La culpa de que el año acabe el 31 de diciembre la tienen los romanos, que al objeto de ampliar la temporada bélica en Hispania trasladaron la elección de los cónsules que dirigían las guerras celtibéricas de los idus de marzo a las calendas de enero. Corría el 153 a. C. y Numancia sí que era una aldea aislada que resistía al invasor y se entregaba a la antropofagia.
Cada época tiene sus inconvenientes. A los numantinos de la Tarraconense, los primeros tabarneses, no les quedaba más remedio que zamparse a los caídos en combate para no perecer de hambre. Sus remotos descendientes comen uvas, tienen cuñados y miran la tele. Había una cierta expectación con las campanadas de la ira de Quim Masferrer en TV3, pero el mitin de Nochevieja fue decepcionante. Para empezar, el forastero no es que no llevara una chaqueta amarilla, que habría sido lo suyo, sino que ni portaba el lazo. El fondo de las cuatro columnas de Puig i Cadafalch no es todo lo patriótico que cabía esperar en las actuales circunstancias y no hubo luces amarillas. Mal, fatal. El Pati dels Tarongers y el carrillón de Palau, desaprovechados. Por mucho que Masferrer y Ruth Jiménez se acordaran de los políticos presos, careció la emisión del tono épico, de la plástica dramática del proceso. La propaganda del chocolate caliente aguó las blandengues alusiones al gualda.
Valga decir que las campanadas de las otras televisiones también eran para cortarse las venas o dejárselas largas. En TVE, Ramón García con la capa y Anne Igartiburu embutida en un decimonónico vestido rojo de Roberto Caprile. En el balcón de al lado y para Antena 3, Chicote, el teletubi cocinero, y Cristina Pedroche, que lució un mono transparente de Pronovias con encajes y mucho chantilly para tapar las partes pudendas, los mamelones y algo de trasero. Le quedaba fenomenal, como no podía ser de otra manera. El punto filipino del glamour fue el brindis con un botellín de cerveza entre la bestia de los fogones y la bella de las esferificaciones.
Lo de las campanadas en Telecinco remitió directamente al cine de terror y los payasos asesinos. Ojo a la alineación: María Patiño, Terelu Campos, Lydia Lozano y Mila Ximénez acompañadas por Kiko Hernández, que las llamó milfs, comadres cachondas en inglés. Había más animación en La casa de Bernarda Alba.
O sea que lo de TV3 podía haber sido peor y al final Masferrer y Jiménez se dieron un pico que fue lo más noticiable y menos triste de la noche más idiota del año. Nostalgia de Sabrina, Esteso y el coñac La Parra.