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El catalán tiene tantas expresiones y frases hechas que es imposible conocerlas todas. Algunas ya han caído en desuso, otras aún sobreviven a duras penas.

Descubrirlas enriquece el vocabulario, pero también permite conocer mejor la historia de Cataluña. Muchos dichos hacen referencia a costumbres y tradiciones que se han perdido y la expresión ha permanecido. 

A la expresión catalana “ser de Can seixanta” le pasa eso. Forma parte del lenguaje popular, pero ha quedado su significado metafórico y poca gente sabe a qué hace referencia. Claro que tampoco todo el mundo la conoce.

A pesar de estar muy extendida, esta frase hecha sobrevive en algunos rincones de Cataluña. Se emplea para señalar que alguien se comporta de manera extraña, excéntrica o directamente “loco”. 

Una expresión, dos teorías

Su uso es común en registros coloquiales, aunque lo cierto es que incluso aquellos que lo usan no tienen muy claro de donde viene el dicho. En realidad, también hay dudas de su origen.

Existen al menos dos explicaciones documentadas que han convivido a lo largo del tiempo: la de una fábrica textil de la calle Riereta, en Barcelona, y a de un centro sanitario en Santa Coloma de Gramenet.

La versión de Barcelona

La versión que remite a la capital catalana, lleva hasta el barrio del Raval. Durante los siglos XIX y XX, la zona fue uno de los centros neurálgicos de la industria textil.

Allí, en la calle Riereta existía una fábrica conocida como Can Seixanta. Al parecer, era un fábrica donde el desorden gobernaba.

Corría la leyenda que los trabajadores iban perdidos, muchas veces no sabían qué hacer y que no existía mucho control. El rumor se extendió y empezaron a circular los dichos.

“Ser de Can Seixanta” era como decir que uno iba perdido, a lo loco, que no había nadie al volante. Es decir, un loco.

Mote extendido

El mote se extendió rápidamente más allá del entorno fabril y pasó a usarse en clave humorística para referirse a las personas vinculadas a la factoría. 

Con el tiempo, la expresión se desgajó de ese origen concreto y adquirió un significado más amplio, hasta consolidarse como sinónimo de rareza o locura.

La versión de Santa Coloma

La segunda explicación apunta hacia Santa Coloma de Gramenet, municipio vecino de Barcelona. Su explicación es algo más evidente.

En la carretera de Sant Adrià, en el número 60, se levantaba un centro psiquiátrico que funcionó durante buena parte del siglo XX. Entre la población del área metropolitana era conocido precisamente como Can Seixanta, por el número de la dirección.

La institución, destinada al ingreso de personas con enfermedades mentales, se convirtió en un referente en la zona, como en su día lo fue el centro de Sant Boi.

Igual que pasó con el llamado manicomio y la expresión “ser de Sant Boi”, “ser de Can Seixanta” pronto pasó a usarse como eufemismo para designar al manicomio y a los que allí estaban ingresados.

El número 60

La fuerza de esta asociación consolidó el término, que viajó de boca en boca hasta convertirse en un modismo popular en toda Cataluña. A diferencia del caso de la fábrica del Raval, aquí el vínculo con la locura era directo.

Sea cual sea el origen, el número 60 los une, lo que impide saber a ciencia cierta cuál es la teoría válida. De cualquier manera, no es un caso aislado. 

Otras versiones

En la tradición popular catalana abundan las expresiones que utilizan topónimos o referencias concretas para reforzar su sentido. Los nombres de casas, masías, calles o instituciones funcionan, como “ser de Can Fanga”.

En castellano, también existen ejemplos equivalentes. Expresiones como “estar para Ciempozuelos” o “ir al frenopático” remiten también a instituciones psiquiátricas concretas que acabaron convertidas en símbolos lingüísticos. 

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