Muchos jóvenes, al finalizar sus estudios universitarios, optan por la docencia como salida profesional. En los últimos años, esta elección se ha vuelto cada vez más frecuente, impulsada tanto por la vocación como por la estabilidad laboral que ofrece el sector educativo.
Esta tendencia coincide con una falta creciente de profesorado en el sistema educativo, especialmente en secundaria y formación profesional. La escasez es más acusada en determinadas especialidades, lo que ha reabierto el debate sobre la formación inicial de los docentes.
Requisito obligatorio
El Máster de Formación del Profesorado es un requisito imprescindible para poder ejercer como docente en secundaria. Sin embargo, una parte del alumnado considera que esta formación no responde a las necesidades reales del aula y que su valor práctico es limitado.
Carla, graduada en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona y titulada también en el máster, asegura que nunca percibió esta etapa como una formación clave. “A enseñar se aprende en el aula”, afirma, subrayando que la experiencia directa es insustituible.
Experiencia frente a teoría
Según Carla, las modificaciones que se están planteando no resolverán los problemas reales del sistema. Considera que cambiar asignaturas o ampliar contenidos teóricos no prepara mejor al futuro profesorado para afrontar la complejidad diaria de las aulas.
Una percepción similar tiene Marina, graduada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona y actualmente cursando el máster en la Universidad Abat Oliba. Desde hace seis meses trabaja como profesora sustituta en centros públicos de secundaria.
Realidad educativa
“En mi primera clase entendí que lo aprendido en el máster tenía poca aplicación práctica”, explica Marina. Ese primer contacto con el aula marcó un punto de inflexión en su percepción de la formación académica recibida.
Desde entonces, reconoce haber perdido la motivación por el máster, aunque no por la profesión docente. Marina mantiene su vocación, pero cuestiona que la formación universitaria esté alineada con las exigencias reales del trabajo en los centros educativos.
Universidades públicas
Desde las universidades públicas, la respuesta es unánime. Todas coinciden en que la capacidad de modificar el máster corresponde al Ministerio de Educación y que las instituciones solo pueden elevar propuestas y recomendaciones.
Aun así, defienden que los programas formativos deben revisarse y actualizarse periódicamente. Consideran imprescindible adaptar los contenidos a las nuevas realidades educativas y a las necesidades del profesorado que se incorpora al sistema.
El papel de la CODE
Las propuestas que se están valorando surgen en el seno de la Conferencia de Decanas y Decanos de Educación (CODE), que agrupa a la mayoría de responsables universitarios del ámbito educativo a nivel estatal.
Aunque muchas de las universidades consultadas evitan pronunciarse sobre medidas concretas, sí respaldan la necesidad de introducir cambios estructurales. Entre ellos, una mayor exigencia en el acceso, más control de las prácticas y una posible ampliación del máster.
Rechazo sindical
Las propuestas han generado una fuerte oposición por parte de algunos sindicatos docentes. Andreu Navarra, portavoz del sindicato Professors de Secundària (aspepc-sps), valora muy negativamente un posible alargamiento del máster.
Navarra considera que supondría un encarecimiento artificial del acceso a la docencia y una barrera adicional en un contexto de falta de profesorado. A su juicio, el problema no es de duración, sino de enfoque conceptual.
Modelo pedagógico
Desde el sindicato denuncian un exceso de pedagogismo y reclaman un retorno a la función académica del sistema educativo. Defienden el refuerzo de las especialidades y una formación centrada en la transmisión de conocimientos sólidos.
Además, alertan de que la escuela está asumiendo funciones sociales que deberían corresponder a otras políticas públicas. Esta sobrecarga, sostienen, desvirtúa el papel de la educación y precariza la profesión docente.
Un debate abierto
El sindicato también denuncia que una reforma del máster podría beneficiar económicamente a determinadas instituciones privadas, convirtiendo la formación docente en un negocio más que en un servicio público.
Mientras tanto, el debate sigue abierto. El Gobierno deberá equilibrar la mejora de la calidad educativa, la urgencia por cubrir plazas docentes y el acceso equitativo a una profesión clave para el futuro del sistema educativo.
