Así es la palabra catalana más desconocida

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Así es la palabra catalana más desconocida: ni los catalanes la entienden

Este término es muy común en la zona de los Pirineos, especialmente en el Pallars

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Hay palabras en catalán que no se entienden. Hay que asumirlo. No porque sean difíciles de pronunciar o intraducibles en castellano, que también, sino porque han caído en desuso y ni el propio catalán medio sabe que existen.

Un claro ejemplo de ello es el término “beçulles”. Bastaría con preguntar por la calle para comprobar cómo la mayoría frunciría el ceño ante esta palabra que suena a catalán antiguo o quizá a idioma extranjero, reflejando el enorme desconocimiento que la rodea

La pregunta es obvia: ¿qué demonios son las “beçulles”? La respuesta lleva hasta los Pirineos, concretamente a la vida humilde de los pastores que en ellos habitan. Las beçulles son recipientes artesanales hechos con la corteza de ciertos árboles, tradicionalmente de abedul, utilizados para beber agua de fuentes, riachuelos o estanques, e incluso para calentar líquidos al fuego.

Es decir, una especie de cuenco o cazuela rústica confeccionada con láminas de corteza de abedul cuidadosamente extraídas y dobladas. Utensilios que surgieron de la necesidad, especialmente humana. 

De dónde salen

Las largas jornadas de pastoreo en alta montaña hacen necesario un recipiente para beber. Eso sí, como buenamente se pueda. Una vasija ligera y fabricable in situ permitía saciar la sed o calentar leche sin tener que cargar con pesados cántaros de metal. De allí la aparición de las “beçulles”.

La técnica de elaboración era ingeniosa. El pastor practicaba dos cortes rectangulares en la corteza del árbol para desprender una lámina flexible; luego plegaba los bordes formando un pequeño cazo y los cosía con finas ramas del mismo abedul, atravesando finalmente un palito a modo de asa para asegurar la forma

Cómo son las "beçulles"

El resultado: una vasija sorprendentemente resistente al agua y al calor. De hecho, la corteza de abedul húmeda aguanta el contacto directo con las brasas sin quemarse de inmediato, lo que permitía hervir leche u otras bebidas sobre el fuego. Según la tradición, el abedul incluso llegaba a aromatizar agradablemente el agua contenida, y la resina del pino --utilizado en variantes de este invento-- daba cierto sabor al calentar la leche.

No es de extrañar que durante siglos los pastores valoraran estas rústicas tazas desechables: cumplían su función y, tras unos cuantos usos, podían abandonarse sin remordimientos junto a la fuente para que otro sediento las aprovechara 

De qué zona es

En la comarca del Pallars Sobirà, por ejemplo, era habitual dejar una “beçulla” al lado del manantial de montaña como “vaso público” para cualquier transeúnte de los senderos alpinos.

De dónde viene la palabra

¿Pero cómo se llega a darle ese nombre a esta pieza? El término “beçulla” va directamente al árbol con cuya corteza se fabrican. Proviene de beçull (en singular), y este a su vez del arcaísmo catalán beç, que significa ‘abedul’, “Beçull” vendría a aludir a “lo del abedul” o “cacharro del abedul”. 

Curiosamente, los filólogos apuntan a que el vocablo podría tener raíces celtas, dado que el nombre del abedul en las lenguas celtas antiguas es similar y el sufijo coincide con formantes de aquella procedencia.

Qué dice el diccionario (y los poetas)

Sea como fuere, se trata de una palabra catalana antigua, de registro rural, aunque no tan lejana. La primera aparición documentada se remonta al siglo XIX: el poeta Jacint Verdaguer empleó “beçull” en sus escritos, signo de que la voz ya existía en la montaña pirenaica en su época

A pesar de su rareza, beçull figura recogido en obras lexicográficas de referencia. El Diccionari català-valencià-balear lo define como “vaso de corteza de abedul, usado principalmente por los pastores del Pallars”. También el diccionario normativo del Institut d’Estudis Catalans incluye beçull con marca dialectal, describiéndolo sucintamente como un “cazo de corcho usado para beber agua”.

Dónde las "beçulles"

En cualquier caso, si por la definición no queda claro, la opción más fácil es ir a la zona del Pallars y preguntar por una “beçulla”. Otra opción es ir a algunos puntos donde se exhiben.

En museos locales como el Ecomuseu de les Valls d’Àneu tienen conservado ejemplares y reproducciones de “beçulles” entre sus colecciones de artesanía tradicional, alimentando una pequeña corriente de curiosidad en torno a este término.