hotel Oscar Room Mate, Ginkgo Sky Bar, Hotel Indigo Madrid Gran Via o el Hotel Jardines de Sabatini.
Eso por no hablar de la lanzadera del Parque de Atracciones, que tiene una altura de 63 metros y ofrece vistas memorables durante los pocos segundos que está uno arriba del todo, si es que se logra vencer el miedo a caer al vacío en tres segundos desde tan alto. Madrid tiene otra infinidad de posibilidades para poder observarla desde las alturas, aunque muchas también sin posibilidad de acceso del público particular, como pueden ser las Torres Blancas, la Torre Picasso, la Torre Europa o el Pirulí (Torrespaña). Porque hay quienes viven o trabajan cada día por todo lo alto y no le dan demasiada importancia a estas cosas por las que otros están dispuestos a pagar y a guardar enormes colas.