Los convergentes Jordi Jané, Neus Munté, Artur Mas y Meritxell Borràs, representan diferentes sensibilidades secesionistas / PRESIDENT.CAT

Los convergentes Jordi Jané, Neus Munté, Artur Mas y Meritxell Borràs, representan diferentes sensibilidades secesionistas / PRESIDENT.CAT

Política

ERC teme juego sucio de la antigua CDC en el referéndum

En el marco de un Gobierno catalán dividido, Puigdemont y Romeva desconfían del departamento de Gobernación, responsable de procesos electorales

22 noviembre, 2016 00:00

Que Carles Puigdemont encomendara al vicepresidente Oriol Junqueras y al consejero de Asuntos Exteriores y Relaciones Institucionales, Raül Romeva, la organización del referéndum no fue gratuito. Las divisiones que esa votación genera en Convergència, unidas a la presión de la CUP, convencieron al presidente de la Generalitat de la necesidad de encargar esa votación a dos dirigentes de ERC. Sin embargo, a medida que se acerca la fecha señalada --septiembre de 2017--, crecen las dudas respecto a la posibilidad de que la antigua CDC ponga trabas a un ya de por sí complicado proceso, cargado de obstáculos jurídicos.

Hoy por hoy, el referéndum sobre el estado propio catalán mantiene dividido al Gobierno de Puigdemont. Los siete consejeros de ERC, así como los convergentes Josep Rull, Meritxell Ruiz y Neus Munté, están favor de poner las urnas y hacen piña con el presidente catalán. Por el contrario, los consejeros Jordi Baiget, Santi Vila, Jordi Jané y Meritxell Borràs se mantienen fieles a la postura del expresidente Artur Mas y ven con recelo ese referéndum unilateral. El caso de Jané y Borràs son especialmente significativos, pues el primero es responsable de Interior, es decir, de los Mossos d'Esquadra encargados de hacer cumplir la ley, y la segunda es titular de Gobernación y de procesos electorales.

Según ha podido saber Crónica Global de fuentes parlamentarias, los republicanos temen que, en última instancia, Borràs ponga obstáculos a Puigdemont y Romeva. Y, puestos a ser muy mal pensados, señalan a Artur Mas como cerebro de un intento de boicot contra los objetivos de ERC, que despunta electoralmente frente al declive de CDC, lo que, según los cálculos de la vieja guardia convergente, allanaría el terreno al retorno de Mas.