La población catalana tiene una tasa de analfabetismo muy baja, muy inferior al 5%. Aun así, la falta de educación existe en Cataluña.
Los últimos datos del Índice Socioeconómico de Cataluña publicados por el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat) así lo indican. No son cifras preocupantes, pero sí dejan ver ciertas anomalías o curiosidades.
El estudio hecho por el Idescat deja consultar los datos de analfabetismo entre la población de más de 20 del territorio y hay una localidad que ha llamado la atención. Un pequeño pueblo de Lleida con 247 vecinos se coloca en primera posición.
El estudio indica que el 41,2% de los residentes en Bovera, un pequeño municipio de les Garrigues, no ha completado los estudios de secundaria. Eso no significa que más de 100 personas tienen estudios bajos.
Sin la ESO
Esto no desacredita a una población completamente rica en historia y cultura, tampoco que estas personas no sepan leer ni escribir, tan sólo que no se han sacado la ESO ni ningún estudio medio o superior.
La segunda posición corresponde a La Fatarella, un pueblo del interior de Tarragona, pero se sitúa a mucha distancia, con diez puntos menos. Este municipio de la Terra Alta tiene un 31,2%, de su población adulta sin estudios de secundaria.
Una villa medieval
Más allá de estos datos, Bovera es rico en cultura, tradición e historia y un rincón crucial de Cataluña. Ya aparece mencionado en 1172 como una antigua fortificación sarracena situada en el límite sur del dominio musulmán del valle de Lleida.
Tras la conquista cristiana, el castillo y las tierras fueron concedidos a Guillem de Cervera y, posteriormente, pasaron a formar parte de la baronía de la Granadella.
Porche románico de La Bovera
A lo largo de los siglos, el pueblo mantuvo su estructura agraria y su carácter de pequeño núcleo rural. Con los Decretos de Nueva Planta, en el siglo XVIII, Bovera quedó integrado en el corregimiento de Lleida, aunque conservó autonomía local en el ámbito administrativo.
En época contemporánea, un hecho relevante fue la llegada del agua de riego en 1998, que permitió transformar parte del cultivo de secano y mejorar la productividad agrícola.
Qué tiene Bovera
Su historia, en cualquier caso, se respira en sus calles. En el centro se alza la iglesia parroquial de Sant Josep, de estilo barroco con elementos de transición del románico tardío. Y en la casa rectoral luce un portal románico del siglo XIII.
La antigua balsa o aljibe, que servía como depósito de agua para los vecinos, ha sido sustituida por una plaza que actúa como punto de encuentro.
Historia recuperada
Desde las calles del casco antiguo se abren vistas hacia las sierras del Montsant y de la Llena, y los alrededores ofrecen senderos y rutas entre olivares, colinas y barrancos suaves que configuran un paisaje rural muy representativo del sur de les Garrigues.
También destaca la recuperación del Mas del Senyor, una finca de olivos centenarios con un edificio de estilo neogótico que fue restaurado en los últimos años e incorporado a iniciativas de turismo rural y oleícola.
Economía y paisaje
Y es que la oliva y todo el trabajo alrededor de su cultivo y explotación son el motor económico del municipio. Bovera forma parte de la Denominación de Origen Protegida Les Garrigues, una de las más reconocidas por la calidad del aceite virgen extra catalán.
De hecho, el municipio se incluye en la Ruta dels Paisatges de l’Oli, promovida por el Consell Comarcal de les Garrigues. Un sendero que lleva a cooperativas, molinos de aceite y entornos rurales asociados a la cultura oleícola.
Frescos de La Bovera
Y junto a los olivos, los bosques de almendros y alguno cultivo de cereal, definen un paisaje de secano muy propio del interior de Cataluña, donde destacan masías y pequeñas zonas boscosas que parecen oasis.
La tranquilidad del entorno es uno de sus principales atractivos. Y así viven algunos de sus vecinos, entre el duro trabajo del campo y la paz de las calles de Bovera. Porque ser el pueblo con menos población con estudios de secundaria no los hace peores.
Cómo llegar
El municipio bien merece una visita y es un viaje de 50 minutos en coche desde Lleida. La vía más directa es tomar la carretera C-12 hasta la Granadella y continuar por la LV-7021 que llega hasta el pueblo..
Desde Barcelona, el viaje es bastante más largo. Son dos horas y cuarto en coche y s que antes de llegar a la C-12 se han de recorrer cerca de 100 kilómetros por la A-2.
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