¿Una dulce y progresiva decadencia catalana? ¿Es consciente de ello el presidente de la Generalitat, Quim Torra? Dependerá de cómo reaccione el propio tejido empresarial catalán, pero Cataluña pierde fuelle respecto a Madrid como el gran motor económico de España. Los últimos datos que ha ofrecido el Instituto Nacional de Estadística, respecto a 2018, así lo corroboran. El PIB catalán ascendió hasta los 231.277 millones de euros, sólo 1.259 millones más que la Comunidad de Madrid, que alcanzó los 230.018 millones. Para compararlo sirve ver el PIB de Portugal, que en 2018 fue de 201.606 millones de euros. ¿Por qué Cataluña crece menos, por un movimiento independentista que ha paralizado las instituciones, por su fiscalidad, o porque Madrid ha logrado reunir los sectores económicos más dinámicos en un contexto de globalización?
El crecimiento de la economía catalana desde 2000 ha presentado números interesantes. Ha crecido, aunque de forma sincopada. Ha superado la media de los doce países de la UE más potentes, pero por debajo de Madrid, que es, finalmente, el gran objeto de deseo de los catalanes para establecer comparaciones, una comunidad a la que se reprocha el efecto capitalidad de Madrid y la cercanía con los poderes del Estado. La Cámara de Comercio de Barcelona lo ha analizado a fondo y así lo ha plasmado en el informe La economía catalana en el siglo XXI. Balance (2000-2017) y perspectivas (2030).
Por debajo de 'las Españas'
Ha habido incrementos del PIB del 1,6% en Cataluña y España, pero del 2,1% en el área que domina la capital española, siempre, en los tres casos, por encima del 1,1% de los países de la UE-12. Con altibajos, con características distintas y en función de las diferencias en los modelos económicos, esa tendencia ha cambiado en los últimos dos años. En 2018, como apunta el economista Lorenzo Bernaldo de Quirós, el PIB se incrementó el 2,3%, tres décimas por debajo del promedio del conjunto de “las Españas”, como le gusta decir a este experto que se declara un liberal comprometido. Las perspectivas para 2019, según sus cálculos, marcan una desaceleración “superior a la experimentada por la actividad económica en el Estado”.
¿Por qué eso es relevante? Se toma en cuenta por dos razones, siguiendo el razonamiento de Bernaldo de Quirós: “Porque durante las expansiones, el Principado (Cataluña) ha crecido siempre por encima de la media y porque en las fases bajas del ciclo y en las recesiones, la caída del PIB y del empleo ha sido inferior”.
El economista Lorenzo Bernaldo de Quirós
Efectos negativos a medio plazo
En función de la adscripción ideológica, y eso es así en muchos ámbitos, se considera que el proceso soberanista ha tenido una mayor o menor influencia. Hay datos que pueden dar la razón a cada interlocutor. Pero surgen dos interpretaciones, como explican los economistas consultados por Crónica Global. Teniendo en cuenta que no ha habido cambios en la estructura económico-empresarial de Cataluña, o no fundamentales, surgen dos ideas, que el propio De Quirós sostiene.
“Por un lado, la política desplegada por los Gobiernos de la Generalitat ha debilitado la posición competitiva de Cataluña en, por ejemplo, su fiscalidad", indica, "por otro, si bien la inestabilidad derivada del conflicto Cataluña-Estado no había tenido un impacto apreciable sobre el comportamiento de la economía, cabe considerar que comienza a tener efectos que pueden agudizarse en el medio plazo”.
Cae la inversión extranjera
A esa segunda idea se acoge el economista Gonzalo Bernardos. Asegura que “hasta la declaración de independencia de Cataluña, la inversión extranjera iba prioritariamente a Madrid (especialmente) y a Barcelona. Con posterioridad, la de la capital catalana se ha hundido. Y, en general, más inversión productiva equivale a medio plazo a más crecimiento”. Los datos parecen corroborar esa hipótesis, y es que a finales de 2018 se conoció que la inversión extranjera en Cataluña había caído cerca del 17%, unos 744 millones de euros menos, el peor dato desde 2012, mientras que en Madrid aumentaba hasta los 59.660 millones, el 182% más que el año anterior.
Ahora bien, ¿por qué ocurre? La Cámara de Comercio de Barcelona tiene una explicación que ha analizado el director de estudios económicos de la institución, Joan-Ramon Rovira. La idea que maneja es que en Madrid se han concentrado las actividades de alto valor añadido y muy intensivo en capital tecnológico, inmobiliario y financiero. Producto de todo ello surgen algunos indicadores que muestran las diferencias: la renta de las familias en Cataluña ha aumentado un 0,6%, desde 2000, pero la media española ha mejorado en un 0,8%, mientras que en Madrid ha sido del 0,9%. La renta familiar disponible per cápita en Cataluña ha acabado siendo un 8,6% inferior al área de influencia de la capital española.
El presidente de la Generalitat, Quim Torra
Crecer, pero menos que las capitales de estado
El economista Santiago Carbó le resta importancia a esas diferencias, al entender que en todos los países esas grandes ciudades, que son capitales de estado o que concentran los flujos financieros, como es el caso de Frankfurt en Alemania, crecen más que el resto, aunque vayan bien. “Manchester y Birmingham han crecido, han mejorado mucho, pero, claro, por debajo de Londres, que es una locomotora enorme”. Carbó sostiene que Cataluña tiene especificidades que no deben llevar al pesimismo y que “para nada” supondrán una decadencia. “El modelo de conexión entre las universidades y la empresa es envidiado en toda España, con un sector industrial que ha mostrado una gran vitalidad en los últimos años”, añade.
Sin embargo, la percepción es de cierto declive. Bernardos considera que “como muy tarde en 2021, la Comunidad de Madrid será la que tendrá un PIB más elevado de España. Los motivos serán dos: la decadencia de Cataluña, (la economía ha dejado de ser algo importante), y la desviación de inversiones desde nuestra autonomía hacia la de Madrid".
Una decadencia "inevitable"
El problema latente, el proceso soberanista, no se esquiva. Bernaldo de Quirós considera que, por ahora, es mayor la cuestión fiscal. Señala que el Índice de Competitividad Fiscal sitúa a Cataluña en la última posición de todas las comunidades autónomas en 2018. Y es que la comunidad catalana tiene los tipos marginales más altos de todas las autonomías.
Eso es un hecho, pero lo intangible es lo que más preocupa. Según Carbó, “es evidente que si la situación política se mantiene durante mucho más tiempo con esa parálisis, se puede producir no ya una decadencia, sino un deterioro de la economía que arrastre al conjunto de la economía española”. Y Gonzalo Bernardos lo ve casi inevitable: “Si no hay un gran cambio político, la decadencia no va a poder pararse. Sólo ha hecho que empezar. Vamos a convertirnos en el Quebec de España, un territorio que casi siempre crece menos de lo que lo hace Canadá”.
Banderas independentistas en Quebec, Cataluña y Escocia
¿Qué pasó en Quebec con los bancos?
¿Y por qué Quebec? Si se repasa lo sucedido, las analogías resultan inquietantes. Hubo un desplazamiento de las entidades financieras a partir del primer referéndum soberanista convocado en 1980. El no a la independencia ganó con el 59% frente al 40%, pero se crearon las bases de una cierta desconfianza por parte del capital. Toronto pasó a ser la ciudad más importante de Canadá, por delante de Montreal, provocando una migración interna de canadienses.
El Bank of Montreal constituyó su sede en la capital de Ontario, pese a que estuviera registrado con su sede social en Montreal. Y otras instituciones financieras siguieron el mismo camino, situándose en los edificios de Bay Street, la plaza financiera. Sólo uno de los ocho principales bancos canadienses, el National Bank, se gestionaba desde Montreal. Se desplazaron a Toronto, entre otros, Bank of Montreal; Royal Bank of Canada y Sun Life Financial. En un informe de The Financial Times se aseguraba que Montreal “nunca se recuperó”, en boca de Reuven Brenner, profesor de la McGill University. Esa situación no mejoró tras el segundo reeréndum en 1995 y después no se han vuelto a convocar más consultas.
Bernardos considera que es la burguesía catalana la que no ha actuado como debiera. “Es muy preocupante la decadencia de la burguesía. En la Catalunya del siglo XXI los emprendedores son los extranjeros: italianos, chinos, latinoamericanos, o pakistaníes. La burguesía sólo aspira a vivir de la Generalitat y de las rentas de sus propiedades inmobiliarias”.