
¿Esto qué es?
Es tan ambiciosa, tan importante, y hasta trascendente, la exposición Matter Matters. Diseñar con el mundo, que se puede ver en el museo del diseño de Barcelona, que excepcionalmente, en esta serie de artículos que venimos publicando bajo el título de “¿Esto qué es?” no vamos a celebrar una obra en concreto sino toda una exposición.
La comisaria es Olga Subirós, conocida arquitecta barcelonesa, mujer de gran competencia técnica e inteligencia creativa, conocida en el espacio expositivo por su trabajo en Big Bang Data (CCCB, año 2015) y por su Air/aria/aire (que representó a Cataluña en la 17ª Bienal de Arquitectura de Venecia.)
Es tan importante esta exposición, que el museo va a mantenerla abierta durante cinco años, convirtiéndola en eje o columna vertebral de un espacio que a menudo adolece, precisamente, de definición, de lo que Ignatius Reilly llamaba teología y geometría.
Tenemos, muchas veces, la sensación de que el mundo es un engaño, una pantomima, una representación a veces encantadora. Desde Platón y su mito o parábola de la caverna, muchos filósofos y poetas lo han postulado reiteradamente.
Citaré una vez más el soneto de Argensola: “Porque ese cielo azul que todos vemos/ ni es cielo ni es azul, ¡lástima grande/ que no sea verdad tanta belleza!” Y me complace también citar, una vez más, el haikú que leí hace años, no recuerdo dónde ni de quién es: “Este mundo de rocío,/ mundo, sin duda, de rocío,/ pero el rocío…”. Poema en cuya ambigüedad, en cuya indefinición, en cuyos puntos suspensivos se recoge la levedad de la existencia pero a renglón seguido, se alude también a su fascinación.

El famoso cenicero de melanina Copenhaguen, de André Ricard
Esta levedad y esta fascinación, se concretan en las cosas, las cositas de las que nos rodeamos y con las que decoramos nuestra existencia para hacerla más cómoda y elegante. Pérec tiene un librito, Les choses, Las cosas, donde los protagonistas están atrapados en la adicción a objetos bellos que, en el fondo, no tienen ningún valor trascendente ni mucho menos salvífico. Pero ¿qué haríamos sin ellas? Probablemente estaríamos más tristes, a no ser que fuésemos sabios zen, maestros del desapego.
Bien, las exposiciones de diseño, de la obra de los grandes diseñadores, suelen celebrar las cosas bien pensadas, y las celebran –las muestran—en celebración de sus valores estéticos y de su excelencia funcional. A veces, también en su cualidad de progreso histórico o de la incorporación de nuevos materiales –el plástico, el hormigón, el vidrio, por ejemplo, o la democratización de la belleza que postuló el movimiento de la Bauhaus— a la construcción, el diseño y el uso. Rompiendo con, o superando, o agregando capas de sentido y de conocimiento a esa tradición expositiva, Matter Matters constituye una formidable y muy amena didáctica sobre la belleza de las cosas, sobre las condiciones históricas de su posibilidad de ser y de ser producidas… y sobre su coste en términos medioambientales y geopolítcos y sobre otros materiales que se van descubriendo, y que manteniendo sus prestaciones son ecológicamente menos dañinos.

Lámpara de mesa Zeleste, de alabastro, obra de Santiago Roquetas y Ángel Jové
Es muy rica y varia la exposición, con 700 objetos considerados joyas del diseño, pero también, si al visitante le fastidia leer cartelas y textos en las paredes, puede comprar el catálogo, que además de información y fotografías de las piezas expuestas incluye breves ensayos redactados por especialistas en diseño y materiales, que quedará en su biblioteca como volumen de referencia, aunque no sé si en la balda de “diseño”, en la de “historia” o en la de “ecología”. Cuadraría incluso como coffee table book.
Como muestra, dos botones:
El primero, un largo capítulo sobre el plástico De solución a problema, su descubrimiento, su naturaleza, sus variantes, sus aplicaciones, el servicio que ha rendido a la humanidad en muchos campos, y los tremendos problemas ambientales derivados de su éxito, y alternativas posibles, que es a la vez una lectura instructiva y gozosa –ilustrada con paradigmas del diseño con plástico, y con muy solventes ensayos de Isabel Campi, de Antonio Cobo y de Raúl Goñi Fernández-- y una llamada de alerta.
El segundo, una breve nota sobre la naturaleza y cualidades del alabastro, el lugar de sus yacimientos, el impacto ambiental de su producción y las alternativas artesanales locales a la exportación de recursos, viene ilustrada con la lámpara Zeleste de Santiago Roqueta Matas y Ángel Jové y la mesa Zaida de Si.Atelier.
En fin, en una ciudad como Barcelona, donde el diseño es y ha sido tan importante, la exposición de Olga Subirós me parece una manera ejemplar de explicarlo, y también de aportar nuevo sentido y un discurso enriquecedor a los fondos del Dhub, y al museo mismo.