En la actualidad, un significativo número de inversores desestima adquirir acciones de entidades financieras. El motivo es la desaparición del Banco Popular de la noche a la mañana y la pérdida por parte de sus accionistas de la totalidad del capital invertido. Creo que quienes así piensan cometen una gran equivocación, pues considero el actual como un momento idóneo para invertir en ellas, especialmente en las que obtienen la mayoría o la totalidad de sus beneficios en España.

El principal motivo es la evolución prevista de sus resultados en nuestro país en los próximos años. Los conseguirán aumentar tanto vía volumen de operaciones como a través del incremento del margen de beneficio logrado por cada euro intermediado. Los principales factores que las ayudarán serán: un moderado crecimiento neto del crédito, especialmente el hipotecario, la finalización del período de compra de deuda por parte del BCE, el aumento de los tipos de interés y la venta con plusvalías de una sustancial parte de su cartera de inmuebles.

El primero será principalmente consecuencia de la disminución del riesgo de los nuevos préstamos. Una reducción generada por el aumento del poder adquisitivo de las familias, derivado de una gran creación de empleo y un moderado incremento de los salarios, pero también por el elevado crecimiento del precio de la vivienda durante los próximos años. Este último afectará positivamente a la banca por dos diferentes vías. Por un lado, los convertirá en una mejor garantía. Por el otro, permitirá a las familias que no pueden hacer frente al pago de los intereses y a la devolución del capital prestado, obtener una plusvalía con su venta, traspasar el préstamo al comprador y evitar caer en morosidad.

Los bancos españoles aumentarán sus resultados en los próximos años tanto vía volumen de operaciones como a través del incremento del margen de beneficio logrado por cada euro intermediado

El segundo, al igual que el aumento de los tipos de interés, proporcionará un incremento del beneficio obtenido por euro intermediado, pues el negocio tradicional de las entidades financieras consiste en endeudarse a corto y prestar a largo plazo. La finalización del período de compra de deuda por parte del BCE en 2018 hará más vertical la curva que relaciona el tipo de interés y el tiempo (el período de vida de un activo financiero). Por tanto, mayor será la diferencia entre lo que perciben por prestar capitales y lo que pagan por endeudarse.

El tercero hará que suba el tipo de interés de los préstamos en mayor medida que el de los depósitos, pues los bancos irán sobrados de liquidez y no necesitarán hacer campañas entre las familias para aumentar significativamente los segundos. En los últimos dos años, a las entidades les habría gustado cobrar por los depósitos con la finalidad de mejorar su margen de intermediación. No obstante, no se han atrevido a hacerlo, al creer que supondría la pérdida de muchos valiosos clientes. En contraprestación, han decidido subir a casi todos las comisiones.

El cuarto vendrá de la venta de un elevado número de propiedades, tanto viviendas como suelo. La mayoría de los activos enajenados lo será por un precio inferior al valor de la hipoteca concedida al promotor o familia que los adquirió. No obstante, aquél será superior al importe reflejado en el balance de la entidad, pues muy probablemente todas las entidades que cotizan en bolsa tengan por término medio provisionados dichos activos en más de un 50%. Un aspecto que les permitirá venderlos por la mitad del valor de la hipoteca y apuntarse un beneficio extraordinario en su cuenta de resultados.

Las propiedades enajenadas serán las que tienen una correcta ubicación, pero también bastantes de las que están localizadas en una desastrosa. Las primeras generalmente se sitúan en la periferia de las grandes ciudades o en los nuevos desarrollos de suelo realizados más de una década atrás en numerosas capitales de provincia. El incremento de la demanda será principalmente consecuencia de las mayores facilidades otorgadas a las familias para obtener un préstamo hipotecario y del elevado aumento del precio del alquiler.

Muy probablemente todas las entidades que cotizan en bolsa tengan por término medio provisionadas las viviendas en más de un 50%, un aspecto que les permitirá venderlas por la mitad del valor de la hipoteca y apuntarse un beneficio extraordinario en su cuenta de resultados

Una significativa parte de las ubicadas en pequeños municipios en los que existe un gran exceso de oferta también procederán a venderse. El atractivo será triple: un precio irrisorio, un crédito otorgado por el 100% del importe de la vivienda y una subvención de 10.800 euros concedida por el Gobierno. No obstante, para poder obtenerla, los adquirentes deberán tener un máximo 35 años y el importe del piso no podrá exceder de los 54.000 euros.

En el mercado continuo español cotizan en la actualidad ocho entidades financieras. Las dos con mayor capitalización, Santander y BBVA, obtienen la mayor parte de sus beneficios fuera de España. Ambas están muy expuestas a la coyuntura económica de América Latina, cuyas perspectivas no son nada buenas, y el primero también al Reino Unido. Un país que probablemente caiga en recesión cuando el brexit sea completo. Un factor que también afecta al Sabadell, desde la compra de TSB en el primer trimestre de 2015.

Las otras, La Caixa, Bankia, Unicaja, Bankinter y Liberbank, tienen la mayor parte o la totalidad de su negocio en España. Las que más me gustan son las tres primeras. La entidad catalana especialmente por su liderazgo en seguros, la madrileña por su potencial de crecimiento y la malagueña porque está muy barata en bolsa.

En definitiva, los bancos españoles suponen una magnífica oportunidad de inversión. Si la coyuntura económica internacional no lo impide, considero sumamente probable que la mayoría de ellos se revaloricen notablemente en bolsa durante los tres próximos años y ofrezcan una buena rentabilidad por dividendo. Si así sucede será una gran noticia para el Ibex 35, pues el sector financiero es el que más pondera en dicho índice. Una muestra más de que los buenos tiempos han venido para quedarse.