Oleguer Pujol, los Botín, los Rodés y las nocheviejas suizas
¿Tienen algo que ver las relaciones de estos personajes con la investigación que mantiene la Audiencia Nacional sobre el contrato del Santander y el más joven e inexperto hijo del clan Pujol?
5 enero, 2016 00:00Las investigaciones realizadas alrededor de Jordi Pujol y su clan familiar siempre dejan un flanco abierto. Hay una pregunta sin responder, y alguna comisión sin identificar, que llevan en su origen a Suiza, a la localidad de Gstaad, en plenos Alpes, donde los millonarios españoles toman las uvas y practican deportes de nieve en el umbral de cada año.
Aunque el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata investiga el caso del clan Pujol, pese a que el fiscal jefe Anticorrupción José Grinda ha viajado a Holanda a remover papeles, nadie ha contestado todavía a esta pregunta: ¿cómo el menor de los Pujol, Oleguer, consiguió meterse en la firma del macrocontrato de leaseback de las oficinas del Banco Santander en España? ¿Cómo los Botín se fiaron de una entidad como Drago Capital (representada para la formalización por el benjamín de los Pujol) para una operación tan exclusiva y delicada que afectaba al corazón de sus negocios: el alquiler de las sucursales con las que opera?
Hasta la inteligencia del Estado pasó un tiempo investigando todas las sospechas que la venta de 1.152 oficinas del banco por 2.177 millones de euros suscitó en 2007, cuando Oleguer Pujol, uno de los firmantes, tenía 35 años. El contrato, las escrituras, todo era perfectamente legal. ¿Había alguna posibilidad de blanqueo de fondos en el exterior? Esa línea de pesquisas quedó enterrada ante la falta de datos. El banco no ha parado de dar explicaciones sobre la transparencia absoluta de su venta de sucursales. Sus compradores, recuerdan, son inversores británicos y holandeses. Drago posee una mínima presencia en el capital del grupo comprador. La presencia lateral de un Pujol, no obstante, no ha frenado el curso de una investigación paralela.
Existen, sin embargo, algunas claves menos conocidas de aquella operación que merecen ser consideradas ocho años después:
1. La conexión catalana
¿Cómo logró el joven Oleguer Pujol moverse entre la élite de las finanzas madrileñas? ¿Existía algún tipo de apadrinamiento específico? La conexión catalana conocida hasta la fecha ha sido revelada por el periodista Pere Rusiñol. Tiene en común una empresa: International Tax Planning Services (ITPS), una firma holandesa que ayudó a crear dos sociedades pantalla con las que los investigadores consideran que se escondieron comisiones pagadas en aquella operación: ARD-Choille BV y Marway.
ITPS tiene, sin embargo, otros clientes catalanes: la familia Rodés. De hecho, la sociedad holandesa Aliada Investments BV (en la órbita de ITPS) controla el vehículo financiero con el que la familia Rodés invirtió en el consorcio adjudicatario del suministro de las aguas catalanas (ATLL). Fue la mayor privatización, fallida según la justicia, realizada por el Gobierno catalán de Artur Mas, una operación de 1.000 millones. Aliada Investments BV estaba coadministrada por Alicia Rodés.
El patriarca de los Rodés falleció este pasado 2015 en un accidente de tráfico. Sus hijos mantienen los negocios familiares, en especial Fernando, quien sigue en la compañía publicitaria (Havas) a la par que se ha convertido en accionista de referencia del diario nacionalista Ara. Ha comprometido su apoyo a Mas, el mismo político que entregó el contrato de ATLL a la empresa en la que participa y que también le hizo presidente del Consejo Asesor de la Generalitat para el Desarrollo Sostenible.
Los Rodés son el nexo.
2. Las nocheviejas suizas
Hay un pueblo en los Alpes, Gstaad, en el que durante algunas fechas coinciden unos cuantos apellidos españoles. En concreto, con el cambio de ejercicio fiscal. Cada 31 de diciembre, los Botín organizan una fiesta exclusiva para despedir el año. Tiene lugar en el Yacht Club del Grand Hotel Bellevue. Durante años, Emilio Botín y Leopoldo Rodés han sido figuras destacadas en ese encuentro al que podían acudir los Samaranch u otros ilustres apellidos españoles con interés por Suiza. Carlos March, Borja Prado, Juan Abelló o José María Aristráin eran habituales.
En la Nochevieja de 2015 se echó en falta a los dos patriarcas, Emilio y Leopoldo, ambos fallecidos. Les unía una larga amistad. El primero en fallecer fue el banquero, y Leopoldo le dedicó un laudatorio artículo en La Vanguardia el 11 de septiembre pasado. “Emilio Botín ha sido, ante todo, un gran amigo”, escribía Rodés.
Pero la fiesta volvió a celebrarse pese a las notables ausencias. Ana Patricia Botín, la heredera del imperio financiero español, ejerce de anfitriona junto a su esposo Guillermo Morenés. Se ha producido un relevo generacional, y sus hijos Pablo, Javier y Felipe son los encargados de proseguir la celebración en las discotecas próximas.
De estas fiestas son incondicionales algunos apellidos como los Rodés y los Samaranch. De hecho, Juan Antonio Samaranch júnior y su esposa Cristina acuden con frecuencia. El hijo del que fuera hombre fuerte del Comité Olímpico es desde hace unos años el CEO en España de GBS Finanzas, una gestora de patrimonios creada en 1991. Desde 2012, Gonzalo Rodés, otro de los hijos del malogrado Leopoldo, es el presidente de GBS Finanzas Cataluña. Dejó el bufete de abogados Gómez Pombo para trabajar con Samarach Salisachs. La Nochevieja los une, los negocios los mantienen cercanos. Parece ser el lema que prevalece en estos exclusivos encuentros alpinos.
Los Rodés están en el nexo.
3. La tajada, en forma de comisiones, de la operación
Drago Capital (y sus sociedades subsidiarias) compraron las 1.152 oficinas del Banco de Santander en 2007. Era la desconocida empresa en la que estaba en aquel momento Oleguer Pujol Ferrusola. La operación parece que devengó comisiones proporcionalmente tan millonarias como la cifra final de más de 2.000 millones que cobró el banco por el leaseback de sus sucursales bancarias. La lógica, explican fuentes financieras, es que el perceptor de las mismas fuera quien auspiciara el negocio, quien diera acceso a Drago a participar en un restringido concurso para quedarse con las agencias bancarias.
Tanto la Agencia Tributaria como la Udef policial conocen hasta la fecha que Oleguer Pujol y su socio Luis Iglesias estaban detrás de la sociedad ARD Choille BV y que cobraron una comisión inicial de 5,3 millones de euros. Fue su particular tajada. La información está en manos de Hacienda por la declaración tributaria especial que Oleguer Pujol presentó en noviembre de 2012, el famoso modelo 750 de la amnistía fiscal de Montoro. También han podido corroborarlo gracias a la detallada inspección que la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF) llevó a cabo sobre el propio Pujol, Iglesias y todas las sociedades del grupo Drago durante 2013 y hasta bien entrado 2014.
La policía, a través de la Udef, persigue ahora otra pista. Es el detalle determinante. ¿Quién está detrás de la sociedad holandesa Marway BV? Esta empresa recibió 6,2 millones en la operación de las oficinas, pero no del vendedor (Santander), sino del comprador (Drago Capital). Tratándose de una operación privada, ¿a quién pagaron comisión los nuevos propietarios de los inmuebles? “Es obvio –explican fuentes jurídicas– que los perceptores fueron quienes propiciaron el negocio. Aquellos con capacidad para intermediar entre comprador y vendedor y que, por proximidad con ambos, pudieron poner de acuerdo a dos grupos tan dispares como el banco y la empresa representada por Oleguer Pujol”. El comprador, dicho de otra manera, pagó los servicios de quien facilitó el negocio.
Se da la circunstancia de que el fiscal anticorrupción José Grinda registró las oficinas de la empresa Marway BV sin éxito. Nada había de operaciones referidas a 2008, año en el que tuvo lugar el pago de la comisión. ¿Quién está detrás, pues, de ese negocio? “Sólo alguien con acceso directo a quien iba a decidir en el Santander la adjudicación, alguien muy próximo, con mucho ascendente, alguien de quien se hable o que participe en las nocheviejas suizas”, señala un colaborador de Oleguer Pujol.
Los únicos que faltan en este nexo, por ahora, son los Rodés