Cómo diferenciar los cosméticos "100% libres de crueldad animal"
A pesar de que existe una ley europea que prohíbe que estos productos sean testados en animales, el reglamento REACH de la comunidad supranacional lo sigue permitiendo
17 junio, 2019 00:00El movimiento cruelty free se expande entre las empresas de cosmética. Esta es la denominación internacional que designa aquellas marcas cuyos productos no han sido testados en animales, también conocidos como "libres de crueldad animal". Una opción que a pesar de estar prohibida en un gran número de países, aún cuenta con claroscuros en su implementación.
Este es el caso, por ejemplo, de Europa. La Eurocámara aprobó en 2003 una directiva --2003/15/CE-- por la que quedaba totalmente prohibido el uso de animales para la experimentación y testeo de productos de belleza. Esta noma supranacional tuvo una aplicación por fases que estipulaba un periodo de 10 años para acabar con este tipo de prácticas. Así, en 2013 no podría haber cosmético en la Unión Europea que se realizara --ya fuera dentro o fuera de sus fronteras--con experimentos en estos seres vivos. Sin embargo, la misma Europa cuenta con una legislación que sigue permitiéndolo.
Reglamento y ley se contradicen
La normativa europea de Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de sustancias y mezclas químicas (más conocida como el Reglamento REACH) tiene como objetivo el registro y control de todos los productos químicos en suelo comunitario. Este reglamento "establece un sistema de autorización con vistas a garantizar que las sustancias altamente preocupantes se controlan adecuadamente", tal como señala la Agencia Química Europea en su web y, para ello, en ocasiones estos productos deben ser testados en seres vivos. "Para adquirir más conocimientos sobre las sustancias químicas, en ocasiones es necesario probarlas en ensayos con animales como último recurso", reza el texto explicativo europeo sobre el REACH. Eso sí, aquellos que las hagan deben haber agotado "todas las demás fuentes de datos disponibles", es decir, usar esta experimentación como último recurso.
El REACH estipula que "las empresas que registran los mismos productos químicos deben poner en común los resultados de los ensayos con seres vertebrados y deben presentar conjuntamente toda la información". Además, señala que "los estudios con animales que resulten adecuados y fiables no deben repetirse" y la normativa "alienta" a las empresas a "compartir" los datos que han conseguido. Sin embargo, las asociaciones animalistas apuntan a que en la industria química y cosmética aún existe "mucho secretismo" respecto a las fórmulas y que las compañías se agarran a la excepción para continuar realizando los experimentos, a pesar de que "hay otras maneras" de demostrar lo inocuo de sus productos.
Listados de empresas ‘cruelty free’
Existen varias fórmulas para que una empresa de cosméticos se reconozca como “libre de crueldad animal”, es decir, que ninguno de sus componentes haya sido testado en animales y que no se venda en países que obliguen a hacer este tipo de pruebas. Una de ellas es la que se lleva a cabo a través de la Fundación PETA (People for the Ethical Treatment of Animals, de origen inglés). Esta iniciativa lista las empresas que no realizan pruebas en animales desde 1987 y cuentan, además, una lista especialmente dedicada a los productos cosméticos, de aseo personal y para el hogar. Este es el programa Beauty without bunnies, que incluye a más de 4.000 empresas en todo el mundo, 34 de ellas con sede en España.
Amanda Nordstrom, coordinadora de este programa, explica a Crónica Global que las marcas que quieran entrar en este listado “deben presentar una declaración que verifique que ni ellas ni sus proveedores realizan, encargan, pagan o permiten pruebas en animales”. Esta negativa no solo incluye el producto final, sino también las fórmulas para obtenerlo y los ingredientes usados independientemente del país en el que sean obtenidos. Además de este documento “legalmente vinculante”, las compañías envían documentos detallados sobre sus productos para que la Fundación PETA pueda comprobar su veracidad. “Para asegurarnos de que nuestra base de datos sea correcta y actualizada, recertificamos a las empresas y nos reservamos el derecho de eliminarlos de la lista si no cumplen con nuestros estándares de bienestar animal”, especifica la directiva.
Adhesión “total” de las empresas
Otra de las plataformas que realizan un procedimiento similar es la Cruelty Free International, que forma parte de la Federación Europea Contra la Experimetación Animal (ECEAE), representada en España a través de la Asociación en Defensa de los Derechos de los Animales (ADDA). Montse Paredes, miembro de esta organización, especifica que los requisitos que una empresa debe constatar para recibir la certificación cruelty free es “muy estricta” ya que se entrega a aquellas marcas en las que todos y cada uno de los productos son creados sin ningún tipo de test en animal --ni por su parte, ni por sus proveedores-- y que, además, no venden en países en las que estas pruebas son obligatorias. Esto les restringe la entrada, por ejemplo, a China, donde el testeo en estos seres es obligatorio para esta industria. “Una empresa quiso registrar un único producto en nuestro programa Leaping bunny [homólogo al Beauty without bunnies de PETA]. No se le concedió porque este distintivo se le da a la empresa en conjunto, no nos vale con hacer un único material sino que la adhesión tiene que ser total”, explica.
Una fórmula para comprobar si un producto está adscrito al 100% al movimiento “libre de crueldad animal” es buscar los logos que las dos asociaciones conceden a las compañías que pasan sus filtros de comprobación. Tanto Cruelty Free International como PETA han optado por el conejo como imagen de la lucha contra las pruebas cosméticas en animales. La obtención de estos logos es completamente opcional por parte de las empresas.
Parte de la filosofía del negocio
Una de las marcas que cuenta con la enseña cruelty free es Vinca Minor, la primera empresa española en haber recibido este distintivo por parte de la Cruelty Free International. La directora técnica de esta compañía de cosméticos madrileña, María Fonseca, explica que su ahdesión a este listado fue "buscado" ya que el rechazo a estos procedimientos se encontraba en "la filosofía" de la empresa. "Estuvimos buscando por internet certificados de este tipo que nos dieran confianza hasta que encontramos el Leaping bunny", detalla.
En su caso, en el que la Asociación ADDA se implicó como intermediaria, tardaron dos años en conseguir el logotipo del conejito rosa, a pesar de que aseguran que us productos son eminentemente naturales a base de aceites. "Te hacen una auditoría no solo de tus productos sino también de los proveedores que usas. Y cada año tienes que asegurar que todo el proceso es 100% libre de experimentos y test en animales", apunta Fonseca. "Fue un proceso muy largo, pero si crees en ello y tienes la confianza de que está bien hecho, le pones ganas".