Adulterio en el entorno de Trump y las risas de Camacho
Gran escándalo americano. 'The Washington Post' publica la ficha policial de la esposa de un asesor de la Casa Blanca detenida por fornicar con un preso en un coche; la política católica
10 septiembre, 2017 13:55Teresa Jo Burchfield mantenía una doble vida. Normalmente era la esposa de Bobby Burchfield, prestigioso abogado del partido republicano, socio de King&Spalding, asesor de los dos presidentes Bush y actual "consejero ético" externo de Donald Trump. Teresa Jo lucía espléndida en las recepciones del embajador, en las fiestas y mandangas sociales, siempre atenta y solícita con Bobby. Una pareja perfecta, cincuentañeros estupendos, clase alta americana de la que toma cócteles con sombrillitas de papel y palitroques. Respetabilidad y decencia en esencia. Puro tedio con la botella de vodka debajo del fregadero y demasiado lexatín. O no.
Teresa Jo creía merecer una vida mejor. Lo tenía todo, pero le faltaba algo. En los Estados Unidos corre como la pólvora su triste historia. La señora Burchfield fue detenida esta semana por la policía del condado de Fauquier, en Virginia, acusada de contrabandear cigarrillos, ropa y suplementos vitamínicos sin receta para un preso de 23 años tras hacer el amor con él en el asiento trasero de un coche parqueado cerca de la prisión. El recluso gozaba del privilegio de salir y entrar de presidio porque se le considera de baja peligrosidad. The Washington Post publica la fotografía de la ficha policial de Teresa Jo, cortesía del despacho del sheriff, apuntan en el pie. El pelo rubio revuelto, los ojos arrasados por las lágrimas, la mirada perdida.
El protestantismo no perdona la conductas "impropias". El walk on the wild side tiene un precio, el escarnio público, la exhibición de los adúlteros en la trituradora mediática. Se confunde la intimidad con la intimidación. La foto de Teresa Jo es el último bando de la estricta moral evangelista, algo pretendidamente disuasivo, como las gangrenas que ilustran los paquetes de tabaco. No forniques o acabarás como la pecadora señora Burchfield.
El decadente y católico Mediterráneo es el último reducto de la benéfica doble moral en materia sexual, lo que no quiere decir en absoluto que si enganchan a la esposa de un diputado en un desliz no vaya a salir en las portadas si el parlamentario es medianamente activo en los medios. El diablo está en los detalles, que en este caso son la redes sociales, cuya irrupción es una de las más serias amenazas para la convivencia y los nada abstractos derechos al honor y la intimidad.
Fuera de ese vertedero digital, lo que produce escándalo aquí no es que una pareja fornique en un coche, sino que lo haga fuera. Tampoco importa demasiado con quién se acueste y con quien se levante cada cual, aunque en eso parece que también se está en retroceso. Lo que molesta en la vida pública son otras cosas, como las risas de Sánchez Camacho con Puigdemont mientras en el Parlament se zapatean los derechos de la oposición y se derogan las reglas del juego que no es un juego.
Eso sí que es un escándalo y no que Teresa Jo tenga novio. Pero vaya, que tampoco pasa nada. Al mal tiempo, buena cara y qué gracioso que es el Carles. Más café y que no falte el mambo.