Una carretera de Cataluña

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Ni atascos ni peajes: la carretera catalana que lleva a ninguna parte

Se trata de una de las infraestructuras más curiosas de toda España

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Dice la filosofía popular de las grandes ciudades que la vida es aquello que sucede entre atasco y atasco. Si se aplica esta teoría, hay una carretera de Cataluña donde pasa la vida, pero no los coches. Por no haber, no hay ni peajes.

Se trata de una de las infraestructuras más curiosas de España. Una autovía de asfalto impecable entre campos de cereal y polígonos industriales, pero de una utilidad más que dudosa.

Capacidad, en principio tiene. Dispone de tres amplios carriles y señalización reciente, pero poco más. Porque por no tener no tiene ni donde ir.

La llamada Autovía de la Ribagorza, la A-14 es uno de esos casos que a los argentinos les permite decir eso de “son gallegos los gallegos", cuando se refieren a los españoles. ¿Por qué? Por cómo está hecha.

Una carretera para conectar con Francia

Si bien la intención fue buena, su ejecución deja mucho que desear. Tanto da que el asfalto siga impecable. Cuando una carretera no cumple con su propósito, algo se ha hecho mal. En este caso, pésimo.

La A-14 nació con la voluntad de unir Lleida con Francia, atravesando los Pirineos. Medio siglo, la carretera no sólo no llega al país vecino, sino que tampoco llega a la cordillera catalana.

Destino a ninguna parte

El recorrido es tan breve como desconcertante. El conductor que sale de Lleida por la A-2 puede incorporarse a la A-14, avanzar hacia Alguaire y Almenar, y detenerse, sin previo aviso, ante una barrera de hormigón tipo New Jersey en medio de la nada.

No hay salida, ni desvío, ni continuidad. Solo el horizonte rural del Segrià y el fin del asfalto. 16 kilómetros rumbo a ninguna parte que se ha convertido en objeto de vergüenza y chiste.

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Cuánto costó

El precio de esta quincena de kilómetros superó los 110 millones de euros. El plan original contemplaba una autovía de cuatro carriles hasta Sopeira y la posterior ampliación hasta la frontera francesa. Pero las previsiones se diluyeron con el tiempo.

Las obras avanzaron por tramos: Alguaire-Almenar (10,3 km) se inauguró en mayo de 2012; Lleida-Rosselló/Alguaire (6 km), en julio de 2017. Desde entonces, nada. 16 kilómetros de vía moderna que terminan en seco, sin enlaces al norte ni al sur.

Curiosa utilidad

Para muchos, la A-14 simboliza el exceso de proyectos inconclusos que jalonan la red viaria española: obras que se inician tan rápido como se detienen, generando un agujero en el erario público y ofreciendo una nula utilidad.

Sus defensores niegan la mayor. Aunque no cumpla su función, sirve para evitar el tramo más congestionado de la N-230, conocido como Rotondistán, por sus 22 rotondas.

Nuevo diseño

Las glorietas, muchas de ellas decoradas con esculturas y alumbrado, se han convertido en objeto de todo tipo de chistes y, a su vez, una especie de seña de identidad local. Ralentizan el tráfico pesado y los desplazamientos, aunque garantizan seguridad, alegan.

La A-14, en cambio, permite esquivarlas parcialmente, ofreciendo un respiro a los transportistas y a los vecinos que circulan entre Torrefarrera, Alguaire y Almenar. Más allá de eso, no tiene mayor utilidad.

La autovía de la Ribagorza, la A-14

La autovía de la Ribagorza, la A-14

Tampoco parece que haya opción de mejora. A día de hoy, no se ha avanzado un metro al norte de Almenar. El Estado ha decidido que la autovía no pasará de Benabarre, pero aún queda mucho para ello.

El tramo que ha de conectar Alfarràs con esta localidad está todavía en redacción, al igual que el de Benabarre a Sopeira. La prolongación hasta Vielha se limitará a un mero acondicionamiento de la N-230, sin conversión en autovía.

Sin rumbo ni presupuesto

Las autoridades han planteado una alternativa intermedia: ejecutar algunos tramos como carretera 2+1, con un carril adicional alterno y separador central. Esta fórmula reduciría el coste y el impacto ambiental, especialmente en la zona de la Ribagorza, donde el terreno es más accidentado y sensible.

El Ministerio de Transportes mantiene el proyecto vivo, pero con ritmo lento. No hay licitaciones de obras ni presupuesto significativo asignado. 

Reclamación local

Por su parte, los alcaldes de los municipios afectados reclaman cada año su continuidad. Recuerdan que el tráfico de camiones hacia el Pirineo y Francia sigue concentrado en la vieja N-230, una vía saturada y peligrosa.

La A-14 está abierta, sí. Pero su función es tan anecdótica y alejada de su propósito inicial que indigna a muchos. Y el hecho de acabar de forma abrupta sólo es objeto de críticas, chistes y ridículo.