
¿Esto qué es?
He ido a la fundación March en Madrid, a una exposición sobre el color, sólo para ver una obra, “Lluvia azul” de Yves Klein. Ahorro al lector todas disquisiciones sobre la teoría de los colores de Kandinsky, y le adelanto que a un servidor, una expo sobre colores es como si se hiciera sobre ángulos, o triángulos, o sobre esferas, o sobre pezuñas. No encuentro valor en un color por sí mismo, ni siquiera fácilmente en una combinación de colores.
Huysmans decía que la más bella y armoniosa combinación de colores era la que forman el naranja y el azul. Las orillas de los mares, que son sitios especialmente placenteros, con el anaranjado de la arena y el azul del mar, parecen darle la razón a Huysmans. Pero pienso en Rothko, y recordando algunos lienzos suyos, me pregunto si la combinación ideal no será la del negro y el verde botella… o cualquier otra.

Color azul klein
Dicho queda esto para señalar que, aunque todo lo que hizo en su breve vida Yves Klein me gusta, su predilección obsesiva por el color intensamente azul que a partir de él se ha venido en llamar “azul Klein”, me parece poco interesante. ¿Por qué azul?
Klein, como digo, era muy inteligente. No se molestaba en “pintar”. Embadurnaba con pintura azul a sus modelos, chicas jóvenes, y luego las hacía pegarse contra la pared de la galería, en la que dejaban la imprenta de su vientre, sus pechos y sus muslos. Acciones así hoy serían consideradas el colmo del machismo, intolerables.
A mí me parece que en esas huellas azules de los cuerpos de las mujeres en la pared hay una moderna celebración de la vida carnal y una alusión a las pinturas prehistóricas de las cavernas de Altamira o Lascaux, donde nuestros antepasados pintaban lo que anhelaban y lo que deseaban, lo que idolatraban. El azul intenso de Klein le agregaba a esas huellas de femineidad una nueva capa artificiosa, que en realidad acentúa aquella “llamada” a la adoración del eterno femenino. Espero no sonar, ante una lectora, demasiado machista o anticuado cuando hablo de estas cosas eternas, quizá trasnochadas. Claro que si la lectora se ofende, lo entenderé: al fin y al cabo, ¿qué significado trascendente tiene la huella de unos senos, de unos muslos?
Todo esto para decir que en la Fundación March, en la exposición sobre los colores, había una pieza de Yves Klein, consistente en un parterre rectangular de materia puramente azul, sobre la que pendían unos tubitos de vidrio pintados de azul.
Obra preciosa, cautivadora, por lo menos para mí, que contemplándola recordaba la trayectoria de Klein, intensa, reduccionista. Él sólo quería que nos fijásemos en el azul. Mirando ese azul, pensando ese azul, empapados de azul, accederíamos a niveles de conciencia excepcionales… y azules.
Debido a las exigencias espaciales, el azul Klein está en la March asaltado por otros colores, y por la presencia de tantos visitantes. Yo pienso en esa pieza, la imagino aislada, solitaria en una sala. Azul.