Montaje con la joyería y la pescadería que se habían reconvertido en 'narcopisos'

Montaje con la joyería y la pescadería que se habían reconvertido en 'narcopisos' Crónica Global

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Joyerías y pescaderías reconvertidas en ‘narcopisos’: el paradigma criminal que acecha L’Hospitalet

En el último año y medio, se han desmantelado más de veinte locales, casi el 70 % de los que se habían detectado en la segunda ciudad de Cataluña

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El olor a pescado fresco ya no existe y los azulejos de la antigua pescadería de la calle Cervantes de L'Hospitalet de Llobregat apenas conservan el brillo del pasado. Este lunes, el mismo local donde durante años se vendía merluza y sardina fresca, fue objeto de un operativo de los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana.

Tras la persiana bajada y el letrero apagado, hallaron lo que sospechaban: un 'narcopiso' perfectamente montado, con estancias improvisadas para dormir y espacios reservados para consumir sustancias.

Otro caso reciente

La escena recuerda a la joyería de la calle Vinaroz, también en L’Hospitalet, donde tan solo cuatro días antes los dos cuerpos policiales desmantelaron otro espacio reconvertido en punto de venta y consumo de basuco.

En ambos casos, comercios históricos y cerrados han sido transformados en viviendas clandestinas y centros de distribución de droga. Un paradigma criminal que ya no sorprende en la segunda ciudad de Cataluña, pero que sí preocupa —y mucho— a vecinos y policías.

Locales cerrados, fachadas discretas

Hace unos años los 'narcopisos' eran simples puntos de venta en pisos particulares. Hoy, las redes criminales buscan pasar inadvertidas. Por eso, okupan locales cerrados —joyerías, pescaderías, tiendas de barrio— y los adaptan para vivir y, al mismo tiempo, para consumir.

La pescaderia de la calle Cervantes tras el desmantelamiento del 'narcopiso' que se encontraba en el interior

La pescaderia de la calle Cervantes tras el desmantelamiento del 'narcopiso' que se encontraba en el interior Cedida

En este contexto, la heroína ha dejado de ser protagonista. En su lugar, otras drogas como la marihuana, el hachís, la cocaína, el crack en pipas o las pastillas de diseño circulan en estos espacios de consumo ilícito.

De este modo, ya no hay jeringuillas tiradas en la acera. Y, aunque la escena delictiva se ha vuelto más silenciosa, menos visible, sigue siendo igual de corrosiva para la convivencia vecinal. Además, de un delito.

Del Raval al cinturón metropolitano

Entre 2018 y 2020, Mossos, Policía Nacional y Guardia Urbana de Barcelona desarrollaron tres grandes macro operativos en la capital catalana para vaciar las decenas de 'narcopisos' que se habían instalado en el laberinto de calles del Raval.

Sin embargo, la presión policial de las operaciones Bacart, Suricat y Coliseo provocó un efecto rebote: parte del negocio se trasladó a municipios del primer cinturón metropolitano, como Badalona o L’Hospitalet, donde encontraron nuevos locales vacíos y alejados del 'ojo del huracán'.

Cuando se detectó esta migración, los cuerpos policiales de la zona comenzaron un trabajo minucioso de detección y seguimiento para impedir que estos espacios se consolidaran. A lo largo de los últimos 18 meses, este control ha permitido desmantelar muchos de estos locales y evitar su reaparición en otros puntos de la ciudad.

Un problema que muta y se resiste

En este sentido, fuentes policiales calculan que actualmente en L’Hospitalet existen entre seis y diez 'narcopisos' activos. En el último año y medio, se han desmantelado más de veinte, casi el 70 % de los que se habían detectado.

Cada operativo requiere semanas de vigilancia, denuncias vecinales y la coordinación de varios cuerpos policiales para irrumpir en espacios donde se mezclan droga, delincuencia y okupación ilegal.

Agentes antidisturbios de los Mossos d'Esquadra en un operativo de seguridad pública

Agentes antidisturbios de los Mossos d'Esquadra en un operativo de seguridad pública Simón Sánchez Mataró

Fuentes policiales añaden que, en ocasiones, la multirreincidencia está estrechamente ligada a los 'narcopisos' y que el 99 % de los locales okupados pertenecen a grandes tenedores inmobiliarios, algo que complica los trámites para intervenir con rapidez.

“El perfil del consumidor no suele tener ingresos estables; a menudo recurre a robos para pagar la dosis”, explican los Mossos.

El papel del Plan Kanpai

La presión policial se ha intensificado gracias al 'Pla Kanpai'contra la multirreincidencia. Solo 24 horas después de desmantelar el 'narcopiso' de la joyería de la calle Vinaroz, L’Hospitalet fue epicentro del octavo macro dispositivo de este plan.

Decenas de agentes inspeccionaron locales sospechosos de receptación y núcleos conflictivos. Tres días después, la pescadería de Cervantes caía también en una intervención similar.

Fachadas que engañan

Los vecinos ya no se fían de las persianas bajadas. Una pescadería cerrada puede ocultar un salón improvisado con pipas de crack; una joyería abandonada puede ser el escaparate de un punto de venta.

Según las fuentes consultadas, el caso de L’Hospitalet ilustra un fenómeno metropolitano: la delincuencia se reinventa, busca fisuras legales y urbanísticas y se camufla tras fachadas familiares.

La joyería de la calle Vinaroz

La joyería de la calle Vinaroz Cedida

Vecinos en pie de protesta

Pero el problema no se mide solo en estadísticas policiales. El tiroteo del pasado jueves 18 de septiembre en el barrio de La Florida —uno de los episodios más violentos de los últimos meses— ha encendido todavía más la alarma vecinal.

Residentes y comerciantes de la zona, cansados de los 'narcopisos', de la multirreincidencia y del clima de inseguridad, han convocado para el próximo miércoles 1 de octubre una manifestación para exigir más seguridad y medidas de protección.