El lobo, como en la fábula, ha llegado al campo. Con las pérdidas milmillonarias y catastróficas en materia de salud en el horizonte, la factura por del cambio climático ha tomado tierra en España. Los seguros agrarios abonaron el año pasado 800 millones de euros y aumentaron el desembolso de los agricultores en una media de 1.015 euros al año.
Las previsiones, según el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) y algunas compañías, aseguran que los riesgos naturales o “fenómenos meteorológicos extremos” rebasarán antes de dos años el importe de 1.000 millones. Basan sus predicciones en la advertencia de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) de que España es, junto a las regiones sur del continente, una de las zonas que más sufrirá las consecuencias.
Vista general del pantano de Mediano en el Pirineo de Huesca / EFE
Heladas, vientos, pedriscos…
Los datos oficiales pronostican una tormenta casi perfecta sobre la tierra que nos proporciona alimento. Un estudio de Greenpeace y el CSIC alerta de que la temperatura media ha aumentado 1,5º en las tres últimas décadas, medio grado más que la media del planeta. España es ya el país más árido de Europa. Al menos un 20% del territorio es desértico y en este siglo puede llegar al 75%. Tiene siete de las diez cuencas hidrográficas con mayor estrés hídrico.
El resultado en efectos del cambio climático son heladas, vientos huracanados, lluvias torrenciales y tormentas con pedrisco. Estas y otras contingencias meteorológicas se suman a incendios o fuertes períodos de sequía, como el que las asociaciones agrarias empiezan a vislumbrar actualmente.
El calentamiento desde 1900 ha aumentado un 25% en solo tres años
Impacto económico
Un informe de BBVA Research cifra en un 827% el incremento de los desastres naturales desde 1980. Entre los más graves destaca la ola de calor del verano de 2003, las inundaciones de 1983 y la sequía de 1992. Los países más afectados han sido Filipinas, Estados Unidos, China, Japón e Italia. En España el impacto económico creció un 191% desde 1985.
El año pasado fue el de mayor siniestralidad en la historia del seguro agrario, junto a 2012, con una superficie total afectada de 1,4 millones de hectáreas. “Lo más grave es que los desastres naturales no impactan solo en las aseguradoras sino en el conjunto del sistema financiero y económico”, advierte uno de sus autores.
Agricultores molestos
Este coste disparado preocupa especialmente al sector asegurador, pero también ha llegado a la cartera de los agricultores que contratan pólizas. Sindicatos y asociaciones de trabajadores del campo se muestran desde hace años muy molestos con la imparable subida de las primas, sin que el Estado las frene. “Estamos indefensos. O lo tomas o lo dejas y abandonas el campo”, asegura Luis Herranz, de Jóvenes Agricultores de Castilla-La Mancha.
Viñedos que sufren la sequía en España
Todavía hay algunos, los más jóvenes y los más mayores, que no contratan más allá de los seguros obligatorios. La mayoría, especialmente parejas de mediana edad con hijos, han elevado este gasto casi un 10% en los últimos dos años.
Vinateros preocupados
Las principales bodegas españolas están también muy preocupadas por los efectos de cambio climático. Ya la cosecha de 2017 en España fue mucho más corta de lo habitual debido al calor prolongado que mermó la producción. Además, adelantó la vendimia en casi todos los lugares.
La Federación Española del Vino (FEV) asegura que el viñedo es de los cultivos más vulnerables a las crecientes sequías, olas de calor, heladas, pedriscos, inundaciones o nieve. Estos fenómenos afectarán a la calidad de la cosecha y al rendimiento del cultivo con alteraciones en la fenología de la vida, los patrones de enfermedades y plagas y en el potencial de maduración. También dañará al fruto y a la calidad del mosto, lo que se traduce, por ejemplo, en un grado alcohólico más elevado. Casi nada.
Costes aterradores
Pero bien mirado esto costes son peccata minuta comparados con los entre 1.885 y 3.771 millones de euros que la 21ª Cumbre del Cambio Climático calculó en pérdidas para 2030 en todo el mundo.
O las 250.000 muertes adicionales al año previstas hasta 2050 debido a malnutrición, diarrea y estrés calórico previstas por la OMS. La directora del departamento de salud y medio ambiente, María Neira, recuerda que la ola de calor de 2003 causó 70.000 muertes en Europa, casi 13.000 de ellas en España.
Las cifras sobre el coste económico generado por la contaminación asustan: solo en 2010 se registraron 600.000 muertes prematuras en Europa (33.200 en España) y originaron un gasto de 1,4 billones de euros. Las proyecciones son más aterradoras.