Antonio Luque es el propietario de una pequeña explotación agrícola familiar en Córdoba (Dehesa Las Hazuelas). El hombre que controla el negocio del aceite en España es conocido, sin embargo, por otras razones: es un ingeniero que durante 32 años ejerció funciones financieras en Cajamar y que hoy preside Dcoop, un grupo de cooperativas que domina el mercado aceitero hasta el punto de influir en la fijación de precios del producto en España y en el extranjero de manera determinante.
Es justo ese asunto el que ha levantado en armas a un sector históricamente aletargado. Las políticas que desarrolla Dcoop con la compra de aceite de Túnez y Marruecos para refinarlo y comercializarlo en diferentes mercados ha quebrado la paz empresarial de un sector que se repartía el mercado y en el que participan multitud de pequeños agricultores, en especial andaluces, que tienen la producción olivarera como su principal modo de vida.
Aceite ‘nacionalizado’
Los competidores, entre ellos Interoleo y la potente Deoleo, están que trinan con lo que consideran que es un juego sucio. Acusan a Luque de importar desde fuera de España aceite para “nacionalizarlo” y, gracias al bajo precio de adquisición del producto en los países productores del África Mediterránea, lanzar los precios a la baja con el consiguiente perjuicio para los elaboradores, en especial aquellos que no se han integrado en su red de cooperativas. En un programa radiofónico, Agropopular, Luque minimiza las críticas y se refiere a ellas como un fenómeno de envidia por los éxitos de su grupo.
Antonio Luque, presidente de Dcoop, en una reciente intervención pública / EFE
Las críticas son aún más severas cuando la competencia examina la actuación de Luque en el mercado americano. Allí venden diferentes envasadores españoles, pero la andaluza ha conseguido competir con ellos gracias a una asociación con la marroquí Pompeian, de la que posee el 50%, y que ofrece un aceite más barato en el mercado estadounidense. Mucho más económico que el precio al que venden sus competidores californianos, lo que ha sido el detonante de las protestas del sector.
EEUU y el precio
“Está cargándose el mercado estadounidense”, asegura uno de ellos que prefiere conservar el anonimato para acceder a la entrevista. ¿Por qué? “Aquel es un mercado de poco volumen, el aceite de oliva aún se consume poco, pero de altos precios, de gran margen. La clave es que el español se venda a un precio alto, porque es un elemento de distinción de producto y un respiro para nuestras exportaciones”, prosigue.
Tal es el riesgo de que se produzcan problemas en ese mercado, que hasta el Gobierno español ha intervenido a través de la diplomacia y el Ministerio de Agricultura. Existen indicios de que la administración Trump podría establecer aranceles a las importaciones de aceite de oliva español (como ya hizo con la aceituna negra) para proteger a sus productores locales de los precios de derribo que, según la competencia, aplica Luque a través de Pompeian.
Aceite Pompeian, rotulado en inglés, que se comercializa en EEUU / DCOOP
“Hacemos la misma política que hacía Pompeian en EEUU antes de que entráramos en su capital”, defiende Rafael Sánchez de Puerta, subdirector general del grupo cooperativo en conversación con este medio. Sus contrarios no aceptan esa justificación: “Entonces, el volumen de Pompeian era muy pequeño”. Dcoop vendió a Pompeian unos 30 millones de litros en 2017. Según critican, hace pasar como español las cantidades cada vez mayores de producto que adquiere en Túnez y en Marruecos a bajo coste. No pueden probar ese hecho, pero insisten en que sus sospechas contienen algo más que indicios. “Todo esto –replica Sánchez de Puerta– es un discurso artificial de Deoleo. La diferencia es que podemos ser más competitivos. Las cuentas de EEUU son muy buenas para nosotros y ellos necesitan más margen”.
Ayudas públicas y europeas
Lo innegable del escándalo suscitado por los precios del aceite es que ha puesto sobre la mesa un debate inexistente hasta la fecha: ¿existe una manipulación artificial de precios?, ¿qué elementos influyen en que uno de los grandes comercializadores pueda soliviantar a todo un sector productor de natural sosegado?
Comparación de precios entre el aceite Hojiblanca (Deoleo) y el de la cooperativa andaluza Dcoop / CG
A esas preguntas responden los críticos con el grupo de cooperativas con varios argumentos: el grupo de Luque está sacando del mercado al resto de operadores gracias a actuaciones agresivas con los precios y al uso de ayudas públicas. “Incluso de la comunidad autónoma andaluza”, precisan. Las ayudas a la producción olivarera de la PAC (Política Agraria Común) han permitido reconvertir un sector tradicionalmente dividido entre pequeñas explotaciones familiares sin dimensión suficiente y latifundios olivareros con escasa o ninguna aplicación de tecnología en su producción agraria. Sánchez de Puerta admite que perciben esos fondos públicos en el grupo, aunque matiza: “Sólo tenemos las ayudas de la Unión Europea”.
¿Competitividad o tiburoneo?
El número dos de Luque defiende su modelo de negocio, que cuenta con el aval de unas 125 cooperativas de productores. “Buscamos mayor beneficio y rentabilidad. Vender el máximo volumen con el mayor beneficio. Y respetamos las normas de la competencia, no vendemos a pérdidas”, relata. Lo cierto es que la cooperativa presidida por Luque se ha convertido en el auténtico tiburón del aceite español. Trabaja para Mercadona y para otros grandes distribuidores e intentó, en 2014, comprar a su principal competidor, Deoleo. Hasta tuvo un crédito de 110 millones de euros de Cajamar cuyo destino era la financiación de circulante, pero que en los ámbitos financieros andaluces se daba por hecho que perseguía financiar la fallida operación de compra. No consiguió tomar el control de la competencia, pero sí le vendió su conocida marca Hojiblanca y le compró una factoría andaluza.
Lo curioso del sistema del grupo cooperativo es que consigue por sus manejos financieros pagar el litro a mejores precios a sus productores asociados que la competencia. Y con esas técnicas que mantienen, cohesionado al sector productor, está consiguiendo que las pequeñas cooperativas de aceituneros acaben asociadas a Dcoop. “Sobre todo, porque tira los precios del resto del mercado a la baja y, en cambio, paga más a los suyos”, explican desde una cooperativa crítica con el grupo de Luque. “Lo que quieren es poner de manifiesto –defiende el subdirector del grupo– que la integración es mala”. “No podemos perder tiempo, es fundamental unirse, tener sinergias y acuerdos. No descarto que tengamos que hacer alguna operación corporativa más”, anunció Luque en una reciente asamblea.
Respeto a la competencia
Según explica Sánchez de Puerta, ellos siguen un ritmo normal de ventas. Ni atesora producto ni lleva a cabo prácticas con el producto a granel que sean reprochables. Todo se centra, en opinión del ejecutivo, en la presión que existe para reordenar y concentrar la oferta. Y, claro, reprocha a sus competidores que abran un debate a su juicio inexistente.
Las empresas que compiten no son las únicas descontentas con las prácticas agresivas que abandera Luque. El presidente de Asaja, Pedro Barato, alertó hace unos días en el foro Food& Drink Summit 2018 de que la distribución española debe de dejar de "vender productos agrícolas a pérdidas". "Hay que tener el mismo valor. A la distribución subir dos o tres céntimos al consumidor no le supone nada, pero para el productor es su vida. Bajar precios ¿para qué? Estamos haciendo carreras a lo absurdo", lamentó.
Un grupo de más de 1.000 millones
Lo cierto es que la andaluza ha consolidado un gigante empresarial nada desdeñable. En 2017 vendió por importe de 1.080 millones de euros, lo que supuso un crecimiento del 8% sobre el año anterior. En ese último año del que existen datos, el grupo andaluz vendió casi 276 millones de kilos/litros al extranjero por un valor de 541 millones de euros, más de la mitad de su facturación total. Son datos que fueron presentados por la dirección a los cooperativistas en la asamblea anual que tuvo lugar el 28 de junio en Córdoba.
La fuerza con la que opera en el mercado aceitero español también puede comprobarse en la estructura empresarial que la cooperativa de segundo grado ha tejido en los últimos meses. Así, por ejemplo, es imposible disociar el grupo de Luque de otras sociedades que controla en su operativa. Por ejemplo, Qorteba Internacional SL, Aceites Toledo, Mercaoleo, Musa y Refinería Andaluza entre otras.
Una tenebrosa trama de empresas
Del examen de la memoria del grupo cooperativo andaluz puede extraerse un alto nivel de operaciones vinculadas entre esta trama de sociedades. En 2015, pagó 2,5 millones de euros a Qorteba por refino. Un año después fueron 1,3 millones adicionales. El forfait de refino que paga el grupo cooperativo muestra con claridad las relaciones entre ambas empresas, que se une a otras alianzas del propio grupo. Qorteba es propiedad al 50% de Mercaoleo y Aceites de Toledo. Mercaoleo, a su vez, pertenece por mitades a Dcoop y los marroquís Devico. Ambos grupos son los propietarios de Pompeian en EEUU.
De hecho, en las últimas horas se ha conocido que Aduanas ha impuesto una multa de 2,8 millones de euros a Dcoop por importar producto de Túnez que incumple los estándares de calidad exigidos para venderse después como español. El consorcio cooperativo de Luque asumirá el pago de la sanción, que fue impuesta a Qorteba.