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La vida cada vez está más cara. Y, España, enfrenta una crisis en trabajos no cualificados como los camareros, personal de construcción, limpieza o mantenimiento, entre otros, donde los salarios y condiciones laborales, en la mayoría de ocasiones, no son lo suficiente.

En este contexto, Pascal, albañil e hijo de maestro de construcción, relata en el pódcast de Adrián G. Martín, comenzó en el sector a los 16 años como peón, y fue evolucionando y aprendiendo hasta convertirse en encargado de obra hace tres o cuatro años.

Actualmente, él trabaja directamente en la obra dirigiendo a la gente, mientras que su hermano es el jefe de la empresa. Sin embargo, es consciente de la crisis que está afrontando la construcción en los últimos 25 años.

Pascual lamenta como está el mundo profesional en este sector. Tanto es así que recuerda que antes un albañil tenía fama de ganar "3000 o 4000 euros" en la época precrisis, mientras que los sueldos “ahora ronda los 1.200 euros”.

También reconoce que hace años, “había muchos metros para trabajar obras grandes hoteles”, lo que permitía ganar mucho dinero trabajando. De tal modo que, en un día, “se pueden ganar 300 o 400 euros haciendo un baño”.

A pesar de la esencialidad del sector, Pascual cree que su trabajo está "bastante devaluado". Aunque el salario de un oficial de primera puede rondar los 1400 a 1600 euros, y el de un encargado entre 1600 y 1800 euros, considera que estos sueldos son bajos. La remuneración promedio de un albañil hoy en día en España es de aproximadamente 1300 a 1400 euros, y Pascual enfatiza que no se sienten bien pagados.

No obstante, si se compara con otros oficios, como un mecánico que cobra por su hora de trabajo 34 o 40 euros la hora, el albañil, que cobra más de 20 y pico de euros la hora, debería recibir más dinero por el nivel de riesgo y la importancia de su labor. El trabajo "se podía pagar mucho más por el nivel de riesgos que conlleva".

Condiciones duras y falta de relevo generacional

La devaluación del salario es especialmente notable debido a la dureza física y la peligrosidad inherente del oficio. Pascual detalla que la albañilería es un trabajo "bastante peligroso" si no se toman las precauciones adecuadas.

Los trabajadores pasan frío y calor y sufren un desgaste físico considerable, terminando "de la espalda hecha polvo". El esfuerzo físico incluye estar todo el día agachado y levantando peso, afectando principalmente las rodillas y la espalda.

Aunque la normativa limitó el peso de los sacos a 25 kg (antes pesaban 50 kg, lo que "te reventaba la espalda"), los albañiles aún deben mover grandes cantidades, a veces entre 50 y 100 sacos al día si están echando hormigón. Los riesgos de seguridad incluyen trabajos en alturas (andamios y falta de barandillas), el uso de máquinas radiales y la posibilidad de caídas en pozos o piscinas.

Otro de los factores que afecta es la falta de relevo generacional. Él cree que la profesión podría estar en riesgo, ya que la gente joven en España "no les interesa trabajar de albañil". Estos jóvenes prefieren otros trabajos donde pueden ganar igual o más dinero y no tener que "esforzarse" o hacer el "trabajo sucio".