El Mediterráneo, tan claro, baña las playas del litoral catalán en el que se remojan durante el verano millones de turistas y lugareños. Por las olas surfean desperdicios, envases y restos que provocan preocupación y, a pesar de no ser visibles, los microplásticos abundan en el entorno. Pero no solo se hallan en la arena, sino en el ambiente, y están presentes en el cuerpo humano, afectando a la ciudadanía de urbes como Barcelona.
Un análisis del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), elaborado por las investigadoras Emma Calikanzaros y Claudia García-Vaz, pone el foco en la absorción y degradación de los microplásticos —de cinco milímetros— en el organismo humano. La presencia de estas partículas está tanto en el aire, los alimentos y en el cuerpo. Por ejemplo, se ha comprobado su presencia en unas 1.300 especies documentadas.
Presencia de microplásticos en cerebro y placenta
Esta contaminación supone "una creciente preocupación en materia de salud pública", indican las autoras, ya que se ha encontrado en tejidos humanos, como el cerebro, el corazón, el hígado, los pulmones, así como en riñones, órganos reproductores, y en el intestino grueso y en la placenta. También, se ha visto en heces, orina, al igual que en la sangre, el esputo, y en el entorno de los bebés, como la leche materna, la sangre fetal y el líquido amniótico.
Para analizar este reto, Calikanzaros conversa con Crónica Global. "El aire, el agua y la comida son las tres principales vías de ingesta de microplásticos", señala. Por ejemplo, estar expuestos en la calle significa inhalarlos por la quema de neumáticos constante del tráfico. "Es posible también a través de los cosméticos e, incluso, hay estudios sobre los materiales usados en los hospitales, como vías intravenosas", detalla.
Imagen de pellets en una playa
Financiación en ciencia
En el laboratorio se ha comprobado que los microplásticos afectan negativamente a las células de los animales y, el próximo paso, será atestiguarlo en humanos a través de estudios en salud pública. Es más, la especialista, que decidió instalarse en Cataluña para continuar su doctorado en epidemiología ambiental con ISGlobal, ahora está en Estados Unidos para estudiar si estas partículas afectan a la microbiota intestinal de un grupo poblacional de Barcelona.
"Esto es solo el principio, aunque ya hay evidencias sobre la correlación de microplásticos con eventos negativos de salud, como la inflamación en el sistema digestivo", afirma. Aún se desconoce cuál es la magnitud para la salud humana, donde la investigación científica será imprescindible para saber sus consecuencias. "La adaptación humana es muy lenta en comparación a la evolución de la sociedad", mantiene.
Más prevención
A pesar de los obstáculos, Calikanzaros asegura que "Cataluña da dinero para hacer investigación", como aplicar medidas concretas. Por un lado, a la población le recomienda reducir el uso de plásticos y "poner presión" en las empresas y en los gobiernos para que emprendan actuaciones efectivas. En cuanto a la Administración, pide dar apoyo a la ciencia, "es lo que falta", y trabajar en la prevención: "No podemos producir químicos sin saber sus efectos previos".
Las científicas decidieron escribir este paper en vista de la negociación del Tratado Global sobre los Plásticos, donde participan 179 países en el marco de las Naciones Unidas. Un escenario nada halagüeño, ya que, entre el 5 y 14 de agosto, este jueves, el propósito es acordar una solución conjunta en Ginebra (Suiza), tras el fracaso de los últimos encuentros, para un problema medioambiental de dimensiones insospechadas.
Acuerdo internacional en la ONU
Según estima el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el vertido de plástico al medio ambiente aumentará un 50% en 2040 y, ya en 2024, se consumieron en todo el planeta más de 500 millones de toneladas de plástico, de las que 399 millones se convirtieron en residuos. Las expectativas son altas para esta cita internacional que enfrenta los intereses de las petroleras con el futuro de la Tierra.
"Hay diferentes intereses para que no salga adelante", admite Calikanzaros. Como miembro de la comunidad científica, critica la lentitud con la que se ha planteado esta cuestión, que aún no ha alcanzado una tabla de mínimos entre las naciones. Los intereses políticos y lucrativos del negocio del plástico lastran el ímpetu de las organizaciones que aspiran a alcanzar un compromiso por el planeta.
Tarragona y los 'pellets'
Una consecuencia de los microplásticos son los pellets, la materia prima con la que se fabrican los productos plásticos. A principios de 2024 se conoció su toxicidad por todo el país cuando el buque Toconao perdió seis contenedores cargados que produjeron un desastre medioambiental en Galicia, y en el norte peninsular. El arrastre por las corrientes marinas provoca degradación allá donde va, como también sucede en Cataluña.
A principios de año, un estudio del grupo de investigación Tecnatox de la Universidad Rovira i Virgili (URV) determinó que la playa de la Pineda de Vila-seca, en Tarragona, concentraba 2.000 microplásticos por cada kilogramo de arena. Por tanto, era la zona más afectada de todo el litoral catalán, solo por debajo de la playa de la bahía del Fangar en el delta del Ebro, con 1.100 microplásticos por kilogramo.
Acción de Good Karma Projects para la limpieza de microplásticos en las playas catalanas
Producción de más de dos millones
El ayuntamiento ha denunciado en varias ocasiones el vertido de los pellets —bolas de microplásticos— en el entorno marino. Este material aparece cuando arrecian los temporales y los acumula en la orilla, pero en Vila-seca hay una mayor concentración a causa de la industria petroquímica de Tarragona, que pierde grandes cantidades en su cadena logística.
El consistorio asistió en enero al Parlamento Europeo para dar su visión sobre la ley europea de pérdida de microplásticos, junto a la ONG Good Karma Projects. El cofundador de la iniciativa, nacida en 2017, es Jordi Oliva, quien atiende a este medio. "Nos dedicamos a hacer visible un problema invisible", enfatiza. Según la Comisión Europea, entre 52.000 y 184.000 pellets son vertidos cada año al medioambiente, y el activista afirma que en la provincia se fabrican más de dos millones de toneladas.
Oportunidad en la legislación
"Lo que hay en las playas de Tarragona es solo una pequeña parte del problema, porque la mayoría del tiempo los vientos predominantes de la zona mueven estos plásticos hacia otros ecosistemas del Mediterráneo, como el delta del Ebro o Baleares", indica, como demostraron en una expedición científica en 2021. El resto del territorio catalán no está exento de la debacle ambiental, puesto que, como indica, Barcelona y Girona se ven mayormente afectadas por los microplásticos de origen textil.
El ingeniero, que identificaba los microplásticos en las aguas tarraconenses surfeando, confía en la nueva ley autonómica de Prevención de Residuos y Uso Eficiente de los Recursos. El anteproyecto fue presentado en el Parlament antes de las elecciones que dieron el mandato a Salvador Illa, y aún espera a ser tramitada. En ella, se proponía la prohibición de los envases superfluos y de los productos de usar y tirar: "Tenemos una oportunidad de avanzar y avanzar en la regulación y prevención de la llegada de los microplásticos al medio".
