"Me arrolló un coche mientras repartía con Glovo y la empresa me castigó". Esta es la sentencia que resume la historia de Alfredo, un exrider de Barcelona que, como el malogrado Pujan Koirala, sufrió un accidente de tráfico mientras repartía con la plataforma. En su caso, la firma de Oscar Pierre y Sacha Michaud no solo se olvidó de él y no respondió a sus llamadas o correos electrónicos: también lo penalizó por no trabajar cuando se estaba recuperando.
Alfredo atiende a Crónica Global en Barcelona. Es en esta ciudad donde este español de origen venezolano empezó a repartir en moto para Glovo en marzo de 2017. "Llegué a España para cursar un máster en Periodismo. Vine con mis ahorros y claro, llegó un momento en el que busqué un trabajo a tiempo parcial para acceder a algunos ingresos. Descubrí Glovo y me puse a repartir con ellos", explica. "Hacía pedidos ocho horas al día y el resto del tiempo lo dedicaba al máster. Todo marchaba bien, o regular, a juzgar por las cantidades que ganaba", aclara. El rider se anotaba ganancias de entre 400 y 600 euros al mes por ocho horas. "Descuéntale el IRPF y la cuota de autónomos y te quedabas con 250 o 300. Con eso vives repartiendo a jornada completa en Glovo", lamenta.
Accidente y olvido
Su situación empeoró el 30 de mayo de 2017. Aquella noche, el joven fue arrollado por un coche en un cruce de la zona de Poblenou. "Acabé de repartir y me dirigía a Badalona, mi domicilio. En una confluencia para entrar en la Ronda Litoral, un coche se saltó un semáforo en rojo y me embistió por atrás, cuando yo estaba parado. Yo quedé tendido en el suelo, inconsciente. Me socorrió otro repartidor de Glovo que, casualmente, pasaba en bicicleta por el lugar", narra Alfredo. El repartidor fue subido a un taxi para llevárselo al hospital, donde lo atendieron.
El correo electrónico en el que Alfredo notificó a Glovo su accidente. Nunca fue contestado / CG
"Me diagnosticaron rotura de ligamentos en la pierna izquierda. Estuve un mes en cama y otros dos meses de rehabilitación", enumera. Algo peor que su siniestro aguardaba al rider. "Se lo notifiqué a la empresa. Por correo electrónico. Por los chats de apoyo. Jamás respondieron. Ni se interesaron. Se olvidaron de mí", admite. "Ni se molestaron en preguntar por mi situación. Ni siquiera pagaron el taxi que me llevó al hospital. Desaparecí para ellos", agrega gélido. Alfredo aporta un correo electrónico en el que notifica el accidente. El e-mail nunca fue contestado.
La empresa lo castiga
El borrado del mapa del joven periodista lo perjudicó sobremanera. "No solo me quedé sin ingresos, pues en Glovo si no aceptas pedidos no cotizas. Me pasé la entrega del trabajo de final de máster (TFM) porque estaba inmovilizado en la cama, sin poder hacer las entrevistas de campo, y arruiné las prácticas, pues no podía acudir a la oficina. Tuve que repetir ambas cosas", recuerda. "El accidente con la start up perjudicó también mi proceso de residencia. Lo ralentizó, pues no trabajé durante dos meses. Se complicó mi situación legal en España", añade.
Su calvario no terminaría en ese momento. "Cuando me recuperé por completo --Glovo no pagó, por supuesto, la reparación de su moto, que costó 750 euros y de la que se hizo cargo el seguro del otro conductor-- y volví a repartir, cual fue mi sorpresa al descubrir que la empresa me había penalizado. Me había castigado por no repartir", revela. ¿Cómo? "De una elevada puntuación por dedicarme a jornada completa al reparto, el score me quedó muy bajo. Me caparon las horas que podía conectarme y, por ende, el número de repartos e ingresos. Todo por un accidente que no provoqué, que sufrí volviendo de trabajar y del que ellos mismos se desentendieron por completo", critica. ¿Qué le parece el caso del joven Pujan Koirala, que falleció siete días atrás en Barcelona? "Denota cómo actúa la empresa. Para Glovo existes solo si repartes. Y no es cierto que seas libre o no para aceptarlo. Te presionan con la puntuación para que te dediques cuantas más horas, mejor. Y para que vayas cuanto más rápido, mejor. Eso no es un trabajo. Funciona en Estados Unidos porque hay una tradición de dar cuantiosas propinas. Aquí es explotación pura y dura", apostilla.